Me había quedado sin respiración por un momento. ¿Acaso Adam me acababa de besar?, ¿este tipo más bueno que el helado se había fijado en mi? ¿Era eso posible?. Casi salto de felicidad al sentir su tacto. Tomé a Adam de la camisa acercándolo más, al parecer eso le gustó porque sonrió ante mi acto de acercarlo. Casi me da un infarto cuando comenzó a lamer mis labios en busca de de aceptación para que pudiera meter su lengua en mi boca. Cuando acepté, Dios fue lo mejor del universo. Estaba algo aturdida y me perdía un poco en sus movimientos con su lengua, pero rápidamente pude seguirle el ritmo, nuestras lenguas parecían tener vida propia que parecía que bailaban. Adam me levantó del columpio haciendo que lo rodeara con mis piernas intensificando el beso. Estábamos cada vez descontrolados cuando una voz sacó de nuestras atenciones al otro haciendo que nos asustáramos:
- Oigan, ¿qué están haciendo?.- Preguntó un niño de casi cuatro años viéndonos fijamente. Me sonrojé al vernos en la situación en la que estábamos. Miré a Adam, ese idiota estaba a punto de romper a reír.
- Nada, pequeño. Sólo estamos mostrando el amor que sentimos el uno por el otro.- Dijo mirándome fijamente Adam. Yo lo mato, Dios que vergüenza. Intenté soltarme de su agarre pero Adam sólo me sujetó más fuerte. Lo fulminé con la mirada como respuesta recibí una carcajada de su parte y para empeorar la situación llegó una niña.
- Hemano, ¿que están haciendo ellos?.- La niña no podía pronunciar la ¨R¨.- ¿Lo podemos haced nosotos, hedmano?.- Dios mio, noooooo. Salté rápidamente de los brazos de Adam.
- No pequeña, no pueden hacer esto ustedes. No entre ustedes.
- ¿Pod qué no lo podemos haced, señodita?.- Joder ¿qué le digo?. ¿Cómo le explicas a unos niños pequeños que esto no lo pueden hacer ahorita y menos entre ellos?.
- No lo pueden hacer entre ustedes. Sí con otras personas pero hasta que tengan...¿18?.- Dijo Adam. Yo lo miré completamente roja sin saber que decir. En ese momento apareció la madre y Adam me tomó de la mano y nos alejamos rápidamente.
Estaba jadeando cuando paramos de correr, estábamos a unas calles de mi casa.
- ¿Qué fue eso de ¨Con otras personas pero hasta que tengan 18¨?.- Pregunté algo molesta por aquella respuesta dada a esos niños. Pero el enojo se me bajó de golpe cuando Adam me volvió a besar. Sin pensar le correspondí olvidándome de nuevo de todo lo ocurrido.
- Tranquila, se les olvidará aquello. Ahora es momento de preocuparnos por nosotros, ¿no crees?.- Dijo al separarse de mi. Dios mío, este tipo de verdad se había fijado en mi. Claro ahora el destino me ama. ¡Joder decídete destino!. Lo miré fijamente, lo que más me apetecía era volver a besar esos labios que me hacen olvidar todo y me dejan sin respiración.
- Puede que tengas razón.- Dije algo sonrojada. Adam sonrió de oreja a oreja, como un niño pequeño sonriendo con picardía. Me tomó en brazos dando vueltas causando que me riera y él siguiera conmigo. Cuando nos detuvimos, me volvió a besar otra vez causando que olvidara cómo respirar.
- Entonces, ¿quieres ser mi novia?.- preguntó Adam. Lo miré pensativamente.
- Hmmm.... No.- dije rotundamente. Adam me miró desconcertado. Su gesto me dió mucha risa que no pude contenerme y comencé a reír como loca.
- Aparte de caminar de espaldas, espantas a la gente.- Dijo abrazándome. Yo sólo pude reír más.
- Primero se pregunta eso y luego se besa, ¿no crees?.- Dije viéndolo a los ojos.
- Igual, te habría besado.- Dijo viéndome con sus ojos azules, esos en donde yo me perdía.
- Aparte de ser un idiota que no usa sus ojos, eres impulsivo.- Dije bromeando.
- Por ser impulsivo ahora eres mía.- Dijo antes de volver a cortarme la respiración.
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Un simple encuentro
RomanceEn el momento en que Rebecca Miller chocó con Adam Hall o, como ella lo llamaba, "el idiota que no sabe usar sus ojos", ambos supieron que sus vidas cambiarían para siempre con tan solo ese simple encuentro. Esta historia, es un intermedio de "Del o...