XVI

593 65 6
                                    

IN/a:

Advertencia:

Este capítulo contiene dulzura en extremo. No me hago cargo por diabetes, paros cardíacos u otra reacción. Se recomiendo discreción.

.

.

.

NAH. Sólo lean <3.


La confrontación se acabó cuando Francis decidió retirarse del lugar donde los otros dos estaban; no era adecuado "interrumpir" más y estar presenciando el peor error que Arthur estaba cometiendo. Lo hizo más por orgullo; su corazón estaba roto... pero era algo que se merecía por haber sido tan malo con la persona que quería. No podía enmendar sus propios errores. Por otra parte, Alfred tenía esa mirada oscura, fría, que a cualquiera le daría miedo, y el inglés la recordaba mejor que nadie.

Se encaminaron silenciosamente por el parque hasta llegar a la salida. No se miraban de forma directa, pero estaban conectados. Cuando volvieron a la casona, entraron sin hacer mucho ruido. Sus madres habían salido, y al parecer estaban solos en casa. La perfecta oportunidad para hablar calmadamente y sin presiones. Subieron las escaleras y ambos se internaron en la habitación de Arthur. Ya no era la misma de antes, claro. El color de las paredes era blanco, y ya no había nada relacionado con las estrellas aparte del telescopio. Había un estante con libros, una cama grande y un escritorio con un computador portátil sobre éste.

Arthur fue el primero en lanzarse a la cama. Se acostó a un lado e invitó al contrario a hacer lo mismo. Alfred no tardó en hacerlo, pero de espaldas al inglés, ocultando su rostro de él por alguna extraña razón.

- Oye... Alfred... - Le llamó con suavidad y el contrario, quien estaba sumido en sus más profundos pensamientos, se giró y lo miró. La mirada celeste volvió, y supo enseguida que no estaba molesto, al menos no con él.

- ¿Qué pasa?

- Perdón por... eso.

- Arthur... no me pidas perdón. Sabes a la perfección que jamás nos hemos llevado bien y que tarde o temprano pasaría esto. - Decía el americano mientras se llevaba una mano hacia la cabeza del más bajo y jugueteó con sus cabellos rubios. - Además... -Iba a continuar, pero creyó que era mejor el callarse. - Olvídalo.

- Dímelo ahora. - El más bajo hizo un pequeño puchero y con una expresión que fingía seriedad lo observó. Alfred suspiró; no podía resistir después de todo.

- Vamos... tú ya sabes...

-No sé, por algo te estoy pidiendo que me lo digas.

-Maldición, Arthur. Sabes bien que él está enamorado de ti desde que íbamos el Instituto... ni siquiera puedo creer que no tengas una relación con ese imbécil... ¿Por qué no le diste una oportunidad?

- Ehhh... -El de mirada color verdosa se mordió el labio. No sabía qué decir, pero tomó un poco de valor y con suavidad dijo. - Mira, Alfred. Han pasado muchas cosas en estos últimos años. Francis y yo somos compañeros aún, ¿entiendes? Yo ya sé que siente algo por mí... e incluso lo intentamos. Pero por más que quisiéramos tener "algo" más, no funcionaba. Una relación no funciona si no hay amor... Él me podrá amar, pero yo sólo amo a una sola persona y esa persona... -Hizo una pausa leve, para tomar un respiro. - ... eres tú.

- ¿Yo...? - El americano sintió que podría llorar de felicidad, pero se resistió, manteniendo una postura tranquila. Sólo tenía una sonrisa boba y los ojos tan brillantes como dos hermosos luceros que iluminaban la vida de Arthur con una sola chispa.

- Claro que sí, tonto. A ti te amo desde siempre. Desde que éramos dos niñatos. Joder... te amo desde que me defendiste de todos los que querían dañarme. Fuiste el único que estuvo cuando lo necesitaba y te amo por ser mi valiente caballero y matar dragones por mí.

- ¿Cómo haces para que me sienta como idiota cada vez que abres la boca? -Inquirió el americano, robándole una amplia sonrisa a su adversario.

- Las palabras son lo mío... Por algo estudio Literatura.

...

Y como tantas veces lo habían hecho, ambos se quedaron en la cama, mirándose. No hacía falta ni una palabra, ni siquiera un roce, sólo la mirada. No sólo se estaban hablando con los ojos; era más que eso. Era como si ambos se conectaran de ésta manera; era como hacer el amor. Para ambos eso era suficiente y les satisfacía.

Alfred decidió que no era suficiente; había deseado en esos 4 años tocar esa piel pálida, besar esos labios suaves y perderse con Arthur en el cielo. No quería desaprovechar la oportunidad que el destino le estaba dando. Por eso fue acariciando su rostro de porcelana, detallando sus frágiles mejillas, su nariz perfecta, sus párpados, sus pestañas largas y encrespadas, sus orejas y su mentón. Pero no se detuvo allí. Siguió con el cuello. Ese hermoso, aromatizado y comestible cuello, que había besado aquella vez en que sus cuerpos se fundieron como uno solo. Tuvo la pequeña tentación de posar sus labios allí y completó su cometido momentos después. Le besó de forma casta, sin intenciones, pero que a Arthur hizo estremecer, y así, pudo comprobar que esos mismos labios le habían besado antes. Eso le confirmaba que sí, ese era su admirador secreto, que le alegró con sus palabras, el que le enamoró.

Alfred le transmitía tanta paz... tanto amor. Ningún otro hombre podría hacerle sucumbir como él.

Ésta vez todo era tan distinto; se habían juntado simplemente para descansar y soñar con el mismo futuro, juntos. Ambos acabaron durmiendo, espalda con espalda, pero muy pegados. El americano fue el primero en caer y cerrar los ojos, mientras que el inglés miraba hacia una de las paredes. Estaba tranquilo y a la vez tan inquieto. Se giró suavemente hacia su acompañante.

-Alfred... ¿Estás despierto...? -Inquirió con delicadeza, y al no tener respuesta, suspiró.

Acabó de frente hacia su espalda ancha y poco a poco se fue pegando a él, rodeándolo con uno de sus brazos y apoyando dulcemente la cabeza. Eso le dio aún más tranquilidad, por lo que sus ojos comenzaron a cerrarse. Cuando estuvo a punto de dormirse, sonrió. No podía creer que estaba con su amado Alfred, sentir su calor era algo que no se comparaba con nada.

-Te amo... - Fue lo último que murmuró antes de dormirse, sin percatarse de que el americano estaba despierto y atento a cualquier acción suya.





Stars. [AU/ UsUk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora