Capítulo 22.

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Era un lunes realmente lluvioso, pero nada podía estropear mi día, estaba radiante. El resfriado había remitido, me encontraba mucho mejor que ayer. Sonó mi móvil justo cuando estaba saliendo del coche para entrar en la facultad.

Te necesito esta tarde. Sesión para una tienda de vestidos de fiesta a las 4, no llegues tarde. Besos.

El mensaje era de Paolo. Sabía que querían que empezara a trabajar pronto, pero ¿tanto? Le envié una respuesta rápida y entré en clase. Ángel se encontraba sobre la mesa en la que yo habitualmente me sentaba. Estaba hablando con César. Espera, ¿César? Nunca los había visto juntos. Ángel esbozó una enorme sonrisa cuando nuestras miradas se cruzaron. Bajó de la mesa y vino a mi encuentro con los brazos abiertos.

- ¿Qué es lo que estabas hablando con César? - le pregunté con curiosidad mirando sus intensos ojos verdes.

- Nada importante - dijo con una sonrisa. Nos dirigimos nuevamente hacía mi mesa, pero César continuaba allí, mirándonos. - Voy a coger mis libros y vuelvo a tu lado.

- Tenemos que hablar - dijo César mientras Ángel se alejaba hasta la última fila. - ¿Leíste la nota?

- Sí, la leí. - dije con algo de sequedad.

- ¿Entonces...? - dijo escudriñando mi rostro en busca de una respuesta.

- Eso era lo que pretendía desde el principio. No quería perderte y aún así te alejaste de mi. Fuiste egoísta y pensaste solo en ti aún sabiendo lo importante que eras en mi vida. Cuando intenté arreglarlo y hablar contigo me despreciaste, no es justo que ahora quieras pretender que no ha pasado nada. Quizá tenías razón y me equivoqué, ¡pero tú no debiste besarme mientras no estaba en plenas facultades!- dije alzando la voz cada vez más. Cuando me callé, me percaté de que toda la clase estaba mirándonos, incluso Ángel.

César se quedó petrificado ante mi respuesta, supongo que no esperaba esta reacción por mi parte. Por otro lado, Ángel se acercaba a nosotros con los puños apretados y los dedos blancos. Tiró los libros sobre la mesa y miró a César como nunca lo había visto. Sus ojos  echaban chispas.

- ¿Por eso querías saber de mi relación con ella? Lo siento, pero no es para ti. No sé como te atreviste a besarla - dijo agarrándolo con fuerza del cuello de su suéter.

- Por lo menos yo tuve la oportunidad de hacerlo. Además, tampoco es para ti, tiene novio - eso hizo que Ángel se enfureciese aún más. Corrí hasta ponerme en medio de los dos, no me podía creer que esto estuviese pasando.

- Se acabó - dije mirando a ambos.

- Él empezó - dijo César.

- Y tú lo provocaste - le dije a César mientras me abrazaba a Ángel. Lo dirigí hasta la mesa que estaba a mi lado y me arrodillé delante de él. - Cariño, ya está bien, olvídalo.

- No lo puedo evitar, me pone enfermo - dijo resoplando y echándose el pelo hacia detrás de una manera increíblemente sexy.

Entró el profesor y comenzó la clase. Me senté y no le quité ojo a Ángel en ningún momento, que ha medida que avanzaban las horas, se iba calmando. A la salida de las clases, Ángel corrió detrás de mi hasta alcanzarme.

- ¿Quieres que nos veamos luego? - dijo Ángel cogiéndome del brazo.

- No puedo, tengo una sesión a las cuatro - dije buscando en mi bolso las llaves del coche.

Que mis ojos no se olviden de los tuyos. #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora