Azúcar

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Los rayos de sol me golpearon en la cara y rápidamente comencé a pensar qué día era hoy.

- ... Tengo que levantarme... Sólo cinco minutos más...

- Rebe...

- Ahora no... Sólo cinco minutos más, mamá.- Escuché una carcajada a mi lado por lo que abrí los ojos de golpe. Me encontré con una sonrisa en unos labios que quería probar hasta destruirlos.

- ¿Mamá?- Me miró a punto de reír.

- Vale, vale... Lo lamento. Olvidé que era fin de semana.- Comencé a reírme y al instante él me siguió con una carcajada.

- Sigue durmiendo, Rebe.- comenzó a acariciar mi cuero cabelludo hasta que me volví a quedar dormida.
Me desperté sobresaltada tiempo después. ¿Qué hora era?

- Tranquila, señorita, Miller.–Lo miré con los ojos entrecerrados.

- Quedé con Calis... Creo.

- Acaba de llamar. Le dije que te quedaste dormida así que ella literal dijo "Oh, por mi no hay problema. Que se quede ahí contigo toda la vida si quiere".

Me puse roja en menos de un segundo.

- Ya debe saberlo...- dije y comencé a reírme.

Después de descansar un poco más, decidí meterme a la ducha. Un buen baño era lo mejor, y mas para relajar todo lo que estaba adolorido. Me tomé mi tiempo limpiando mi cuerpo hasta que quedara mi piel rosa. Salí de la ducha, me envolví en una toalla y salí del baño.
Miré a mi chico de espaldas con el teléfono en la oreja, por lo que decidí espantarlo.

- Ya te dije que no... Porque no y punto. ¿Pero qué parte no entiendes?- Vaya, ¿con quién estaría hablando? De repente su humor cambió con un grito y fue ahí donde presté mas atención.

- ¡Te he dicho que no, Eric! Ni ella ni Rebe quieren volver a verte y a este paso menos yo. Carajo, le hiciste daño a esa dulce chica y ahora te aguantas por... No me levantes la voz. No te voy a creer, no voy a ir a ver esas pruebas que tanto dices tener, porque no has cambiado y eso es sólo una excusa...- De repente colgó la llamada y soltó un bufido.
Volteó y su gesto cambió de enojado a completamente sorprendido. Mi gesto estaba igual, me encontraba ahí envuelta en una toalla completamente viéndolo sorprendida.

- Ese... ¿Ese era... Eric James?- Me miró incómodo.

-Yo uh...- Después de pensarlo un rato y ver que no tenía salida me miró.- ... Sí. Ese era Eric James.

- Y... Sé que no es asunto mio, pero... ¿Qué quería?

- Según él, que yo viera algunas cosas que demostraban su inocencia con Calis. Pero, sinceramente no pienso hacerle caso. Él se lo buscó y no va a cambiar.- Me miró en busca de algún movimiento mio. Tan sólo desvié la mirada procesando todo lo que me había dicho. Finalmente lo miré a los ojos y salté a sus brazos.

- Eres el mejor novio del mundo. No tienes por qué contarme si no quieres, aprecio lo que has hecho por Calis pero sobre todo por mi.- Me sonrió. - Te amo.

- Yo también te amo.- Me dijo aún en brazos.- Pero te advierto que si sigues en paños menores, no me hago responsable de lo que te haga.

- Pues... ¿A qué esperas? No te hagas responsable ahora mismo.- Dije antes de besar su hermosa sonrisa que ponía ante mis ocurrencias.

Los días habían pasado, cada vez me incomodaba ver que recibía mensajes de Eric casi a diario. Pero ¿qué era lo que quería?
Intentaba no preguntar sobre el tema pero realmente quería saber y, claro, él lo sabía.

— Pase lo que pase, no hay que decirle nada sobre este tema a Calis. Ella está recuperándose de todo eso y ya tiene suficiente.

— Sí, cariño. La verdad es que no quiero decirle nada a Calis sobre todo esto. La aprecio mucho como amiga y, realmente nunca me gustó verla con la mirada apagada. ¿Recuerdas?

¿Cómo podría olvidarlo? Ella no comía, no salía y no dormía. Cada día lloraba en soledad aunque lo negara. Aquella chica vivaracha que alguna vez habíamos visto, había desaparecido. Los rumores se habían esparcido en aquél momento, algunos eran peores que otros. Pero lo que todos tenían era que le tenían lástima a ella, por haber caído en un juego y dejarse llevar. Calis odiaba los rumores y sinceramente, por más que me dijera que no le importaban, se podía ver que eran los que más le dolían. Había quedado como una tonta para todos los que no sabían la historia. Realmente, ella había soportado demasiado.

— Lo recuerdo. Pero ahora tiene a Jeff, desde que comenzaron a hablar más y salir más, ella comienza a ser la chica vivaracha de antes. Incluso me atrevería a decir que mejor.

— Me agrada que sea así. Espero que no tarden demasiado para darse cuenta que se aman.– Dijo mi rubio sonriendo.

— Pues ya somos dos, rubito.– Sonreí también.

— Realmente espero... Que todo salga bien de ahora en adelante.– Dijo Adam raramente.

Un simple encuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora