Capitulo 44 "Eres mi única droga."

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Me sonrió, deslizando su dedo pulgar por mis labios y luego me besó en tanto su mano bajaba aún más allá de la cintura haciendo que mi pulso se elevara mientras sentía como su cuerpo reaccionaba debajo del mío.

- Julián, por favor, tengo que meterme a bañar - objeté en un susurro.

- Sólo otro beso, ¿sí? - respondió dando la vuelta para quedar sobre mí.

- No quiero llegar tarde - dije mientras sentía como frotaba su sexo con el mío y besaba mi cuello, alterándome más.

- Te prometo que será rápido - musitó en mi oído y luego lo lamió.

- Aún nos queda la noche de hoy - exclamé acariciando su espalda.

- Faltan muchas horas - dijo entrando en mí nuevamente.

- Dijiste que... ah... sólo un beso... - señalé con la voz entre cortada moviéndome a su ritmo constante.

- No puedo evitarlo... tengo hambre de ti... - agregó moviéndose más rápido y besándome frenéticamente en tanto mis uñas recorrían su espalda.

- En serio... ¿no te tomas nada? - pregunté sintiendo aún más la intensidad de sus movimientos dentro de mí.

- No corazón... tú eres mi única droga.

Embistió en mí unas veces más hasta que exploté e instantes después él lo hizo también y luego volvió a besarme en los labios.

- Buenos días, corazón - exclamó mirándome y sonriendo.

- Buenos días, cariño, ¿ya puedo ir a bañarme?

- ¿Es necesario?

- Sí, ya te dije que debo ir a trabajar.

- Está bien - se acostó a un lado y me levanté de la cama - ¿quieres que te lave la espalda? - añadió en tono sensual.

- Hoy no, tengo que ducharme rápido y sé que contigo sería imposible - respondí entrando al baño y cerrando la puerta sintiéndome feliz como nunca antes.

Había sido el mejor despertar de toda mi vida, me volvía loca que me dijera corazón y más cuando pronunciaba esas dos extraordinarias palabras que me hacían flotar, pero no sólo que las dijera sino que me lo demostrara, Julián me amaba tanto como yo a él, ayer me lo había dejado muy claro con todas sus actitudes.

Salí del baño envuelta en una toalla y lo vi acostado en la cama boca arriba, con sus manos detrás de su cabeza, me sonrió al verme, yo le devolví la sonrisa y abrí el armario para sacar la ropa que me pondría, sentí que me abrazó y me dio un beso en el hombro y luego recargó su cabeza.

- Qué bonito cantas - exclamó haciendo que me sonrojara.

- Oh dios, que vergüenza que me hayas escuchado.

- ¿cuántas veces he recorrido tu cuerpo desnudo sin ningún pudor y te avergüenzas porque te escuché cantar? - dijo en tono divertido y más me sonrojé.

- Es que no lo hago bien y no me gusta que me escuchen.

- Claro que lo haces bien, te hace falta un poco más de confianza en ti misma.

- Creo que necesitas que te revisen los oídos o bañarte mejor.

- Me encanta tu sentido del humor.

- Ya déjame vestir que no te encantara verme de malas.

- No importa, ya sé lo gratificantes que resultan las reconciliaciones.

- Julián, apenas tengo el tiempo justo para llegar a la hora exacta.

- Está bien - me dio un beso en la cabeza - ¿almorzamos juntos? - añadió soltándome.

Grande Tentación - OrianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora