Estaba emocionada, iba al primer partido de fútbol de Mario. Su padre pilotaba el coche mientras que Ángel, Mario y yo, estábamos acomodados en los asientos traseros. Miré al pequeño que se removía incómodo en el asiento.
- ¿Nervioso? - dije dándole la mano.
- Un poco... - dijo sin levantar la vista del suelo.
- No te preocupes, lo vas a hacer genial, estoy segura - dije intentando darle ánimos.
Cuando llegamos, nos encontramos con una decena de niños que llevaban el mismo equipaje azul que Mario. Le di un abrazo antes de que se uniese a los demás y lo miré orgullosa, era un niño encantador. Ángel me pasó el brazo por los hombros mientras yo me abrazaba a su cintura y nos dirigíamos a las gradas junto a su padre.
- ¿Te apetece tomar algo?
- Mmm... Claro. Voy contigo.
Llegamos al pequeño puesto que se encontraba justo al final de las gradas y llamamos a una chica bastante guapa, quizá de nuestra edad para que nos atendiese.
- Hola guapo - dijo acercándose a Ángel mucho más de lo que debería mirándolo de manera lasciva. - ¿Qué se te ofrece?
- Queremos dos cervezas bien fresquitas y un paquete de Munchitos de miel y mostaza.
- Lo que tú me pidas - dijo guiñándole el ojo a MI novio.
- La mato. Te juro que la mato - dije cuando se alejó de nosotros lo suficiente.
- ¿Por qué lo dices?
- ¿De verdad no ves cómo está coqueteando contigo? - dije enfadada.
- Cielo, no tienes de que preocuparte - dijo pasándome el brazo por los hombros.
Me abalancé literalmente sobre Ángel con un beso salvaje, casi devorándolo. Ángel no dudó en devolvérmelo una vez pasada la sorpresa inicial, recorriendo mis cuerpos con sus grandes y fuertes manos. Sabía que estábamos dando un perfecto espectáculo público, pero no me importaba, solo quería dejar claro lo que éramos.
- Ejem... - dijo alguien llamando la atención a nuestra espalda. - Aquí tienen.
Ángel y yo nos separamos, casi sin aliento. Él aún estaba aturdido tras el beso sorpresa, así que pagué por él y le dediqué a aquella chica mi sonrisa más radiante. Cogimos la comida y nos acomodamos junto a su padre. Ángel se acercó a mi y me susurró:
- No conocía esa faceta tuya Carolina Echevarría, deberías sacarla más a menudo.
- No te acostumbres, sólo pretendía demostrar que eres mío.
Me miró con una sonrisa adorable y me acomodé en sus brazos. Comenzó el partido y pocos minutos después, Mario salió corriendo hacia los vestuarios y los tres nos levantamos de inmediato en su busca. Entramos en el vestuario y nos encontramos con el pequeño en el fondo de éste con las piernas recogidas sobre el pecho.
- ¿Puedo quedarme a solas un minuto con él? - dije con una especie de súplica.
- Claro - dijo el padre de Ángel y ambos salieron.
- ¿Que es lo que te ocurre? - dije dirigiéndome esta vez a Mario y sentándome a su lado en el suelo.
- No quiero decepcionar a papá, ni a Ángel ni a ti. Llevan semanas hablando del partido.
- Es normal, cariño. Es tu primer partido y están emocionados. No importa que lo hagas bien o mal, vamos a estar orgullosos de ti.
- ¿De verdad?
- De verdad y ahora, sal al campo y demuestra que puedes con esto.
Me dio un fuerte y cálido abrazo y salió corriendo al campo. Me levanté y salí tras él, pero me encontré con un beso por parte de Ángel.
- Acabo de oír todo lo que le acabas de decir, eres la mejor. Te quiero - dijo con los ojos brillantes.
Me besó una vez más y fuimos hasta las gradas. Ahora se veía a Mario feliz, concentrado en el partido, incluso a minutos del final, marcó un gol que nosotros celebramos felices. Al acabar, corrió a los brazos de su hermano mayor.
- ¿Has visto? ¡Marqué un gol! - dijo emocionado en los brazos de Ángel.
- Pues claro que si, enano. Sabía que lo harías - dijo Ángel sonriendo y revolviéndole el pelo.
Uno de los niños se acercó a Mario y le preguntó si le apetecería ir a su casa y celebrar la victoria, a lo que asintió efusivamente y su padre no se pudo negar. Los tres salimos hasta donde habíamos aparcado el coche y nos subimos en él. Su padre puso uno de sus discos a pesar de las quejas de Ángel. Cuando comenzó a sonar la música, reconocí la canción. Mi padre ponía esta canción a todas horas y yo la cantaba junto a él cuando era niña, así que comencé a cantar junto a su padre mientras él me miraba atónito.
- Me muero por abrazarte y que me abraces tan fueeeerte. Me muero por divertirte y que me beses cuando despierte acomodado en tu pecho...
- ¿Cómo es que la conoces? - me preguntó su padre cuando acabó.
- Cuando era pequeña, solía ir a un karaoke que quedaba cerca de nuestra casa con mi padre y siempre cantábamos esa canción.
- Vaya, ya podrías aprender, Ángel - dijo su padre. - Nunca has cantado conmigo, ¿cómo es posible?
- No te preocupes, no entra en mis planes destrozarle los oídos a mi novia - dijo Ángel dándose la vuelta y guiñándome un ojo.
Era algo estúpido, pero me daba un vuelco el corazón cada vez que se refería a mi como su "novia". Me encantaba esa palabra y sonaba aún más bonita saliendo de sus labios. Cuando llegamos a su casa, nos bajamos y entramos. Su padre tenía prisa por irse a trabajar, así que cogió algo de la nevera y se fue. Estábamos en su casa y sabemos lo que eso implica. ¡Podríamos ver The Big Bang Theory sin interrupciones! Pero no sin antes una larga visita a la habitación de Ángel.
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Que mis ojos no se olviden de los tuyos. #Wattys2017
Novela JuvenilCarolina es una chica impulsiva y enamoradiza. Lleva toda su vida buscando al hombre de sus sueños. Tras varios intentos y desastrozos romances, aparece Daniel, todo parece perfecto, pero se encontrarán con numerosas dificultades. ¿Será el chico def...