Olvidando todo.

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Estaba preocupada por mi amiga, ella no se merecía para nada esto. Ella había depositado toda su confianza, felicidad y amor en ese idiota y así era como le había pagado. 

Adam se quedó todo el tiempo esperando sin poder hacer nada, tan solo escuchándola llorar desconsoladamente. Adam debió ver mi gesto de preocupación porque comenzó a acariciar mi mano consolándome, lo miré agradecida. 

- Tranquila, ella necesita tiempo.- Dijo Adam con una pequeña sonrisa, sin embargo esa sonrisa estaba apagada.

- Lo sé, es sólo que me molesta no poder hacer algo por ella.- Dije acercándome a él. En ese momento escuché unos pasos. Ambos miramos de donde provenían y era el idiota de Eric. Me acerqué rápidamente hacia él seguido de Adam, no quería que mi amiga escuchara lo siguiente. Ella tenía suficiente con eso.

- Rebecca, Adam...

- Ni se te ocurra decir nada, idiota. Más te vale no acercarte a ella o te juro por todo que no te la acabas.- Dije totalmente furiosa.

- Eric, será mejor que te vayas. Ya has arruinado todo, ¿no crees? O acaso quieres más.- Dijo Adam completamente furioso. Eric hizo intento de avanzar pero Adam se lo llevó. Yo agradecí el gesto, mientras más lejos estuviera ese idiota de Calis, mejor.

Fui hacia donde estaba mi amiga. Me preocupé al no escuchar ya ningún sollozo así que apresuré el paso. Cuando iba a abrir la puerta, esta se abrió dejando a un chica de cabello largo y negro con ojos hinchados pero con una mirada perdida y de total indiferencia. Me sorprendí al verla así, nunca la había visto así. Ella siempre tenía una mirada llena de felicidad que hacía que sus ojos brillaran. 

- Oh, hola Rebe.- Dijo Calis apagada.

- ¿Te encuentras mejor?.- dije sin saber qué decir exactamente.

- Sí, no te preocupes por mi.- Dijo riendo sin ningún humor. Me preocupé todavía más.

- Será mejor que vayamos a casa.- Ella simplemente asintió al igual que apagada que antes.- ¡Ya sé! ¿Qué tal una terapia de azúcar? Compraré helado.- Dije de manera cantarina. Ella tan solo dijo un ¨Sí¨. Ambas llegamos a su casa, su madre nos recibió con un pastel, pronto llegaría su papá y su hermano. Su madre la miró preocupada, y Calis simplemente se fue a su habitación arrastrando los pies. Yo miré a la señora y le dije que le diera tiempo, yo le explicaría después. 

Fui a la habitación de Calis, ella estaba sentada en su cama con su pijama viendo la televisión pero con su mirada completamente perdida. Me iba a sentar con ella cuando ella dijo:

- Rebecca, no te preocupes por mi. Ve con Adam, se ve que ese chico te ama.- Dijo ella sin verme.- Yo voy a estar bien, así que anda ve y...- No pude soportar más y le grité.

- ¡¿Dices que no me preocupe por ti, tonta?!.- Mi tono la sorprendió un poco.- ¡No estás nada bien, si estuvieras bien no te diría nada! ¡Esa putada que te ha hecho no se cura tan fácilmente! Y...- No pude decir más. Ella comenzó a llorar nuevamente. Fui hacia ella y la abracé.- Perdóname no quise ser dura yo...

- No, tienes razón. Yo, simplemente no quiero preocuparte.- Dijo ella sollozando. Eso me partió el corazón.

- Somos amigas, tonta. Las amigas se apoyan no importa qué.- Ambas nos miramos y yo comencé a llorar. Nos abrazamos mientras llorábamos y nos quedamos dormidas. Mataría a ese idiota cuando lo viera.

Pasaron los días y pasé sin saber nada de ella, sólo por su mamá sabía que estaba bien. Sabía que ella necesitaba su tiempo así que respeté eso. Estaba sentada en una banca de un parque, observando mi celular cuando sentí cómo se sentaba alguien y me rodeaba con el brazo.

- Hola, rubita.- Dijo Adam. Lo miré fijamente. Dios, sus ojos me seguían encantando.

- Hola, Adam.- Dije algo desanimada. No podía dejar de preocuparme por Calis.

- ¿Te encuentras bien?.- Preguntó Adam. Yo sólo pude verlo y ver su mirada de sorpresa. No sabía qué vio que lo sorprendiera así hasta que sentí un par de lágrimas escaparse de mis ojos. Adam estaba desconcertado y preocupado, yo me tomé mi tiempo para poder hablar con él. Le conté lo que le había pasado a mi amiga, cómo lloró esa noche pero, ¿por qué le decía esto a él?. Él sólo asintió y al final me abrazó contra todo pronóstico. Ahora que lo pensaba, era la primera vez que nos abrazábamos. Yo no pude evitarlo y aspiré su olor, ese olor que me hacía sentir cómoda y segura. Pronto dejé de llorar.

- Disculpa, no sé que me ha pasado.- Dije algo avergonzada de llorar.

- No te preocupes, sólo no llores más, rubita, es horrible verte llorar.- Ese apelativo tan de mi morenita me hizo llorar nuevamente. Estábamos captando la atención de la gente que pasaba por ahí que me sentí más avergonzada. Adam notó mi vergüenza y me guió hacia la parada de autobús. Íbamos en dirección a mi casa, sinceramente ver que mis padres me vieran llorando, no lo soportaría.

- A-Adam.- dije sollozando débilmente.- No quiero ir a mi casa, mis padres me verán llorar y...- Adam me silenció poniendo un dedo en mis labios. 

- No iremos a tu casa. Vayamos al parque de tu casa. No hay gente a esta hora.- Dijo de manera tranquilizadora. 

Llegamos al parque tomados de las manos, como había dicho él, estaba completamente vacío. Yo había dejado de llorar apenas. Debo de verme horrible, pensé llevándome una mano a mi cara. Miré a Adam y él negando con la cabeza dijo sorprendiéndome:

- No te ves horrible, tranquila.- ¿Acaso podía leer mis pensamientos?.

- ¿Puedes leer los pensamientos? Porque si es así, me voy.- Dije algo temerosa. Él sólo rió y negó con la cabeza.

- No es eso, simplemente, hiciste una cara de preocupación y te tocaste la cara.- Oh claro..., me vi estúpida de nuevo.

- Lo siento.- Dije avergonzada. Ambos estábamos sentados en unos columpios, observé cómo Adam se levantaba de su columpio y venía en mi dirección.

- Rebecca.- Dijo agachándose. Su mirada y mi mirada estaban ahora conectadas. Adam alargó una mano tocando mi rostro de manera gentil, eso hizo que se me acelerara el pulso.- Rebecca...

- ¿S-Si?.- dije algo nerviosa por la cercanía. Adam sonrió tiernamente.

- Rebecca, no tienes que pedir disculpas.- Dijo levantándome la cara con su mano. 

- Es sólo que, ese idiota y...- Adam me silenció nuevamente.

- Ahora mismo no puedes hacer nada por tu amiga, has hecho suficiente al haber estado con ella toda una noche. Ella necesita tiempo y estoy seguro de que te agradece por dárselo. Ahora ese idiota no es tu problema, ni el mío, y sonará cruel pero lo que le está pasando a tu amiga tampoco es tu problema. Ya has hecho suficiente al estar con ella, dale tiempo.- Vale tenía razón, sólo que se sentía mal dejar a mi amiga así.

- Vale, tienes razón, sólo que se siente mal...

- ¿Dejarla así?.- Asentí apartando la mirada. Adam me volvió a levantar la cara, suavemente con sus manos y susurró.- ¿No crees que es tiempo de ver por nosotros...?- ¿Cómo?. Pero antes de que yo pudiera decir algo, Adam plantó sus labios contra los míos. Eso me sorprendió tanto, mis fuerzas cayeron cuando me tomó del cuello profundizando el beso. Esa era una excelente forma de hacerme olvidar todo.



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