Jueves 23 de marzo
Eric
Cierro mi taquilla con cuidado. Sin hacer ruido. Sé que ellas reconocerían el sonido de mi taquilla cerrándose incluso desde el otro lado del edificio.
Miro a mi alrededor: todo despejado.
Avanzo por el pasillo, conteniendo la respiración, a la espera de que alguna de ellas aparezca de repente doblando una esquina o saliendo de un aula, pero parece que todo el mundo se ha ido ya a casa, porque lo único que oigo es el rumor de la fregona del conserje rozando el suelo en algún lugar cercano del instituto.
Ya estoy más cerca de la salida, la veo delante de mí. Y es un alivio pensar que, por una vez, voy a tener una tranquila vuelta a casa.
Estos últimos días han sido agotadores. Siempre lo son, al principio y al final del curso. Al principio porque, después de las vacaciones de verano, todas las chicas saben que estaré soltero, con un 100% de probabilidades. Y no se equivocan. No me gustan las relaciones, las relaciones largas quiero decir; y a esas chicas tampoco, y por eso me buscan. Por eso, y porque soy el primero en su lista, y después va mi mejor amigo Dani, luego los gemelos... Así hasta completar a mi grupo de amigos, y después, si no han conseguido camelar a ninguno, se rinden.
Demasiado cliché, ¿no os parece? Las series y libros de adolescentes han hecho mucho daño a esta generación.
Pero el problema está cuando lo intentan por primera vez de nuevo después de todo el curso, ahora que ya casi ha acabado. Por eso debo estar atento, y respirar lo necesario, porque hoy no me apetece salir en las redes sociales de nadie, ni sentirme como un juguete de feria. Y, la verdad, aunque al principio me resultaba divertido, ahora incluso yo creo que esas chicas merecen algo más que esto, y me hace sentir bastante mal que sigan con este juego del Playboy. Y todo por aquel disfraz de conejito de Halloween.
Después de eso no volví a disfrazarme jamás para una fiesta.
—¡Eric!
Mierda. He estado tan ensimismado en mis pensamientos que no me he dado cuenta de que ya he salido a la calle, y ellas están ahí, esperándome para ver cuál me acompañará hoy a casa.
¿En serio? Igual que yo no soy un juguete de feria, ellas tampoco. No entiendo porqué tanto empeño en parecerlo.
—¡Eric! —vuelve a llamarme la voz de aquella chica.
Es Quina, una chica castaña con la que puede que haya tenido algo más de una vez. Pero lo cierto es que, aunque es la más pesada de todas, también es con la que más me divierto cuando olvida su faceta de chica popular y simplemente es ella: la chica a la que le gusta hacer bromas y pasear por el parque con nuestros perros. A veces hasta pude dar buenos consejos.
—¿Quieres que te acompañe a casa hoy? —me pregunta, aun viendo la expresión de "no por favor" en mi rostro incluso antes de acercarse.
—La verdad es que hoy no...
—¡Eric! —Astrid, amiga de Quina e igual de insistente. — Venga, vamos a casa —dice, agarrándome del brazo para llevarme con ella.
—Ha dicho que quería ir conmigo —dice entonces Quina, agarrándome del otro brazo para llevarme con ella también.
—¡Eric yo te acompaño! —otra chica más, de la que ya ni siquiera me esfuerzo en reconocer la voz.
Es como si salieran de debajo de las piedras. Casi todas las chicas de mi clase, y más de otros cursos (incluso las de primer año que tan siquiera me conocen, pero sí lo suficiente como para querer ganarse su reputación juntándose conmigo) aparecen de repente y me rodean en cuestión de segundos. Escucho el sonido de la cámara de un móvil sacando una fotografía, y me estoy empezando a agobiar.
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Fingiendo ser la novia del Playboy (Trilogía Playboy #1)©
Teen Fiction*Así es como comienzan las grandes amistades, teniendo que fingir que son novios sin conocerse de nada* *** Eric Ríos, el Playboy del instituto. Es popular, tiene un buen grupo de amigos, y, sobre todo, tiene a la chica que quiere cuando quiere. Y e...