EL almuerzo familiar

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- Despierta dormilona, mis padres acaban de llegar.

- ¡Que! ¿Por qué no me despertaste?- grité buscando mi ropa

- No es cierto, sólo que tienes el sueño extremadamente pesado y no te había podido levantar.

- Que gracioso Nate, ¿qué hora es?

- Son las 8 am, nos encontraremos con toda la familia en Winson a las doce así que tienes tres horas para arreglarte, ponte linda.

- ¿Es formal o informal?

- Diría que informal pero conociendo a mi abuela ponte tacones.

- Está bien nos vemos más tarde Nate

- Te recojo a las 11am primor.

Salí de allí y me dispuse a ir hacia mi casa, en el camino me puse a pensar en la noche anterior, Nate era bastante cómodo, me reí de sólo pensar en él.
Al llegar a la casa me di una larga ducha, me encontraba masajeando mi cabello cuando en la puerta de vidrio comenzaron a aparecer huellitas de manos que guiaban a unas letras escritas con sangre. Que decían "corre" parpadee rápidamente y cuando volví la vista el letrero y las huellas habían desaparecido. Me convencí a mí misma que mi cerebro me estaba jugando una mala pasada pero en el interior sabía que esto era verdad, que esa niña me quería decir algo, y que debía averiguar que era.
Salí de la ducha y fui al cuarto de la abuela, encontré un lindo vestido de flores blancas con rojo en strapless, corte corazón y falda lisa que acompañe con unas sandalias con tacón rojas. Me apliqué algo de rímel, sombras rosas y labial rojo, le hice algunas ondas a mi cabello, como lo tenía muy largo casi no tenía volumen, y por ultimo empaqué alguna cosas en un bolso pequeño que iba a juego con los zapatos.
Estaba esperando a Nate cuando recordé que aún tenía el diario así que comencé a leerlo.

"18 de junio de 1940
Querido diario.
Mi nombre es Elizabeth sé que es la primera vez que me dirijo a ti, no comprendo porqué siento la necesidad de contarte todo lo que ha ocurrido, recién hoy arribamos a Bibury.
Estamos huyendo de la guerra, mi padre está deportado, él era un soldado alemán pero le impusieron la pena de muerte luego de reusarse a asesinar a un niño judío, según ellos era traición a la nación, como pueden declarar como traición un simple acto de humanidad, no comprendo lo que está pasando, la guerra está tardando más de lo que papá había dicho, hace algunas semanas sólo llego en medio de la noche y nos ordenó salir, mi madre y yo obedecimos alistamos lo que pudimos y salimos de nuestro hogar por ello vinimos a parar a Inglaterra, según mi padre buscando una mejor vida, pero lo que él no percibe es que mi vida se quedó allá, con mis amigos, con mi familia, tuvimos que dejar a mi hermanito Tom pues lloraba mucho y nos podrían descubrir, tiene tan sólo 1 año y medio y ya tuvo que afrontar los estragos de la guerra, él está con mi abuela pero sinceramente no sé qué puede estar sucediendo.
Cada vez que cierro mis ojos recuerdo el momento en el que logré ver un campo de concentración, estábamos cruzando la frontera rumbo Holanda, los soldados alemanes estaban sacando los cuerpos de los judíos por montón y los arrojaban a un hoyo, como si fueran basura, no podía siquiera imaginar a mi padre haciendo eso.
Cuando cruzamos la frontera vivimos desde otro punto de vista la guerra, vimos personas morir a cada instante, he reprimido muchos de los recuerdo de aquel recorrido. Al llegar a Inglaterra un amigo de papá lo ayudó a conseguir una identificación falsa y una casa en Bibury. Tendría que dejar atrás todo aquello me recordara mi antigua vida, nadie podía sospechar que éramos alemanes, o moriríamos, papá era el único que tenía acento inglés, tuvo que aprenderlo, después de todo él se encargó de conseguir los contactos que nos trajeron. Con mamá teníamos rotundamente prohibido salir de la casa, las posibilidades de que nos descubrieran tomando en cuenta nuestro ingles eran bastante altas así que tendríamos que estar en la casa siempre."

El diario de lizzieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora