Ángel.
Yo no era como Carolina, sabía que ella estaría repasando una vez más antes del examen, pero a mi eso no me ayudaba. Estaba esperando que llegase, pero estaba tardando bastante. Decidí llamarla, pero la línea aparecía ocupada. A este ritmo, no llegaría al examen. No me podía quitar de la cabeza lo que había pasado en la playa, lo que había pasado en su casa. Nunca me había comportado así con una chica, ni había sentido esto. Cuando estaba con ella, incluso llegaba a olvidar a mi madre, me había dado la paz que necesitaba. Entró el profesor con folios en la mano y comenzó a repartirlos. Carolina aún no había llegado y el examen había comenzado. Hacia mitad del examen, seguía sin aparecer, así que terminé el examen lo antes posible y fui a su casa a buscarla, pero tampoco estaba. Pensé a quién podría llamar. No tenía el número de su mejor amiga, ni sus padres... ¡Oliver! Lo llamé pero no daba señal.
Me pegué una buena parte de la tarde esperando fuera de su apartamento, pero no aparecía. Me estaba preocupando. ¿Dónde se habría metido? Di una vuelta por la zona y finalmente, me dirigí a mi casa. Me estaba volviendo loco no tener noticias de ella.
- Ángel, hijo, ayúdame en la cocina. ¿Qué tal el examen? - dijo mi padre cuando entré.
Me dirigí a la cocina y lo ayudé a terminar la cena. Obedecí todos sus encargos, pero no me quitaba a Carolina de la cabeza.
- ¿Te ocurre algo? - dijo poniendo la comida en los platos.
- Es Carolina. Esta mañana no acudió al examen, su hermano no responde a mis llamadas y no ha ido a su apartamento. Estoy empezando a creer que le ha pasado algo.
- Descansa, hijo. Seguro que mañana vas a tener noticias de ella.
No tenía hambre, así que subí a mi habitación e intenté dormir, pero era imposible. Miraba el móvil en espera de una llamada, un mensaje que me confirmarse que ella estaba bien, pero no llegaba.
Al día siguiente, me despertó una llamada. Miré el número, que era desconocido, pero lo cogí.
- ¿Ángel? - dijo alguien al otro lado de la línea sin darme tiempo a responder. - Soy Elisabeth... Carolina está en el hospital.
No lograba asimilar lo que me acababa de decir. ¿Cómo que Carolina estaba en el hospital? ¿Qué le había pasado? Quería hablar pero no me salía la voz, se me había secado la garganta. Me habló por encima de lo ocurrido y salí a toda prisa al hospital, necesitaba verla. No miraba ni siquiera los coches, sólo deseaba estar allí con ella.
Cuando llegué, pregunté por su habitación y subí a verla. Nada más entrar, me encontré con Daniel sentado a su lado, mirándola.
- ¿Cómo está? - dije acercándome.
- Estable. No saben si tendrá daños en la cabeza, porque no ha despertado y no saben cuando lo hará.
Le pedí de la manera más educada posible que saliese y me dejara sólo con ella. Me senté sobre su cama y le cogí la mano. Carolina tenía mala pinta. Tenía una de las piernas vendada y la cara con pequeños cortes. Tenía una gasa en la cabeza y estaba conectada a una vía. Empecé a llorar desconsoladamente. Quizá si hubiera estado con ella, esto no habría pasado.
- Princesa... Estaba preocupado por ti, me imaginaba que te habría pasado algo. Te juro que si hubiera podido, hubiera estado aquí antes, no te habría dejado sola. Te prometo que voy a venir todos los días a verte, a cuidarte, no me voy a separar de ti. Ahora te tienes que poner bien, tienes que ser fuerte. Estamos deseando verte despierta, cariño... Te quiero - dije dándole un beso en la frente.
Ahora que lo pensaba, nunca le había dicho a nadie que lo quería. Quería a Mario y a mi padre, claro, pero jamás habían salido esas palabras de mi boca. Aquí estaba, con la mujer de la que estaba seguro de que estaba enamorado, diciéndole que la quería manteniendo la esperanza de que ella me había oído. Sé que era egoísta, pero deseaba que se despertara y me dijera que también me quería, que estaría conmigo siempre, pero no. Salí de la habitación y me encontré con Daniel a un lado y Elisabeth y Oliver a otro. Oliver se acercó y me abrazó.
- Gracias por venir en cuanto te enteraste, seguro que significaría mucho para mi hermana.
Elisabeth vino detrás e hizo lo mismo que Oliver. Ambos entraron en la habitación y nos dejaron a Daniel y a mi a solas.
- Tengo algo que decirte, pero es mejor que sea fuera - me dijo.
Salimos del hospital y se sentó en una de las escaleras de los alrededores. Daniel estaba meditando lo que iba a decir, pero yo no tenía paciencia.
- ¿Vas a decirme ya? - dije dando vueltas.
- Primero necesito decirte lo que ocurrió aquel día. No fui yo, fue Kathia la que se lanzó a besarme sabiendo que Carolina estaba allí. Lo había premeditado y yo no supe cómo reaccionar, por eso no me aparté. Eso es lo que le intentaba contarle a Carolina, pero no me dejó hacerlo. Y en cuanto al accidente... - me tensé al momento. - Fue culpa mía.
- ¿A qué te refieres? - dije apretando los puños y clavándome las uñas en el interior de las manos.
- Yo la llamé cuando estaba conduciendo. La noté nerviosa, pero insistí. De pronto, oí un ruido espantoso y al final, se cortó. Salí a buscarla y vi su coche destrozado y a ella en la ambulancia.
- ¿Cómo cojones se te ocurre? Tenía un examen importante y los nervios la destrozan. Tuvo un accidente por tu culpa, ¿te sientes orgulloso? - lo agarré de la camisa y le pregunté - ¿Oliver lo sabe?
- Sí, se lo conté anoche después de la operación.
- ¿Y te dejó tranquilo? - dije cada vez más alterado.
- Oliver no tenía fuerzas para pelear, estaba destrozado.
- Tú si que vas a acabar destrozado - dije cerrando el puño e impactando en su cara.
En ese momento, apareció Oliver que nos separó de inmediato. No me podía creer que Oliver no le hubiera hecho esto antes.
- Se acabó, no es momento para pelear. ¿De acuerdo?
Me alejé de allí, necesitaba calmarme, por lo menos, tenía el consuelo de haberla visto y saber que seguía viva.
No falté ni un solo día al hospital y siempre llevaba conmigo flores, globos o algún animalito de peluche. Todos los días le hablaba, le contaba cómo me había ido el día y que Mario y papá tenían ganas de verla, aunque ya habían pasado por allí. Mario no lo lograba comprender, pero insistía en que tendría que contarle muchas cosas cuando se despertase. Sabía que le había cogido mucho cariño y era algo totalmente recíproco, Carolina lo adoraba. La echaba de menos.
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Que mis ojos no se olviden de los tuyos. #Wattys2017
Teen FictionCarolina es una chica impulsiva y enamoradiza. Lleva toda su vida buscando al hombre de sus sueños. Tras varios intentos y desastrozos romances, aparece Daniel, todo parece perfecto, pero se encontrarán con numerosas dificultades. ¿Será el chico def...