Capitulo 2 Un nuevo despertar (Draco Malfoy must be die).
Draco entro a su habitación, en las mazmorras de Slytherin, sin aparecerse en el banquete de bienvenida. Si pensaba que no le podía ir peor esa noche, termino golpeando a Potter y dejándolo petrificado en el tren. Si su intención era pasar desapercibido había fracasado estrepitosamente. Su mano acaricio instintivamente su antebrazo izquierdo donde estaba, mordiéndole la carne, la marca oscura. Ese comportamiento errático debía acabarse, no debía llamar la atención, era crucial para su plan. No haría nada en relación a Potter, era su enemigo declarado, pero a la sangre sucia tenia que quitársela de encima, no podía andar por el mundo golpeando mujeres, así que haría un pacto de no agresión con ella.
Draco se echo en la cama completamente vestido, ni los zapatos se quito. Cerró los ojos rogando estar lo suficientemente cansado para no tener pesadillas.
Hermione conducía a los niños de primero a la sala común de Gryffindor. Caminaba por los pasillos distraída en sus pensamientos. De alguna forma logro evitar y esquivar la retahilla de preguntas de Harry y Ron, cuando apareció de manera sorpresiva en su vagón, bastante agitada. La sangre se la había quitado con un hechizo, pero el susto lo tenia incrustada en el rostro. Luego al parecer Harry también había tenido su momento "Malfoy", lo cual reafirmaba, que ese ingreido había regresado mas sádico que nunca. Pero ella todavía no podía deshacerse de la sensación de culpabilidad de haberle abierto la cabeza en dos. Hermione movió la cabeza de un lado a otro, bueno era cierto, se sentía culpable, pero ese desgraciado bien que se lo merecía, además Harry no la había pasado nada bien. Por otro lado estaba el asunto de la marca tenebrosa, ¿seria cierto que Malfoy ya era un mortifago? ¿O serian solo alardes de los Slytherin?, temprano en la cena, había escuchado un comentario de las hermanas Patil, afirmando que era el chisme de la noche en la mesa de los Slytherin.
No podía entender, para que Lord Voldemort quería en sus filas a un chico de 16 años, que ni siquiera había terminado su educación mágica. Lo mas seguro fuese que el propio Draco Malfoy hubiese empezado los rumores, para si añadir a su fama de chico mas apuesto de la escuela ( Hermione al pensar esto , se metió el dedo índice en la boca, intentando provocarse nauseas, los niños de primero la miraron asustados y se apartaron, ella les sonrió) la de hombre peligroso entregado al mal. Bueno había algo que no podía negarse, en tercero ella fácilmente le había dado un puñetazo en la cara. Pero en el tren ella sintió que se estaba enfrentando a un hombre y no a un niño, cuando él le apreso el cuello con sus poderosas manos. Se había sentido totalmente indefensa, en su poder, algo que nunca le había pasado con Draco Malfoy, en general se sentía en igualdad de condiciones con él. Pero eso había sido hasta hoy, había necesitado de toda su energía para patearlo. Todavía tenia las marcas en su cuello, lo había disimulado con la bufanda. Por alguna razón, esos moretones no desaparecían con los hechizos comunes, no quería ir con Madam Pomfrey porque seguramente ella haría un montón de preguntas incomodas que ella no quería responder. Y el único testigo, Theodore, no diría absolutamente nada, estaba segura de ello.
Llegaron a la sala común, la señora gorda como siempre le pidió la nueva contraseña.
-Tiempos de cambio- dijo ella, el retrato se abrió y todos pasaron al interior de la torre de Gryffindor. Ya Ron y Harry estaban allí, pero de manera inexplicable, ambos mantenían un silencio sepulcral, indiferentes a la atmósfera festiva de alrededor, con todo el mundo reencontrándose y recordando travesuras del verano. Harry estaba mirando a Ginny en ese momento con una expresión de melancolía, y Ron echaba un vistazo sobre Lavender Brown disimuladamente. Hermione sonrió y decidió pasar directamente al dormitorio. Ver como sus dos amigos lucían como dos trolles atrasados, en sus primeros pinitos en el largo y espinoso camino del amor, no se le antojaba para nada esa noche. Ya ella había tenido suficiente con un año de noviazgo epistolar con Victor Krum. Hermione llego a su habitación de prefecto, se descalzo, se echo sobre su cama y sin desvestirse, cerro los ojos, esperando que el día siguiente fuese mejor que este, lo había estado analizando y si quería pasar el resto del año tranquila, se comería su orgullo y trataría de llegar a un pacto de no agresión con el imbecil del rubio. No le tenia miedo, pero sabia que debía ocupar su mente en cosas mas constructivas que andar ideando la nueva maldición que le echaría encima si él se atrevía a acercarse a un metro de ella.