Capitulo 27 "Cual recién casados"

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Finalmente llegamos a nuestro destino, al subir al taxi le entregó un papel con una dirección, yo bajé la ventanilla del auto para permitir que el aire acariciara mi cara. Minutos después llegamos a un muy bonito vecindario y el taxi se estacionó frente a una hermosa casa con techo de dos aguas. El taxista bajó las maletas y las puso justo en la puerta. Gastón le pagó y después me tomó del brazo para caminar juntos, sacó unas llaves del pantalón y abrió la puerta, tomó el par de maletas y las dejó en mitad de la sala. La casa era relativamente pequeña, pero muy espaciosa y con muebles rústicos de madera.

- Gastón, ¿de quién es esta casa? - pregunté sentándome en el confortable sillón.

- De un cliente, me la prestó por este fin de semana, al parecer quiere venderla y la anda promocionando a ver si alguien se interesa por ella.

- ¿Tú eres un posible comprador?

- Eso le hice creer con tal de que me la prestara, así nos ahorramos lo del hospedaje y lo gastamos en otra cosa, ya después le diré que no te gusto.

- Francamente es muy linda - respondí entrando a la cocina - pero, no podríamos costearla, el rumbo parece muy caro.

- Lo es, así que mejor disfrutemos de la casa por estos días, subiré las maletas, para ir a comer y dar un paseo por los alrededores.

Salí de la cocina para seguir explorando la casa, al fondo había una hermosa cantina, con las copas colgando del techo y varias botellas en los anaqueles, fui a curiosear y vi que había casi de todo, brandy, ron, whisky, vodka, tequila, pero todas estaban selladas, parecía que sólo formaban parte de la decoración.

Gastón bajó corriendo las escaleras y salimos. Caminamos un poco hasta llegar a la avenida principal y ahí tomamos un taxi. Comimos en un bonito restaurante y estuvimos platicando por un par de horas, como en los viejos tiempos, en el garaje de su casa, en el cual había sido nuestra primera vez, un día que su padre fue a casa del mio a ver un partido en la televisión, aquello parecía tan lejano.

De regreso, pedimos al taxista que nos dejara en la avenida principal y bajamos caminando por el sendero, jugando y haciendo bromas, me había olvidado de todo eso, Gastón solía ser muy alegre y jovial antes de entrar a trabajar a aquella casa de bolsa que lo había convertido en un adicto al trabajo. Y no pude evitar sentir remordimientos por mi conducta, él matándose en el trabajo y yo enredándome con un hombre que, para completar el cuadro, era cliente suyo, me pregunté que tanto se frecuentaban, pero decidí no expresarlo en voz alta.

Al ir cruzando el caminito que llevaba a la entrada principal de la casa un aroma delicioso a comida llegó a mi nariz, lo que me recordó que hacía mucho yo no cocinaba. Gastón abrió la puerta y al entrar a la sala escuchamos música proveniente de la cocina, ambos nos volteamos a ver y le mostré mi Ipod que lo traía en la bolsa de mi chamarra. Así que, sigilosos y yo con un poco de miedo, caminamos lentamente hacia la cocina que tenía la puerta cerrada, Gastón la empujó con sumo cuidado y casi me da un infarto al ver a Bruna y a Julián cocinando y cantando cual recién casados. Volteé a ver a Gastón con una cara de no dar crédito y él sólo se encogió de hombros sorprendido por verlos también ahí, carraspeó un poco, Bruna volteó y nos miró extrañada, pero nos sonrió. Julián también volteó y la expresión en su rostro era inescrutable, no daba el menor indicio de lo que pasaba por su mente.

23.02.16

Grande Tentación - OrianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora