Capitulo 3 Despertares
"……………………………..en un momento dado, empecé a contar los ladrillos del muro del castillo, tratando de distraer mi atención. Lo que tanto temía que sucediese, sucedió. No había posibilidades de echarse para atrás, en todo caso solo seria para tomar impulso. Y yo seguía tratando de no pensar en ello, mirando las paredes.
Seguiré adelante, asumiré las consecuencias de mis actos y tu también lo harás, lo se, te conozco amor .Mientras camino lentamente por los pasillos, la oscuridad de la noche me envuelve y yo solo pienso, ¿Por qué diablos lo hiciste? ¿Porque me obligas a enfrentarte? ¿es que acaso no es suficiente lo que siento por ti? ¿Por qué no te basta? ¿Por qué no te conformas con eso? O mejor, puedo hacerme esas mismas preguntas y responderme lo mismo que una vez dijiste. Yo te he entregado mi corazón, mi vida y mi alma. Tú eres importante, LO MAS IMPORTANTE, lo sabes, TE AMO. Pero hay prioridades, amor, lamentablemente para ambos, nunca ocupaste el primer lugar, ni yo tampoco ocupe el primer lugar en el orden de tus cosas. Yo haré lo que tenga que hacer, tú harás lo mismo. Y si en el camino, después de tanto tiempo, nos encontramos, la pelea será a muerte, para ambos…………………………Porque yo no puedo vivir sin ti y tu igual……."
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En la sala común de Slytherin, la penumbra solo era cortada por unas luces de tonos verdosos que provenían de una araña de cristal que oscilaba lentamente en el techo. La sala estaba decorada en un estilo austero pero elegante, con varios sofás de cuero negro. En ese momento en uno de ellos, estaba un chico de séptimo poco agraciado con bastante acne en el rostro, pero sus músculos remarcados, revelaban que era un jugador de Quidditch. Draco había esperado junto a las escaleras que saliera todo el mundo, a ver si esa noche, finalmente podría hablar con él. Cuando vio que Montague se quedaba solo, aparentemente resolviendo unos problemas de Aritmancia en un pergamino, Draco vio su oportunidad. Se adelanto vestido con un sobretodo negro, para protegerse de la lluvia otoñal. Era el primer sabado del nuevo año escolar y él había dado una vuelta por los terrenos del castillo, para distraerse y para huirle a Pansy, que estaba desesperada por hablar con él.
-Montague, necesito que me cuentes de nuevo lo del armario- dijo Draco, sentándose en el sillón y cruzando los brazos, su tono de voz fue de complicidad. Una lección muy importante que estaba tratando de aprender era dejar su grosería atrás, que a veces con amabilidad podría conseguir muchas más cosas de los demás, un paso mas en el largo camino de convertirse en el perfecto embaucador. Sin embargo Robert Montague lo miraba suspicaz, Draco le sonrió y él otro chico entro en confianza.
-Esta bien Malfoy, escucha con atención, porque no lo contare de nuevo- a Montague no le gustaba recordar esos 2 meses patéticos en donde casi se muere de hambre y se vuelve loco- cuando los malditos Weasley´s me metieron en ese armario,( que esta en una sala especial en el séptimo piso, que aparece y desaparece, la misma que usaron los ED el año pasado) encontré una salida del otro lado, creo que era en Borgin y Burkes, porque escuchaba la voz del viejo Borgin, la puerta estaba trabada, así que no podía salir de ninguno de los dos lados. Si no hubiese sido por la loca de Trelawney, que estaba en la sala escondiendo sus botellas de jerez, todavía estuviese encerrado en ese armario. Ah, otra cosa cuando estas metido dentro, el tiempo no pasa. Me sorprendí cuando me dijeron que había estado dos meses desaparecido, para mi fueron solo dos días mas o menos.
-Puedes llamar a esa sala, sabes el conjuro- pregunto Draco fijando sus ojos grises en Montague. Este ni siquiera se inmuto, era tres años mayor que Draco, había repetido dos años en Hogwarts, así que ese mocoso no lo iba a intimidar con esas miradas. No le caía mal Malfoy, solo que no le inspiraba confianza.