III

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Arthur no supo cuánto tiempo estuvo en el sofá, mirando la pantalla del bendito televisor. Estaba tan aburrido, pero Alfred y Peter estaban demasiado animados, entre juegos, risas y las típicas tonterías que se decían.
Cuando dieron las 7, el inglés se puso de pie, atrayendo la mirada de su mejor amigo, quien le detalló de arriba a abajo con sus ojos celestes.

-¿Dónde vas? -Le preguntó y Arthur rodó los ojos, comenzando a caminar hacia la escalera.

- A preparar el telescopio, obviamente.

- ¡Espera! Deja que termine la partida y voy contigo. -Lo intentó convencer, pero los pies de Arthur le obligaban a avanzar.

-No te voy a esperar. - Dicho aquello, subió cada peldaño instintivamente, dejando al rubio algo aturdido. No porque se hubiese negado a seguirlo inmediatamente, sino porque su forma de caminar era demasiado hechizante.

- ¡Alfie, ya te mataron! -Exclamó Peter, sacándole de su extraño y perverso pensamiento. Miró hacia adelante una vez más y dejó el mando a un lado, levantándose de un salto.

- Perdón, Peter, pero creo que ya no podré jugar más. Lo siento. - Con una pequeña caricia en la cabeza se despidió, casi corriendo en dirección a las escaleras. El menor claramente refunfuñó y maldijo a su compañero de juegos por salir corriendo detrás de su celoso hermano mayor siempre. Oh, sí. Él lo sabía todo. Todo.

Alfred, por otra parte, subió a tropezones y se encontró con el inglés cerrando la puerta de un portazo. Se acercó de la misma manera y abrió, sin tocar. Entró y cerró a sus espaldas. Se encontró con su amigo arrodillado, ajustando el telescopio cerca del balcón de su habitación.

-Oye... ¿Por qué te fuiste así?

-Me estaba aburriendo. ¡Además! Se supone que ibas a estar CONMIGO, no con mi hermano. - Atacó el inglés, sentándose de golpe y cruzándose de brazos a la altura del pecho. El americano se acercó con una sonrisa enorme en el rostro y se arrodilló detrás de él, abrazándolo con firmeza y acercando sus labios hasta el oído derecho del de ojos verdes. Esto provocó que su rostro se volviera un verdadero tomate y que su respiración se acelerara al máximo.

- ¿Estás celoso de un niño...? -Contraatacó con calma y se carcajeó sin poder evitarlo.

- ¡N-no es eso! Idiota... ¿Por qué estaría celoso de mi... hermano?

- Hmm... no lo sé. Quizás te gusto y te molesta que pase más tiempo con Peter que contigo. - Lo dijo entre carcajadas, sin siquiera esperar que Arthur se molestaría y se sintiría muy mal. Éste golpeó al americano en el abdomen, alejándolo de inmediato y dejándolo sin aire.

- ¡No te burles de mí, Alfred! ¡Sabes perfectamente lo que siento y juegas conmigo!

Un silencio terrible se hizo entre los dos. Alfred miraba con una intensidad grande a su amigo y éste hecho una furia. Pasaron al menos dos minutos antes de que el de lentes suspirara y se sentara correctamente, delante de su amigo. Le tomó las manos sin preguntar y colocó la izquierda sobre su pecho.
Un corazón fuerte y salvaje golpeaba la zona con la velocidad de mil caballos de carrera. Arthur enrojeció ante aquello y desconcertado agarró la camiseta del más alto.

- Eres un tonto... ¿En serio crees que podría jugar con tus emociones? ¿Crees que todos los juegos significan nada para mí...? Por el amor de Dios, ¡mírame! Estoy perdidamente enamorado de ti desde que teníamos ocho años. -Dijo el americano, quitándose los lentes con rapidez y dejando ver aquellos ojos color cielo que se fundieron con los del inglés. - No entiendo por qué estás celoso, sabiendo que soy completamente tuyo.

- ¡Y-yo...! -Intentó hablar, pero el americano fue más rápido.

- No digas nada, Arthur. Simplemente escúchame. Te adoro, más que mi pasión por los videojuegos o la astronomía. ¡Tú eras el universo que yo quería conocer a fondo!

- Alfred... -La mirada del inglés se nubló repentinamente, y las lágrimas comenzaron a escurrirse por sus mejillas como si fuesen cascadas, preciosas cascadas que Alfred limpió con el dorso de su mano.

- Ahora que sabes la verdad... no debes dudar de mí y de mis acciones. Pero ahora, quiero escucharte... Dime qué es lo que sientes, Arthur. Dime...

- Yo... te quiero. Qué digo, te amo... He encontrado en ti a mi mejor compañía y a la persona que me ha iluminado desde la primera vez. Tú eres el astro que me acompaña todo el día... el que me protege y me quiere por como soy. Y-yo... -Dio una pausa, aunque simplemente para tragar saliva y continuar- ... también estoy enamorado...






...


El cielo azul ya estaba completamente estrellado cuando ellos decidieron recostarse en el balcón, a mirar las estrellas relucientes que aquella noche se dejaban ver. Arthur permanecía estático, mirando hacia arriba, mientras que el contrario lo miraba fijamente. No es que le incomodara, para nada... simplemente se sentía apenado por captar de esa manera la mirada de su amigo. Luego de la confesión, se había sentido más pleno en lo que quería intentar.

Con lentitud fue aproximando su mano a la del de lentes, hasta que logró tomarla y entrelazar sus dedos ligeramente, con simpleza, con mucho cariño y amor.

El mismo cielo que fue testigo de su bella amistad, también lo fue de su más grande amor.


N/a:

Aquí tienen la continuación que tanto pedían (?). Lamento la tardanza, no tenía inspiración suficiente. Espero que les guste y próximamente subiré el cap. siguiente.

¡Buenas noches, mis bellezas!

Stars. [AU/ UsUk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora