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POV KAI

Es mejor reinar en el infierno que servir en el cielo.

Yo debería tener un infierno para mi cólera, un infierno para mi orgullo, un infierno para mi avaricia y un infierno para mi lujuria. Nunca he pretendido ser el villano de ningún cuento infantil, tampoco quiero ser el rey de una utopía, yo simplemente soy el demonio de mi propio infierno.

¿Rezar? Eso es de personas débiles, personas vulnerables que creen que después de sufrir una vida de pena y dolor les espera un hermosos cielo, donde todo es amor. ¡Insensatos! Vivir el presente porque puede que mañana no podáis hacerlo, esto es una carnicería, un juego de supervivencia y si quieres llegar a tu final feliz para ello deberás pisar los cadáveres de tus propios hermanos.

A tan solo cinco años de edad comprendí que el mundo en el que vivía no era como me lo había descrito mi madre. El mundo era cruel, enfermizo y olía a óxido y carbón. En cada esquina podías ver la cruda realidad de una sociedad egoísta donde las palabras solo eran vocales vacías de sentimientos. Aquí lo único que importa es vivir o matar.

Vivía junto a mis padres a las afueras de Arizona, vinimos al continente de América ilegalmente huyendo de Corea; mis padres pensaron que el virus era más vulnerable y la sociedad americana más abierta y con posibilidades de un futuro mejor.

Mentiras.

Odiaba mi nuevo hogar, odiaba no tener amigos, odiaba ser distinto a los demás, odiaba todo de Arizona. El ático en el que habitábamos era lúgubre, frío, bastante viejo y polvoriento. Siempre hacía calor y cuando no lo hacía grandes nubarrones oscuros se anclaban en el cielo descargando feroces tormentas eléctricas.

Mis padres comenzaron a trabajar en una fábrica de alimentos, se dedicaban a cortar carne y a envasarla para después ser llevada a los dos principales gremios de la ciudad. Pasaba mis horas encerrado en mi casa o en aquella endiablada fábrica donde observaba una y otra vez a adultos empuñar grandes cuchillos y despedazar la carne de animales, no sé porque empecé a desarrollar el extraño fetiche de admirar como mi padre rajaba el vientre de cerdos o corderos y como les sacaba diferentes órganos. Amaba el color rojo, adoraba el olor a la sangre.

Era distinto a los demás niños y mis padres empezaron a preocuparse; '' ¿Por qué no juega como los demás niños? ¿Por qué es tan callado? ¿Por qué es tan raro?'' Eran preguntas que mi madre hacía constantemente a mi padre, pero él simplemente contestaba con un '' Todavía es un niño, se le pasará...'' Tal vez si hubieran tratado de solucionar mis extraños comportamientos en esa temprana edad, tal vez no sería la persona que soy ahora, tal vez no sería un asesino y pudiera estar viviendo en una cálida casa acompañado de mujer e hijos.

Im-po-si-ble.

Mi madre en un arrebato de ansiedad después de que empezaran a despedir a muchas personas de su empleo decidió que era hora de dedicar tiempo a su hijo, al niño que disfrutaba matando ratas en las alcantarillas de la ciudad o clavando astillas a insectos. Pero no fue buena idea.

Me condujo agarrado de la mano por frías calles, calles encharcadas de agua que olían muy desagradables, mis pies descalzos empezaron a embadurnarse y al final llegamos a un extenso campo donde había varios trozos de madera y niños junto a sus respectivas madres jugando cerca del río.

—Es hora de que hagas amigos de tu misma edad. —dijo proporcionándome golpes en la espalda. Me gire y eleve la mirada para ver el rostro de mi madre, jamás le había visto relacionarse con otras mujeres u hombres. Claro que a esa edad no conocía el significado de la palabra marginación. Mi familia sufría marginación, lo llegue a entender en la adolescencia.

Apocalipsis ( Baekyeol & Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora