Después de un beso más que cortaba la respiración, Adam y yo nos despedimos. Yo estaba en una nube llena de felicidad que simplemente ignoré todo. Subí a mi habitación y simplemente me tiré en mi cama con una sonrisa tonta en los labios y comencé a reír de felicidad. Mi celular comenzó a vibrar, un mensaje. ¡Calista! Me había olvidado de ella.
Rebe, tienes tiempo libre?
Para mi morenita siempre hay tiempo libre.
Nos vemos en la Plaza.
Agarré rápidamente mi bolso y salí disparada hacia la Plaza. Llegué jadeando y comencé a buscar a mi amiga con la mirada. No la encontraba por ninguna parte y en pocos momentos sería de noche. Buscaba con la mirada e inconscientemente sonreí al ver el lugar en donde choqué con Adam pero mi sonrisa se borró al ver a una chica con ojeras en los ojos y totalmente demacrada, como si no hubiera dormido en noches. Rápidamente me acerqué a mi amiga, la tomé de la mano y la llevé por un helado. Se veía muy mal. Maldije por lo bajo.
- Maldición, Calis, ¿por qué no me has llamado?.- Pregunté viéndola comer su helado.
- Rebe, te dije que necesitaba algo de tiempo.- Dijo ella sin verme.
- Maldición, y yo te dije que somos amigas y que ahí voy a estar para lo que sea. Sabía que no debía haber estado con Adam hoy, en vez de eso hubiera pasado a ver cómo estabas y...- Me callé y miré a mi amiga. Ella estaba sorprendida pero su gesto cambió de sorpresa a uno de cabreo total. Ahora la que se sorprendió fui yo.
- A no mi reina eso sí que no.- Dijo ella totalmente enojada.- Punto número uno: Lo que pasó entre Eric y yo es problema mío no tuyo, ¿entendido?. Sólo mío, sí me puedes apoyar y todo pero es mi problema. Punto número dos: No te tienes que preocupar todo el maldito tiempo por mi, tú tienes que hacer tus cosas y tú tendrás tus problemas. Ese chico Adam te ama y punto, ¿entendido?. Yo pasaría todo el tiempo posible con él. Y punto número tres: ¿Qué carajo haces?, yo estoy bien. Te dije que necesitaba tiempo y tú estás desgastándote pensando en mis problemas y jorobándote. Mejor piensa y ve con ese chico que a ti te fascina, ¿entendido?.
Ella, a pesar de su situación, estaba ahí regañándome porque yo estaba pensando en los problemas de los demás y no en los míos. Me levanté y abracé a mi amiga, ella me devolvió el abrazo.
- Perdóname. Es sólo que no te quiero ver así.- Dije con un hilo de voz. Ella resopló.
- Rebecca, mira. Yo aprecio que te preocupes por mi y todo, pero ahora es tu tiempo de enamorarte, ¿no crees? Yo voy a estar bien, te lo aseguro, nada puede con la morenita.- Dijo haciendo que riera.- Ahora, será mejor que te encargues de ese rubito más bueno que el helado que está interesado en ti. Vamos conviértete en su novia, atrápalo con una Pokeball yo que sé.- Ambas reímos.
- Sobre eso, Calis.- Ella me vio confundida.- Ahora soy su novia.- Dije soltándolo como si llevara tiempo queriéndolo decir. Su mirada cobró vida de nuevo, saltó de la felicidad y me abrazó.
- ¡Te dije que la Pokeball funcionaba!- Dijo haciéndome reír.
- Sí, lo sé. Ya sabes que yo soy una gran entrenadora Pokémon entonces pues fue fácil.- Ambas reímos.
- Claro que sí, con una entrenadora como tú uf, quien no cae atrapado.- Dijo ella sonriendo Sabía que debía decirle acerca de lo que le dije a Eric, cuando ella estaba llorando poco después de que habían hecho esa putada pero, no quería arruinar la poca felicidad que estaba sintiendo ahorita. Ambas comenzamos a caminar riendo mientras le contaba todo lo sucedido y yo recibía una mirada picarona de parte de ella. La animé a entrar a una tienda de ropa y maquillaje, ambas quien sabe cómo nos compramos ropa y algo de maquillaje. Tomé sus cosméticos y la maquille como a ella le gustaba, simple y rápido. Luego ella me maquilló como a mi me gustaba, nos fuimos a cambiar la bonita ropa que compramos y uf, parecíamos famosas. Sonreí al ver la mirada de alucine de mi morenita ante como se veía, nuevamente parecía ella misma. No faltó el chico que quiso ligar con nosotras, pero ninguna estaba disponible, yo tenía mi novio el idiota que no sabía usar sus ojos y ella aún no estaba lista. Como toque final, fuimos por dulces, era momento de una terapia pequeña de azúcar.
Mientras Calista estaba eligiendo sus dulces, volteé hacia afuera del local y casi salgo a golpear lo que vi. Ahí se encontraba Eric, caminando lentamente acompañado de una mujer. ¡La madre que lo parió!. Pensé en ir y golpearlo pero lo mejor era que ni Calista ni él se vieran y sobre todo que ella no lo viera, a ese idiota podía pasarle lo que sea, me importaba un comino. Para nuestra fortuna continuó su camino, por más que quisiera ir a golpearlo me tendría que aguantar. Después de que Calis terminara de elegir sus dulces, nos salimos por otra salida y salimos directamente a la entrada de la plaza.
- Será mejor que me vaya, Rebe. Mi mamá debe estar preocupada por mi.- Dijo Calis sonriendo.
- Sí, morenita. Con cuidado, ¿no quieres que te acompañe?.- Ella negó con la cabeza.- Vale pero envíame un mensaje cuando llegues a tu casa.
- Lo prometo.- y sin más se fue. Regresé rápidamente a mi casa. Recibí el mensaje de mi amiga diciendo que había llegado a su casa y comenzamos a hablar como hacíamos todos los días. Y después recibí un mensaje de Adam que me sacó una tonta sonrisa en los labios:
Te amo, rubita que camina de espaldas que ahora es mi novia.
-Adam (El rubito que no sabe usar sus ojos que ahora es tu novio).
ESTÁS LEYENDO
Un simple encuentro
RomanceEn el momento en que Rebecca Miller chocó con Adam Hall o, como ella lo llamaba, "el idiota que no sabe usar sus ojos", ambos supieron que sus vidas cambiarían para siempre con tan solo ese simple encuentro. Esta historia, es un intermedio de "Del o...