5. Las bromas comienzan.

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Cuando me libré de Mason, le mandé un mensaje de texto a mis amigos.

"Quedamos a las cinco en la heladería Froyo Loco."

Unos minutos más tarde, todos respondieron con un simple ok.

Las clases terminaron rápidamente, las veces que me encontraba con mi pandilla no les hablaba, no quería que me preguntaran antes de ir a la heladería.

A la puerta del insti, le mandé un mensaje a mi madre.

"Mamá, no hace falta que vengas a recogerme, me voy un rato a la heladería de aqui cerca. Iré en autobús no te preocupes."

Cuando terminé, me dispuse a buscar la parada de autobús más cercana, no me costó encontrarla.

Allí estaba Summer.

- ¡Eh, Phoebe! A ver si ahora me respondes, ¿que quieres contarnos?

- Lo siento Sum, hasta que no estemos en el lugar no puedo decir nada.

La evité hasta que llegó el autobús, claro que ahí me estuvo enseñando las hermosuras de vídeos que tenía de su gatito.

- ¿Pero cómo le sacas esos vídeos? - dije con voz tierna.

- El truco es esconder la cámara.

Me guiñó un ojo. No tardamos en llegar, y en cuanto lo hicimos, bajamos y nos encontramos con Harry.

Les hice una seña de que pasásemos, nos colocamos delante de la barra y cada uno se pidió lo que más le gustaba.

- Vamos a sentarnos.- anunció Harry.

- Ya puedes decirnos lo que querías, ¿no?

- Si. - les hice un ademán de que se acercaran hacia mi. - Creo que es hora de usar el libro de venganzas.

Ambos me miraron con confusión y preocupación.

El libro de las venganzas, fue obra mía, cuando a penas era una nueva en el insti, la gente se aprovechaba de mi para hacerme todo tipo de bromas, al igual que yo las hago actualmente, entonces, las apuntaba todas las noches en un cuaderno, que más tarde acabó siendo un libro, con 127 páginas.

- ¿En serio estás tan desesperada? - me preguntó Sum. - Además, ¿por qué hemos venido aquí si sólo nos querías decir una cosita?

- Pues porque me apetecía un helado. - dije mientras me tomaba un poco de helado.

- Lo cierto es que estoy de acuerdo.- respondió Harry. - En las dos cosas, en lo del helado y en lo del libro.

- Está bien, este finde necesito que vengáis a mi casa para echarle un vistazo.

Me levanté. Cogí lo que quedaba del helado, y me fui, dejando allí a mis estupendos amigos.

Volví a utilizar el autobús para volver a casa, y allí no me podía creer lo que estaba viendo.

Un chico con preciosos ojos azules se me acercó desde la casa de enfrente.

- Anda cuerpo serrano.

- Mason, ni se te ocurra llamarme así. ¿Que hacéis en esa casa?

- ¿No te has enterado bombón? Somos vecinos, vivo enfrente tuyo.

Guerra De IdiotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora