Capítulo 6

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No sentía nada, ni dolor, ni siquiera sentía mi cuerpo. Intenté moverme, pero era como si estuviese dormida.

-Vamos a ver, con cuidado. Así, muy bien, gracias Rachel, puedes irte.

No sabía quien estaba hablando.

-Dios mío Aria, te ha destrozado. -Oí el ruido de algo metálico chocando-No pasa nada, te vas a curar. Eso sí, vas a estar escuchando todo sin poder intervenir hasta que tu cuerpo se recupere. Pero tranquila, no lo sabe nadie más.-Dijo riéndose-A ver, como se que Nathaniel no ha tenido la oportunidad de explicarte las cosas en condiciones, voy a explicártelo yo. Lo primero de todo, estás en una ciudad habitada solamente por ángeles. La llamamos Vitrum. Está protegida y nadie puede entrar en la ciudad si Nathaniel no le ha dado permiso. Lo más importante de nuestra ciudad es el centro. -Es de lo que me habló Audrey-Gracias al centro la magia, que es la que nos permite volar, nos da nuestros poderes y nos ayuda a hacer nuestro trabajo, existe. Y aquí viene la parte importante, el centro necesita energía y durante millones de años ha conseguido esa energía de un ángel. Spéculo fue el ángel creador de Vitrum. Él creó el centro y construyó la ciudad a su alrededor. Se casó con Mara y tuvieron hijos. Poco a poco, la ciudad fue llenándose, tanto de los hijos de Mara y Spéculo como por los ángeles que llegaban de todas partes del planeta que habían vivido en el mundo humano haciéndose pasar por uno de ellos. Los descendientes de Spéculo que nacían vinculados al centro fueron nombrados guardianes de Vitrum, estos tienen el papel que los reyes desempeñan en el mundo humano. Pero Nathaniel, que debería ser el siguiente guardian, no tiene ese vínculo con el centro. Lo tienes tú. Cuando Nathaniel era pequeño su madre decidió que le vendría bien pasar sus primeros años en el mundo de los humanos para que aprendiese a arreglárselas sin poderes y allí, desarrolló el vínculo que debería tener con el centro, contigo. Por eso los dos estáis destinados a estar juntos y tú estás vinculada con el centro.-Hizo una pausa.-Bueno preciosa, te dejo que descanses.

No podía creer toda la información que acababa de recibir. Tenía que hablar con este hombre en cuanto me levantase, parecía dispuesto a contarme todo lo que quisiera. También tenía que hablar con Nathaniel para que me diese explicaciones sobre mis recuerdos y no pensaba dejarle en paz hasta recuperarles. Entonces, sentí un dolor inaguntable en la espalda. Abrí los ojos de golpe y me levanté repentinamente intentando acabar con el dolor. Nada, era imposible, seguía ahí, la misma sensación que me provocó el humo negro que salió del armario en la otra habitación. Grité desesperadamente mientras agarraba las sábanas fuertemente. Volví a gritar pidiendo ayuda.

Noté unas manos sujetándome la cabeza. Conseguí centrar la mirada y le vi, Nathaniel estaba gritándome asustado, pero el horrible dolor no me dejaba escucharlo. Se fue corriendo y volví a quedarme sola. ¿Cuándo acabaría todo este sufrimiento? Nathaniel apareció en un lateral de la cama donde estaba tumbada y me cogió en brazos. Grité al sentir su brazo en mi espalda. Nathaniel me tumbó otra vez en la cama, pero me giró, de tal forma que pudo echar agua en las heridas de mi espalda y rodearlas con gasas.

Finalmente, me acarició la mejilla, me tapó con las sábanas y salió de la habitación. Yo ya no sentía apenas el dolor, pero no podía dormir. Demasiadas cosas pasaban por mi cabeza, no sabía como iba a acabar esto. Tenía la sensación de que todos esperaban mucho de mí y yo no me creía capaz de cumplir sus expectativas. Solo quería tener una vida normal, pero según los acontecimientos recientes nada podría volver a ser normal.

Ardor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora