Capítulo 28.

31 1 0
                                    

Último día en el paraíso, más bien, última mañana. Me daba muchísima pena dejar aquel lugar tan maravilloso. Desayunamos esta vez en la terraza de la cabaña, sobre una hamaca que estaba colgada. Yo me acurrucaba en su pecho mientras oía el ruido del mar, tan relajante.

- Voy a echar esto de menos - dije.

- Yo voy a echar de menos pasar las veinticuatro horas del día juntos - dijo dándome un beso en la coronilla.

Nos bañamos por última vez en el jacuzzi, hicimos las maletas y nos fuimos de vuelta a casa. Lo primero que hice nada más llegar y despedirme de Daniel, fue encender el móvil. No tenía ni idea de lo solicitada que estaba, el móvil no paraba de sonar. Cuando sonaron las múltiples melodías, comencé a revisar cada una de las llamadas y mensajes. De Eli:

Nena, Dani me contó sus planes, pásalo bien este fin de semana, pero no demasiado, me tienes que contar eh! Te quiero!

De Oli:

Espero que mi cuñado se sepa comportar, pásalo bien hermanita, pero con cuidado.

De Paolo:

Si te encuentras capaz, tengo un trabajo para ti esta semana, nos vemos. Por cierto, feliz cumpleaños.

Y de Ángel:

¿Dónde estás? No te puedo localizar, llámame.

Me dejó algo preocupada, así que decidí llamarlo lo antes posible. Me cogió el móvil a la tercera llamada.

- ¿Me quieres decir dónde demonios te habías metido? Estaba preocupado.

- Lo siento, Daniel y yo...

- No me digas más, no es necesario.

Sabía que al otro lado de la línea, él se estaría echando el pelo hacia detrás con nerviosismo y apretando los puños. Tuvimos una larga charla, aunque lo noté incómodo. Nada más colgar, cogí las llaves del coche y conduje a mi casa, echaba de menos a mi familia. Al llegar, toqué el timbre y me abrió Paula.

- ¡Hola princesa! - dije abrazándola y subimos al salón donde estaban mis padres y Oli sentados viendo la tele.

- Vaya, Carol. El moreno te sienta genial.

Lo cierto es que con esos dos días en la cabaña y tantas horas bajo el sol, había pillado un leve bronceado que me gustaba bastante. Nos sentamos a hablar un rato hasta que anuncié que había ido a por Paula y Oli, para pasar una tarde de hermanos.

Finalmente, fuimos al cine a ver una película elegida por Paula, obviamente. Se llamaba Hotel Transilvania 2. Lo cierto era que ya había visto la primera y me había gustado mucho. Compramos palomitas y todas las provisiones necesarias para ver la película y entramos.

Nos reímos bastante con la película. Disfrutaba de la compañía de mis hermanos, que precisamente eran lo que más adoraba. Lo dicho, el fin de semana perfecto.

A la mañana siguiente, fui a la universidad con ganas de estudiar para los exámenes que tenía dentro de dos semanas. Ángel entró y ni siquiera fue capaz de dirigirme una mirada. Saludó a sus amigos y se sentó a mi lado.

- ¿Te pasa algo? - ni caso. - ¿Ángel?

Me ignoraba, era como si no existiese para él y eso me dolía. ¿Se habría molestado por mi fin de semana de desconexión? ¿Le habría pasado algo con su familia?

- Ángel, espera - dije cuando se finalizó la clase. Él siguió caminando. - Te he dicho que me esperes - dije alzando la voz.

- ¿Qué? - dijo dándose la vuelta.

- ¿Cómo que qué? Nos has hablado conmigo desde que has llegado, ni siquiera me has mirado.

- Eso no es cierto.

- ¿Ah no? ¿De qué color es mi gorro?

- Azul.

- No llevo gorro, pillado - dije muy seria. - ¿Qué te pasa?

- Si alguna vez, conociera a una chica y quisiera intentar algo con ella... ¿Te molestaría? - ¿qué clase de pregunta era esa? Pues claro que me molestaría, joder.

- Eh... No - dije dubitativa.

- Bien - y se fue.

Esa misma noche, Ángel me había mandado un mensaje preguntándome si podía llamarme. Tomé aire lentamente y me preparé para lo que le había estado dando vueltas todo el día. No estaba preparada para afrontar aquello que me tenía que decir, de eso estaba segura. Descolgué el teléfono que había comenzado a sonar hacía apenas unos segundos.

- Hola... -mi voz sonaba temblorosa.

- ¿Cómo estás?

- Deja a un lado las cordialidades, ¿qué me tenías que decir?

- De acuerdo - dijo haciendo una pequeña pausa - ¿Recuerdas lo que te pregunté esta mañana? Pues este fin de semana, mientras tú no dabas señales de vida... Conocí a una chica, por eso he estado tan raro.

Sus palabras se clavaron en lo más profundo de mi alma. Pero no era posible, él no era nada para mi. Yo tenía novio y lo quería.

- Carol, dime algo, por favor.

- No sé que decirte.

- Sé lo que se te está pasando por la cabeza en este momento. Sé que piensas que he tratado de conquistarte, que he hecho muchas cosas por ti y que ahora estoy con otra y ya me olvidé. Pero, ¿sabes qué? No puedo dejar de pensar en ti. Estoy dispuesto a esperar hasta que tú decidas. El día que quieras darme una oportunidad, esté como esté, con pareja o soltero, iré a por ti. ¿Me oyes?

- No es justo para ti que yo me entrometa entre esa chica y tú. Deberíamos...

-Cállate, no sigas por ahí. Mira, podré estar más distante, a lo mejor no seré tan insistente, pero seguiré estando aquí siempre que me necesites, te hable o no.

-Pero a mi si me importa, no es justo que yo me meta, lo siento, no puedo.

Y con estas palabras doy por terminada la conversación a pesar de mi enorme manía de no colgar nunca la primera. Quién lo diría, jamás se me había pasado por la cabeza que la ruptura de una relación inexistente pudiera ser tan dolorosa. Se me escapó una lágrima, pero no pude evitarlo. La realidad es que todo iba a cambiar después de su confesión y aunque me costase admitirlo, estaba herida. ¿Se puede estar enamorada de dos personas al mismo tiempo?

Que mis ojos no se olviden de los tuyos. #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora