Capítulo 2.

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Lo sabía, las fotos las habían subido al momento para que el resto del mundo supiese lo bien que se lo estaban pasando. En las primeras, aparecían algo más formales, se notaba que las sacaron justo al llegar, cuando aún parecían gente normal. En el resto, ya aparecían haciendo chorradas. Lo extraño era que en ninguna de ellas salía aquel chico que había visto entrar a la fiesta, en cambio, sí que aparecían Andrés y sus amigos, Eli, Val y yo... Bajé las escaleras de mi habitación y me dirigí hacia la cocina, necesitaba comer algo aunque tenía el estómago revuelto y un dolor de cabeza insoportable. Me encantaba la idea de mi padre de haber separado mi cuarto del resto de la casa. Cogí un par de tostadas con mermelada de fresa y me disponía a subir las escaleras cuando Paula me abrazó las piernas.

- Hola princesa, no sabía que estabas despierta - dije mientras la cogía en brazos y le daba un beso en la nariz.

- ¿Puedo subir a tu cuarto y jugar contigo a las muñecas? Por favooor... - dijo la pequeña.

- Claro que si, princesa. Vete subiendo las escaleras con mucho cuidado - dije dejándola en el suelo.

Volví a la cocina, me había dejado el teléfono sobre la mesa y en ese momento, la cara de Elisabeth se ilumnaba en mi teléfono. Lo cogí a toda prisa.

- Ey...

- No digas más. ¿Qué pasó anoche con César? Acabo de ver su nuevo estado. Dime que no pasó nada, nena.

¡Mierda! Sabía que se me olvidaba algo. De pronto, todo volvió a mi cabeza, las copas, César me había acompañado... el beso. Pero no, no me sentía especial. No sentía nada. La había cagado completamente y tenía que arreglarlo, tenía que llamar a César.

- Eli, hablamos luego, necesito llamarlo ya.

- Pero dime, ¿pasó algo entre...? - dijo Eli antes de que colgase. 

Marqué su número rápidamente, me lo sabía de memoria, quizá porque había pasado el verano entero llamándolo. Comenzó a sonar, lo cogió al segundo pitido.

- Carol, te echaba de menos. ¿Cómo estás? ¿Has visto mi estado? Lo de anoche fue increíble, ¿verdad? No he parado de pensar en nosotros.

- Espera un segundo, déjame hablar... - dije mientras esperaba a que se callase. - Lo de anoche fue un error.

Se produjo un largo silencio en la línea y yo no me atrevía a romperlo.

- Pero... ¿Por qué? ¿Que he hecho mal? - dijo con la voz cargada de tristeza.

- No es por ti César, es simplemente que no estoy preparada para algo como esto, lo siento muchísimo. No quiero perder tu amistad, eres importante para mi, ha sido un verano inolvidable, créeme.

Acto seguido, se disculpó y colgó. La verdad era que no lo culpaba, lo entendía a la perfección, pero me dolía hacerle daño. Le mandé un mensaje a Eli para que supiera que ya estaba todo solucionado y que la necesitaba, iba a ser una tarde muy dura. Nunca me habían gustado las rupturas ni los conflictos y mucho menos partir el corazón de alguien. Cogí una aspirina del mueble que estaba encima de la mesa del comedor, llené un vaso de agua y me la tomé sin mirarla si quiera. Subí a mi habitación y ahí estaba Paula.

- ¿Te apetecen tostadas, princesa?

- Mmm... si, tus tostadas son las mejores. - dijo la pequeña.

- ¿Qué dices? ¡Pero si las hago igual que mamá! - dije entre risas.

Esto de tener una hermanita no estaba tan mal, aunque en su momento fue una gran sorpresa. Se parecía mucho a mi, tenía el pelo largo y rubio y unos grandes ojos color avellana.

Pasamos la tarde entera jugando a las muñecas hasta que llegó Elisabeth, irrumpiendo en mi habitación como un auténtico terremoto. Le di un abrazo a Paula y le presté mi móvil para que estuviese distraída mientras yo ponía mis ideas en orden con Eli.

- Creo que necesito una buena dosis de mejor amiga, estoy destrozada.

Le conté todo lo que había pasado y ella me escuchó sin juzgarme. Algo que me encantaba de ella, era que siempre era objetiva, bastante imparcial, por lo que no siempre me daba la razón y eso venía bien en muchas ocasiones.

- Pienso que hiciste lo que debías, no puedes estar con alguien a quien no amas, pero... ¿Cómo se te ocurrió besarlo? - dijo comiéndose una de las palomitas que acababa de subir a la habitación. - Joder, ¡es César! Es mono, pero es un auténtico plasta. 

- Ya lo sé Eli, no hagas que me sienta peor - dije metiéndome un puñado de palomitas en la boca. - Anoche mi intención era volver sola a casa, pero insistió en acompañarme, bebí y no fui consciente de nada hasta que estaba sobre mi. Luego le cerré la puerta y me fui a dormir.

- ¿Eres consciente de que ahora toca la peor parte? - preguntó poniendo su mano sobre la mía en señal de apoyo.

- Lo sé - susurré. 

- Bueno, ¿vemos una película? Voy a llamar a Paula, me apetece ver alguna de princesas Disney - dijo dándome un beso en la mejilla mientras se levantaba y salía de mi habitación. 

- Sé que César me perdonará, le daré todo el espacio que necesite - susurré para mi misma y me levanté también en busca de Paula, pensando por última vez en esa mala historia.


Que mis ojos no se olviden de los tuyos. #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora