Capítulo 4

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Hoy era el primer día de clases después de las vacaciones de navidad, y me daba ilusión por una parte que es, porque vería de nuevo a todos mis amigos, y no me gustaba, porque, bueno... ¿A quien le gusta levantarse a las 7:00 de la mañana y más para ir al instituto?
Cuando ya estaba vestida, maquillada, duchada y había desayunado, me despedí de mis padres que se ivan a trabajar, y me subí al autocar que me llevaba al instituto.
-¡Hola! -me abrazó Marta.
-Hola Marta- le devolví el abrazo.

Cuando llegamos, fuimos directas a la clase que teníamos a primera hora.
-Buenos días a todos, me llamo Iván y voy  ser vuestro profesor de matemáticas todo este curso, espero que nos llevemos bien y que todo el mundo pueda salir de aquí con unas notas excelentes.
El resto de las clases pasaron entre presentaciones y poco más.
Cuando se hacen las 16:10 llegó a casa de la vecina.
- Le das de merendar a las 17:30, de cenar a las 21:00, a las 22:00 lo acuestas, y te vas a tu casa cuando vuelva del trabajo ¿de acuerdo?- me explica Rosa.
-De acuerdo- asiento.
-Muy bien, bueno, pues me voy a trabajar. Gracias por tu ayuda. Adiós- dice mientras coge su bolso.
-Adiós- le sonrió.

Subo a la habitación de Aitor, y me lo encuentro jugando con la PS5.
-Hola Aitor- le digo con voz dulce.
-Hola- ni siquiera me mira.
Rosa me ha dicho que no había nadie más en casa a parte de nosotros, miró la hora y veo que ya son las 17:30.
-Aitor, ¿vamos a merendar?
-¡Si! Bocata de nutella
Me río viéndolo tan contento- vale, venga vamos.
Cuando se está comiendose su bocata de nutella, escucho que la puerta se abre y entra Blake.
-Hola Blake
Me mira, y se sube a su habitación sin siquiera contestar y pongo los ojos en blanco.
-Ya he acabado- chilla subiendo por la escalera Aitor.
-De nada eh.
Cuando veo que esta en su habitación jugando de nuevo, me dispongo a bajar pero notó que alguien me agarra la muñeca y me carga en su hombro.
-Bajame- chillo golpeandole con los puños y con las piernas.
Me baja en cuanto llega a su habitación.
-¿Qué quieres?- le contestó furiosa cruzandome de brazos.
-No le digas a nadie, absolutamente a nadie, que vienes a mi casa.
-Pues, me parece que eso no va a ser posible.
-¿Quien más lo sabe?- pregunta con los dientes apretados y cruzandose de brazos.
-Marta
-¿Marta...? 
-Marta García
-Dame su número de teléfono.
-No.
-Damelo.
-Que no.
-Esta bien, ya me ocupare yo.
Y me voy a casa cuando Rosa llega, me ducho, me pongo ropa para estar por casa, cenar y me voy a dormir.

Mi vecino es imbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora