Capitulo 34 "Buscando la Verdad"

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Me senté sobre él con las piernas a los lados y entró en mí, empecé a moverme lentamente, con mis manos sobre el respaldo del asiento, él movía las suyas de mis muslos a mis nalgas. Nuestros rostros estaban pegados por la nariz, nos mirábamos, jadeábamos en sincronía, a la par que nuestros cuerpos se fundían en uno. Aceleré los movimientos, él me sostenía por las caderas, nos besamos apasionadamente en tanto los movimientos se volvían más frenéticos, buscando un solo objetivo. Rompí el beso y puse mi boca en su cuello moviéndome aún más rápido y segundos después sentí como mi cuerpo se estremecía al llegar al éxtasis total al mismo tiempo que él.

Me quedé así unos minutos, mientras nuestras respiraciones recobraban su curso normal, lo besé nuevamente y luego de un lapso me separé, al pasarme al otro asiento no sé cómo, creo que con el codo hice sonar la bocina del auto. El soltó una risa divertida y yo también. Me puse la ropa mientras él se acomodaba la suya. Encendió el auto que respondió a la primera y lo miré sorprendida, arqueando una ceja.

- Está bien, me pillaste y me confieso culpable, jamás falló el auto - aceptó con una sonrisa en los labios.

- ¡Me engañaste!, eres un mentiroso y un tramposo - dije cruzándome de brazos.

- Tú eres la causante de todo, me vuelves loco, no podía esperar hasta la noche para tenerte entre mis brazos.

- ¿En serio? - pregunté un tanto sonrojada.

- Por supuesto, no sé qué me pasa cuando estoy contigo que pierdo el control, eres un peligro Oriana, nublas mi mente y no me permites ver las cosas con claridad.

- Quizá debas remitirme a las autoridades - respondí jugando.

- Eso haré, pero tu condena será estar encerrada en un cuarto conmigo, sin oportunidad de fianza ni de apelación.

- Eso sí me da miedo - exclamé y me abracé a mí misma.

- Debería, en serio, ya no sé qué otra locura podría cometer, eres una hermosa tentación andante.

- Definitivamente deberían encerrarme, en una torre alta sin accesos.

- Y yo iría a rescatarte - dio la vuelta en la siguiente esquina - ya no puedo imaginar mi vida sin ti, definitivamente me hechizaste.

Mi corazón se disparó ante esas palabras y ya no supe que más decirle, coloqué mi mano encima de la suya, sobre la palanca de velocidades y él me sonrió, en un semáforo en rojo se acercó y me besó dulcemente. Seguimos el trayecto en silencio, yo quería preguntarle tantas cosas, pero no sabía cómo, no quería arruinar el momento, parecía mágico. Llegamos a la casa, Julián metió el coche a la cochera, me ayudó a bajar y me dio un beso en los labios, yo lo miré asustada.

- ¡Julián!, pueden vernos.

- Tranquila, todavía siguen viendo el partido - respondió y volvió a besarme, pero después de unos segundos lo separé.

- Basta, no es bueno tentar a la suerte.

Me sonrió y luego bajó las bolsas del maletero, caminamos a la cocina y dejamos todo ahí, en efecto, Bruna y Gaston seguían viendo el partido. Él me preguntó por las cervezas y le dije que se nos olvidaron, sólo esperaba que no notaran que nos tardamos más de la cuenta, pero al verlos tan emocionados siguiendo el partido descubrí que no habían sentido el tiempo pasar.

Subí a darme una ducha y cuando bajé ya había terminado el partido. Bruna y Julián estaban en la cocina y no pude evitar sentir celos de esa escena, pero cuando él se dio cuenta de mi presencia me guiñó un ojo y se me aceleró el corazón, olvidando la molestia. Gastón estaba afuera de la casa, hablando por su móvil otra vez, así que me puse a preparar el flan.

Era una situación tan extraña, Julián partía las lechugas mientras Julieta preparaba la pasta y yo estaba poniendo los ingredientes en el molde, entonces extrañamente, noté que la actitud de ella estaba un poco diferente, no estaba tan efusiva con Julián y por primera vez escuché que lo llamó por su nombre en lugar de decirle "baby", que por cierto, odiaba que le dijera así.

Gastón entró finalmente y también se puso a ayudarnos, puso el vino en la nevera y comenzó a separar las uvas de los racimos. Parecíamos cuatro buenos amigos de toda la vida compartiendo un agradable momento culinario, incluso las cosas entre Julián y Gastón estaban más relajadas, se habían olvidado del acalorado partido de ping pong y, como mi novio estaba distante conmigo, Julián se estaba comportando tranquilamente. Como a las seis estaba lista la cena, Bruna y yo pusimos la mesa y después nos sentamos los cuatro a comer mientras seguíamos hablando.

- ¿Por qué no mezclas los alimentos Oriana?, de todas maneras se mezclan en el estómago - preguntó Bruna divertida.

- No sé, es una manía que tengo desde niña, creo que fue a raíz de una vez que me enfermé del estómago.

- Que curioso, nunca había conocido a alguien así y yo que pensaba que era rara.

- Creo que todos tenemos alguna manía, la de Gastón es hablar por teléfono.

- Cariño, no es algo que disfrute mucho, créeme, es sólo por el trabajo.

- Yo también trabajo mucho Gastón, pero no soy esclavo del teléfono - dijo Julián serio mientras lo fulminaba con la mirada porque me había agarrado la mano, pero yo la retiré suavemente para que él no notara nada extraño.

El comentario de Julián aunado a la conversación que yo había escuchado en la mañana y al volver a verlo hablando por teléfono, me llevaron a la conclusión de que Gastón escondía algo, quizá no era una amante, pero había algo raro en su vida que no quería que yo supiera y lo analicé con la mirada unos segundos tratando de descubrir que era lo que me escondía.

Después que terminamos de cenar vimos una película de acción, hubo un momento en el que entré a la cocina por un vaso de zumo y Julián entró tras de mí.

12.03.16

Grande Tentación - OrianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora