Hechizado [A #1] ✔

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Capítulo cuatro: Una última vez. [+18]

Me despierto de repente, caliente y sudorosa. El cabello se me ha pegado a la nuca por la transpiración y mi pecho sube y baja con fuertes jadeos. Siento la garganta seca y el pulso latiendo con fuerza contra mi cuello. Ese sueño se sintió tan real...

Estoy tan enfrascada tratando de recuperar el aliento, que no me doy cuenta de que no estoy en mi habitación hasta que un cuerpo se mueve a mi lado. Un grito se queda atrapado en mi garganta cuando veo un fuerte y moreno tórax desnudo contrastando con las sábanas blancas.

"Colton".

La presión que siento entre mis piernas por el sueño tan vívido se intensifica con el recuerdo de Colton empujando entre mis piernas y gruñendo en mi oído, de nuestros jadeos inundando la habitación. Todo fue tan intenso, tan delicioso, que necesito más. Necesito más dosis de Colton y si la puedo obtener justo ahora sería mejor.

Sin querer despertarlo, llevo una de mis manos por mi cuerpo hasta la unión entre mis muslos y presiono un poco sin poder evitar que un gemido resuene en mi garganta. Estoy tan necesitada a pesar de haber follado hace poco tiempo y quiero aliviar el anhelo que siento. Me muerdo los labios al imaginarlo dentro de mí otra vez, en esta ocasión sin ninguna barrera de por medio. Muevo mis dedos en círculos y vuelvo a gemir.

Colton se remueve a mi lado y detengo mis movimientos cuando se gira boca abajo y su brazo cae sobre mi cintura acabando con mis intentos por tener un poco de alivio. Resoplo al ver que incluso en sueños me deja frustrado.

—Vuelve a dormir, mujer —dice Colton con su voz adormilada.

—No puedo —confieso.

Al escuchar mis palabras, gira su rostro hacia mí y el fuego en mis venas crece. Ojos entrecerrados, labios carnosos y una arruga por la almohada en la mejilla que lo hace lucir adorable. Más irresistible si es posible.

—¿Por qué?

—Uhm, yo... — De repente me pongo nerviosa. ¿Debería decirle o mejor callo?—. Pues... no tengo sueño. Se me fue.

Omito decirle el porqué.

Una de sus cejas se arquea y sé que sabe que estoy mintiendo. Se gira sobre su hombro para quedar de frente a mí y su mano se desliza justo un poco arriba del lugar en donde lo necesito con urgencia. Mi respiración se atasca en mi garganta al sentir su cálida mano sobre mí y veo el conocimiento llegar a sus ojos. Su mano se aventura un poco más abajo, tanteando para ver si no lo detengo, y no lo hago.

Cuando sus dedos se cuelan por debajo de la camiseta y rozan mi área húmeda y sensible, su respiración sale en una ráfaga excitada. Se humedece los labios.

—Creo que ya sé lo que necesitas. —El adormecimiento en su voz ha desaparecido—. ¿Qué tal yo dentro de ti de nuevo? —pregunta para comenzar a masajearme con dos de sus dedos. Un gemido ronco escapa de mi garganta y mi cuerpo se arquea ante su toque.

—Sí, por favor.

Ríe al escuchar mi súplica.

—¿Segura?

—Solo hazlo —exijo.

Sus dedos comienzan a moverse con una cadencia lenta y constante que empieza una hoguera en mi vientre bajo. Con cuidado los introduce en mí y sigue el tortuoso y magnífico vaivén de su mano. Sus labios se acercan a mi cuello y deposita un beso húmedo ahí justo antes de morder el lóbulo de mi oreja.

—¿Hacer qué, muñeca? —Curva los dedos en mi interior y toca un punto que me hace jadear sin pudor—. ¿Esto?

Con todo el pesar del mundo, sacudo la cabeza en una negativa. Mis manos vuelan a sus hombros cuando su cuerpo se cierne sobre el mío y saca los dedos de mí.