Capítulo 15

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—Adelante —Dije animándole a hablar—.

—Vale Aria, tienes que escuchar sin interrumpirme y después puedes preguntarme lo que quieras ¿de acuerdo? —asentí y le miré fijamente, dispuesta a escuchar lo que tenía que decirme—. Cuando entraste en el armario sufriste un renacimiento. El armario es un portal que te permite ir al lugar en el que estás pensando. El problema es que solo puede ser usado por ángeles. Un humano no podría soportar el viaje, ya que éste conlleva un gran gasto de energía y como los humanos no disponen de tanta, mueren en el mismo instante que entran en contacto con el portal. —Paró un momento y me miró. Yo seguía sus explicaciones atentamente y notaba que la curiosidad iba creciendo—. Pero tú no eres completamente humana. El día que llegaste aquí, te llevé al núcleo. Estabas inconsciente y no te enteraste de nada. Pero ese día, cuando entraste en contacto con el núcleo, una parte de ti murió. La parte más humana. Hasta ahora el núcleo solo se había vinculado con ángeles, pero como yo me vinculé contigo y no con el núcleo, ahora eres tú de la que depende esta ciudad. Por eso cuando entraste en el armario, este te identificó como un ángel y se dispuso a llevarte a donde estabas pensando —Me acuerdo perfectamente de ese momento y sé que no estaba pensando en ningún lugar—. Pero como tú no sabías que el armario tenía esa habilidad no estarías pensando en ningún sitio en concreto y  te llevó al último lugar visitado —Nathaniel estaba incómodo, tenía el ceño fruncido y hablaba despacio, con cuidado de no hablar más de la cuenta—. El último lugar visitado era otra ciudad, pero no una ciudad como la nuestra sino una ciudad de ángeles caídos. Es un lugar en el que los ángeles han sido castigados y son despojados de sus alas. No es lugar para ángeles, nos guardan rencor y hay gente muy peligrosa allí. No sería la primera vez que intentan acabar con Vitrum y no escatiman en cuanto a asesinatos, violaciones o torturas. Al trasladarte allí, te convertiste en un ángel caído por un momento. Sé que no tiene sentido, ¿cómo puedes ser un ángel caído sino has sido un ángel antes? Tiene una explicación. Alguna gente del otro lado, los ángeles caídos quiero decir, quieren acabar con nosotros. No todos los caídos son iguales, algunos se arrepienten y quieren volver, pero últimamente se están organizando y están consiguiendo que más caídos se pongan en nuestra contra. Cuando tu pasaste a la ciudad y vieron que no tenías alas, vieron la oportunidad de convertirte en uno de ellos y lo hicieron, pero no contaban con que tu propio cuerpo rechazara las alas. Por eso tienes esas marcas en la espalda. Tienes que saber que pocos sobreviven a una transformación como la que has pasado. Eso quiere decir que eres más fuerte que muchos ángeles y los caídos lo saben. Ellos contemplaron como rechazaste las alas y ahora mismo se estarán preguntando quién eres.

Silencio.

Nathaniel me miraba serio. Yo le miraba seria, asimilando toda la información. Realmente tenía sentido. Pero había algo que no encajaba. ¿Por qué el último lugar que se había visitado con el armario era esa ciudad tan peligrosa? La mirada de culpabilidad que se abría paso en el rostro de Nathaniel cada vez que hablaba de los caídos seguro que tenía algo que ver.

—¿Te encuentras bien? —dijo Nathaniel rompiendo el silencio.

—Sí —dije un tanto seca con incomodidad. Tenía la sensación de que Nathaniel y los caídos tenían alguna relación—. ¿Y ahora qué?

No se esperaba esa pregunta. Se echó el pelo para atrás y se arrimó a la mesa para estar más cerca de mí.

—Ahora tienes que volver al núcleo, cuando te llevé no se recuperó ni el diez por ciento de la energía de la ciudad.

—Si voy al núcleo, volveré a quedarme inconsciente.

—Sí, es lo más probable. Pero te necesitamos, la ciudad entera te necesita. Para que todo vuelva a ser como antes.



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