¿Debería...?

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Pov Adam.

Habían pasado días desde que me habló por primera vez Eric. Desafortunadamente, Rebe se había dado cuenta de ese detalle pero afortunadamente, no quería saber más. O al menos eso pretendía ella, lo veía en un su mirada. Pero sabía que no era lo correcto decirle por ahora.

— Preciosa, voy a salir un rato.– Dije intentando parecer tranquilo.

— Vale, te veo al rato.– Agradecí que no me preguntara, por lo que me acerqué a ella, la tomé de la cintura y la besé. Adoraba cuando ella estaba en mi departamento, era cómodo llegar y tener a alguien esperándote.

— ¿Tienes algún compromiso hoy?

— Nope, soy toda tuya.– Dijo riendo.

— Soy afortunado.– Dije haciéndonos reír.

— Hablaré con Calis hoy, quiero ver cómo sigue.– La miré y sabia que podía confiar en ella sobre todo.

— Dile que le mando saludos. Me voy.– Le di un pequeño beso y me fui.

Caminé por las calles pensando mientras escuchaba música en mi teléfono. Pensaba en todo lo que me había pasado. Recordé cómo había conocido a Rebe y comencé a reírme. De verdad, el destino como ella lo llamaba, nos había hecho una jugada tremenda. A mis 20 años ya era afortunado. Diablos, pensar que Rebe era menor que yo por dos años me hizo sentirme un depravado y volví a reírme.
Quizás, era la mujer de mi vida, quizás sí, quizás no. El destino tendría que hacer de las suyas.
Estaba feliz pensando en ello hasta que mis pensamientos fueron a otra parte.
La razón por la que había salido, era por...

— ¡Adam!– Miré a lo lejos y levanté mi mano en forma de saludo.

— Hola, Eric.– Lo saludé con indiferencia. Él se acercó a mi y pude notar que se veía exhausto y algo nervioso.

— Gracias por venir, de verdad.

— No esperes nada, Eric. Tan sólo sé...

— Sólo escúchame, por favor.– De veía realmente apurado.

— Escucharé.

— Estoy hecho un asco, Adam. No he dormido para nada y estoy realmente enojado y preocupado. He intentado hablar con Calista, la he llamado incluso he ido a su casa y no la encuentro. Quiero enseñarle todo lo que tengo de muestras y quiero hablar con ella y decirle que la quiero. Ahora estoy muy ocupado que casi no he tenido tiempo de buscarla. Tuve que ir al hospital después de que pasara todo esto, ya que la maldita de Valeria me drogó.– Lo miré con asombro.– Aunque no lo creas, mira.

Me entregó unos papeles médicos, los leí con detenimiento. Era de esas pastillas que te ponen en la bebida y al hacer efecto, no eres tú mismo.

— ¿Es por eso que ese día, no estabas en tus cinco sentidos? Por eso hiciste eso...

— Así es, ella me drogó. Al ir con ella a su encuentro, quería poner todo en su lugar, no quería saber nada de ella y no quería involucrar a Calis en esto, por lo que me cansé y fui a acabar de una vez con ella. Estábamos hablando y le estaba diciendo que yo no quería nada con ella. Al principio ella me dio una botella de agua y me la bebí de un jalón por lo que venía a decirle. Después de hablar con ella y decirle de todo menos bonito, me sentí mareado y lo último que supe, fue que ella ya me estaba besando. Después, vi el gesto de Calis y perdí el control. Supe después que una de las amigas de Valeria, había tomado una foto de nosotros besándonos y se la envió a Calis. Dios mio... Le hice mucho daño a ella...
Después, fui a hablar con ustedes como pude, estaba realmente mareado en ese entonces. Me fui justo después de que me corrieras. ¿Recuerdas que no podía hablar bien?

— Lo recuerdo perfectamente, no podías ni estar de pie. Pensé que estabas borracho y te corrí de ahí.

— Así es. Me fui a un bar después, y me emborraché lo más que pude. Lo siguiente que supe, es que estaba internado en el hospital por intoxicación. Fui un estúpido al juntar la droga con alcohol. Pero realmente, quería perderme un rato. No podía olvidar ni puedo olvidar su reacción de dolor de Calis.
Yo... ¿Cómo sigue ella?

— Ella está mejor cada día. Rebecca y yo nos estamos asegurando de ello.

— Quiero ir con ella, pero sé que no me escuchará y, además... Tengo que salir del país hoy.

— ¿Cómo?

— He causado tantos problemas, que mis padres se han empeñado en mandarme fuera del país. Estar en el hospital esta vez fue mi última advertencia así que, me han obligado. Me he salido hoy para poder hablar contigo, lo cual agradezco que hayas hecho.

— Entiendo, Eric...– Asentí intentando procesar todo.

— Por favor, llévame con ella. Quiero decirle que la quiero y que... Soy un imbécil. Quiero que sepa lo que me han hecho y...

— Eric, no es buena idea. Ella, está estable en este momento, pero de verdad que le has hecho demasiado daño.

— Pero necesito hablar con ella y...– Su teléfono comenzó a pitar. Escuché unos gritos desagradables y su gesto cambió a oscuro.

— ¿Eric?

— Debo irme...– volteó a verme con gesto cansado.– No le digas a nadie que estuviste conmigo. Y sobre todo, no le digas nada a Calis sobre esto. Cuando yo regrese se lo diré yo mismo, me tendrá que escuchar y tendrá que esperarme este tiempo para que estemos juntos nuevamente.

Me quedé sorprendido, él estaba pensando sólo en él justo ahora.

— Sigues siendo el mismo bastardo de siempre...– Me miró sorprendido y enojado a la vez.– Ella no tiene por qué esperarte, piensa más en ella.

— Ella me tendrá que esperar si en realidad me quiere. La recuperaré a como sea cuando la vuelva a ver y ella me amará como yo soy, sin tener que cambiar nada.

— Espero que encuentres alguien como ella, que sin duda te amó tal y como eras. A ver si ésta vez sabes usar la cabeza, lo cual dudo. Y sobre todo, cuando llegues, veamos si ella sigue siendo la misma que tú piensas y si te sigue esperando como crees que va a hacer.

— La conozco más que a mi mismo, Adam. No me vengas con esas tonterías que...

— Eric, vete de una vez. Así podremos estar tranquilos todos.– Me di media vuelta y me fui dejándolo con la palabra en la boca.

Un simple encuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora