Anónima 1: Bajo el anonimato.

14. "Una decepcionada anónima"

Punto de vista de Olive

—No me agradan —le menciono a Em, ella estaba distraída viendo algo en su bolso y yo igual, pensando.

—¿Quiénes? —pregunta dirigiendo su mirada hacia mí.

—Maddison y Gavin —al ver su cara de confusión, agrego—, ahora se juntan con Nicholas.

Ella rueda los ojos.

—¿Hablas en serio? —asiento con la cabeza y luego dice—. Bueno, no se supone que deban agradarte a ti, si se juntan con él, y si el chico acepta que se junten con él, solo deben caerle bien a Nicholas.

Lo único que hago es fulminarla con la mirada.

Después de un rato digo: —No me estás ayudando, ¿sabías?

—Oye, yo —dice apuntándose a sí misma— solo digo la verdad.

—Tienes razón —suspiro.

—Eres extremadamente celosa.

—Lo sé, me doy cuenta y debo vivir con ello.

Ella ríe, lo que hace que yo también lo haga.

Suena el timbre y nos dirigimos a clase pero me encuentro con algo que no quería —ni necesitaba— ver.

Mis ojos se abren mucho presenciando la escena que se encuentra enfrente mío.

Maddison se encontraba sosteniendo la cabeza de Nicholas mientras lo besaba. Él se veía un poco sorprendido.

Me alejo de ahí rápidamente, para dejar de ver aquello.

Siento mis ojos llenarse de lágrimas, mas me niego a que salgan. Me dirijo al baño para lavarme la cara y luego me apresuro para llegar a la clase, a la cual el profesor estaba llegando.

No es nada, Olive.

—Buenos días, profesor —le saludo con una sonrisa amable y rogando en mi interior que mi nariz no este roja o que mis ojos no se vean tristes.

—Buenos días, Olive —saluda él y me deja entrar primero, cuando él lo hace, cierra la puerta.

Me doy cuenta en que Nicholas ya se encuentra en la clase, muy distraído. Dejo de mirarlo y me voy a mi lugar para sentarme.

Durante la hora de clase, me cuesta mucho concentrarme.

Primero que nada me abofeteo mentalmente por semejante escena de celos que, espero, nadie haya visto. Sé que tampoco fue demasiado pero no tengo derecho de estar celosa por alguien que no es nada para mí, por una persona con la cual apenas intercambie unas palabras.

Me cuesta mantener la compostura, me cuesta no gritar, no levantarme ahora mismo e ir a decirle lo que siento. Cosa que no haré, aún.

Al final de la clase, pienso que igual debo dejarle una nota y le pregunto algo que yo creo que es cierto. Aunque sé que no podrá responderme, por lo que debo asumir lo que sucede por mi cuenta.

Salgo del salón y le comento a Emily lo sucedido.

—Lo siento —me dice—. Aunque no tengo ni idea de por qué dije eso.