Capítulo 23

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Domingo, 2 de abril, 12:00 a.m.

Eric

Ya nos hemos perdido el desayuno, pero no importa. Deduzco que no mucha gente ha bajado a desayunar hoy. Llego hasta mi habitación y abro la puerta intentando no hacer ruido, porque estoy seguro de que Dani y los demás aún siguen dormidos. Y así es. Camino de puntillas hasta el baño y cierro la puerta, de nuevo, procurando no hacer ruido; me pongo frente al espejo, y observo la mejilla roja por el puñetazo que me ha dado Vega antes, eso me hace pensar en el dolor de pierna, y noto un pinchazo en la rodilla sobre la que aterricé cuando ella se despertó y me tiró a patadas de la cama, y también en el oído que estaba más cerca de su boca cuando gritó al verme tumbado a su lado.

A pesar de tener una muñeca torcida, he de decir que me ha empujado con bastante fuerza para estar recién despierta. Y yo que cuando me levanto de la cama me mareo por haberme puesto de pie muy rápido.

Abro el grifo para lavarme la cara una y otra vez, con la esperanza de que eso me alivie. Tal vez debería darme una ducha; una buena ducha de agua fría me ayudaría a despejar la mente.

Un momento.

De repente veo a través del espejo como la puerta del baño se abre y, tras ella, aparece una chica pelirroja con el pelo alborotado, bostezando, tapándose la boca con una mano y estirando el otro brazo, como si se acabara de levantar.

—Buenos días —me dice como si nada.

Me giro y la saludo de la misma manera. Entonces se baja los pantalones y se sienta en la taza del váter, lo que debería haberme hecho entender que era el momento para salir de allí; sin embargo, continuó mirándola, incrédulo. Sin darme cuenta, se me ha escapado una sonrisa imaginando lo que ha podido pasar.

—¿Es que tú nuevo hobbie es mirar cómo mean las chicas o qué? —Oigo una voz a mis espaldas, claramente dirigida a mí.

Me doy la vuelta y entonces veo a otras dos chicas, una peliazul, Alia, y una chica con el pelo rizado que enseguida recuerdo que es la nieta del dueño de aquel hostal, aunque no me acuerdo de su nombre. Ambas me miran desde la puerta con expresión de enfado.

Pero, ¿qué ha pasado aquí?

—¡Largo de aquí! —Me grita Alia al ver que me he quedado de piedra sin saber qué decir.

Inmediatamente reacciono y salgo del baño lo más rápido que puedo, bajo la atenta mirada de las dos, y la chica de pelo rizado cierra la puerta con un fuerte golpe, el cual hace que los chicos se despierten; Boris, que está en la cama con Dani, se sobresalta y se cae de justo encima de Izan que estaba durmiendo en el suelo, y Dani simplemente se da la vuelta, se pone la almohada sobre la cabeza y murmura una especie de quejido.

—¿Va a explicarme alguien que pasó ayer? —Pregunto señalando la puerta del baño,— Maica y Alia están ahí dentro, ¿Por qué? —Mi tono de incredulidad, mis cejas arqueadas y mis ojos abiertos como platos hacen que Boris se ría mientras Izan intenta quitárselo de encima.

En ese momento las chicas salen del baño, aún algo adormiladas; Maica y la chica de pelo rizado se van, y Alia se acerca a una de las camas para recoger sus zapatos.

    —¿Puedo hablar un momento contigo? —le digo, antes de que pueda marcharse.

    —Tuviste tú momento ayer en la sauna —me responde ella, dirigiéndose a la puerta— no doy segundas oportunidades.

    —No me refiero a eso —la agarro del brazo para que no se vaya— es que, como tu eres la que ha organizado todo esto y parece que te llevas bien con Gabriel, me gustaría... pedirte un favor.

Fingiendo ser la novia del Playboy (Trilogía Playboy #1)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora