PROFUNDAMENTE ARREPENTIDO

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Capitulo 21 Profundamente arrepentido

Un año pasó……………….entre la oscuridad de Azkaban y su oscuridad interior. El ambiente de la cárcel era frío, solitario e inhóspito. La mayoría del tiempo, se la mantenía calado hasta los huesos. Sentía su corazón enfriándose poco a poco, como si a medida que pasase el tiempo, la humanidad que tenia dentro de él se fuese escapando, para dejar una cáscara vacía, solo una chispa en medio de todo, aun lograba darle algo de calor, el recuerdo de Hermione Granger era lo único que lo hacia sobrellevar el infierno helado, como él denominaba a la prisión enclavada en el mar de Norte, un punto anónimo en medio de la nada. Hermione, la dueña absoluta de su corazón. Meditaba mucho, en general sobre su propia existencia, sobre la fatalidad que había guiado su vida desde hacia tres años, en la diferencia entre ser y querer ser, en lo inútil que resultaba a veces seguir auto compadeciéndose, pero era inevitable, era un chico de 18 años, cuya vida había terminado. El cuartel de aurores había dejado de interrogarlo, nadie preguntaba por él, nadie de su escasa familia mostraba el menor interés, ni su madre lo visitaba. Harry Potter había cumplido su parte del trato, jamás volvieron. Eso le daba un poco de tranquilidad, pero en el fondo de su alma, anhelaba verla aunque fuese una vez mas. La suerte de Hermione Granger era algo que no lo dejaba conciliar el sueño.

La mayoría del tiempo lo consumía ejercitando su cuerpo, lo cual había hecho que fuese mas fuerte de lo que jamás hubiese imaginado, él nunca fue alguien corpulento y no lo seria, pero las venas se tensaban alrededor de sus brazos, definiendo una musculatura fibrosa que nunca un Malfoy había ostentado, el trabajo físico no era algo que ellos cultivaban, eras unos aristócratas no unos campesinos. Practicar con los barrotes de la ventana, sin duda dejaba beneficios, no tenia varita y no sabia hacer magia si ella, así que dependería solo de su fuerza física, si llegaba a tener una oportunidad de escapar. Los meses continuaron con él preparándose, evitando que su mente flaquease, había escondido la poción multijugos en un ladrillo suelto de la pared, Gracias a que la poción podría durar años en perfectas condiciones, todavía tenia una oportunidad, en cuanto se presentase la ocasión, lo haría, la utilizaría. Pero durante todo ese tiempo, nada había sucedido. Era ajeno a los acontecimientos del mundo y casi nunca hablaba con nadie. Ya incluso se le había olvidado el tono de su propia voz. Las noches en vela en su cama, solo recordaba aquellos momentos con ella, en donde casi había rozado el cielo. Muchas cosas habían cambiado, pero su amor por ella, cada día era más fuerte. Y su odio por todo lo demás también.

-Tac, tac- Draco se levanto sobresaltado de su catre, se arrodillo y empezó a explorar su calabozo, buscando el origen del ruido. Estaba descalzo, con los pies sucios. Lo dejaban salir a bañarse cada dos días, y tenia un retrete y un lavamanos en su celda, además de algunos cambios de ropa. No se había visto la cara en año y medio, su cabello estaba largísimo, pero no le molestaba, lo protegía del frío. En Azkaban mantenían a los presos vestidos con piyamas de rayas, aunque él había vestido de civil mucho tiempo, el cambio a piyamas solo le confirmo que ya no había esperanza, nadie lo sacaría de allí, al parecer ni siquiera harían el intento, ni su familia ni los mortifagos. Sin embargo conservaba su ropa y sus zapatos en una bolsa, solo tenia la ropa allí para conservar la esperanza, era lo mismo que tenia puesto cuando lo capturaron o mejor dicho cuando se había entregado, las vestimentas estaban algo deterioradas por el paso del tiempo y la bolsa no tenia ninguna soga o cuerda para anudarla. En esa celda no había nada con lo que pudiese atentar con su vida, era una idea que nunca pasaba por su cabeza, definitivamente no le provocaba ahorcarse con la sabana, pero al parecer eso era lo que más o menos todos los presos de ese lugar terminaban haciendo tarde o temprano, suicidarse.

- Tac tac- Draco empezó a pegar su oreja contra la pared, buscando el origen de ese repiqueteo, sintió el sonido mas cerca y luego este ceso.

-¡Demonios!- Draco lo dijo en voz alta y salio a buscar la cuchara del tazón de la comida de la mañana, con el objeto de metal, toco un ladrillo de la pared, repitiendo los mismos sonidos Tac tac Tac.

EL ORDEN DE LAS COSAS (por Jos Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora