Hechizado [A #1] ✔

2

Capítulo dos: Tomando la iniciativa. [+18]

Trago grueso y aprieto mis dedos en el borde del lavabo. Puedo sentir cómo el calor va apoderándose de mi cuerpo, cómo va expandiéndose desde el centro entre mis piernas hasta los dedos de mis pies y las puntas de mis orejas. Mi respiración está acelerada y Colton lo nota. No puedo pensar con claridad. Me humedezco los labios cuando mi corazón empieza a galopar con fuerza.

Nuestras miradas siguen enganchadas y, lo que no decimos con palabras, lo decimos con la mirada. Estoy segura de que puede ver cuánto lo deseo, cuánto lo he deseado estos últimos años. Yo veo cómo trata de aferrarse a su autocontrol. No quiere desearme, pero lo hace. Me desea y eso lo molesta, aunque no sé por qué.

No es como si fuera ilegal. Es mayor que yo, sí, pero eso no significa nada. Entonces ¿por qué se resiste tanto?

Su mandíbula se aprieta y su respiración vacila solo un poco cuando dejo caer las manos a mis costados. Nos seguimos viendo a través del espejo y noto que su mirada está completamente oscurecida, nublada por la lujuria y la excitación. La línea de su mentón es dura y puedo ver un rastrojo de barba iniciando, lo que solo lo hace lucir más... irresistible. Peligroso. Dioses, lo quiero tanto. Estoy segura de que folla de manera inigualable y no puedo esperar para comprobarlo.

Como si mis ojos le extendieran una invitación, se acerca todavía más a mi cuerpo y con un movimiento lento pega su pecho a mi espalda. Sin despegar sus ojos de los míos, toma mi pesada cabellera y la hace hacia un lado, dejando así mi cuello al descubierto. Sus cálidos labios se posan en ese hueco sensible y su boca se abre para darme una pequeña y caliente mordida que me hace gemir bajito. Sin poder controlarlo cierro mis ojos y ladeo la cabeza para darle algo más de acceso, lo que lo hace perder el control un poco, como si me estuviera rindiendo a él. Y es algo parecido, supongo. En este momento me estoy rindiendo, me someto a su dominio. Haría lo que quisiera para que apague el incendio que ha provocado en mi interior.

—Colton —gimo.

Aprieto mis párpados cerrados con más fuerza cuando siento que sus manos comienzan a moverse por mis costados. Bajan por mis caderas, por mis piernas, hasta que engancha sus pulgares en la cinturilla de los pantalones. Abro los ojos una vez más cuando comienza a tirar de ellos hacia abajo con un movimiento deliberadamente lento.

No desvía la mirada de mi rostro y yo me pierdo en sus ojos llenos de salvajismo por las reacciones que tengo ante su toque. Sus dedos dibujan estelas de fuego sobre mi piel y me remuevo inquieta, la molestia en mi centro se vuelve cada vez más insoportable.

Quiero suplicarle que me tome, que me posea y me haga perder el sentido, la razón, el juicio. Quiero pedirle que se hunda tan dentro de mí que nunca más alguien pueda hacerme sentir como él... pero no digo nada. Me quedo callada y no expreso mis deseos con palabras, sin embargo, mi mirada se lo cuenta todo, puedo verlo. El conocimiento en sus ojos y el debate entre hacerlo o no. Quiero que lo haga.

—Colton, por favor...

Me interrumpo. No quiero quedar en ridículo frente a él, como una niña necesitada de su toque, aunque a sus ojos eso es precisamente lo que soy.

—¿Qué quieres, Anya?

Su tono de voz es bajo y oscuro, lleno de promesas tentadoras. Abro la boca, pero no sale ningún sonido de ella. No puedo hablar.

Cuando los pantalones están a la altura de mis rodillas, Colton los suelta y los deja caer hasta que no son nada más que un charco de tela alrededor de mis pies. Con un tirón en mis caderas me hace salir de ellos y me gira para que mi trasero quede presionado contra el borde del lavabo y su erección se clava en mi vientre. Joder, se siente tan caliente, incluso a través de la tela de sus pantalones. Se pega un poco más a mí y gruñe, dejando caer la cabeza hacia el frente y escondiéndola entre mi cabello aún un poco húmedo.