9. Los espejos traicioneros.

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- Tranquila, no te voy a hacer nada. - dijo seguro de si mismo. Por muchas cosas que demostrase no pensaba confiar en el.

- Las mentiras son típicas de tu hermano, así que paso de creerte. Os habréis enseñado las tácticas de mentir.

Me hice la dura, aunque en realidad, y todos lo saben, no lo era.

- Solo quería invitarte a un helado Phoebe.

- Si a un helado, ¿para qué? - preguntó Summer.

- Pues... para comer.

Parece que se le daba bien eso de mentir.

- Mira bonito, si no quieres que te meta ese helado por donde no te llega la luz será mejor que te largues. - continuó mi amiga. Lo dijo en especie de amenaza, lo que hizo que Mett retrocediese un par de pasos y se despegase de la taquilla.

- Ya veo que no te intereso ni como amigo.

Me miró tristemente, y se largó, tenía algunas lágrimas en los ojos. Creo que nos hemos pasado....

- Me parece que no había broma. - añadió Sum con un tono de preocupación.

Suspire.

- ¡Espera Mett! - grité.

Al fondo del pasillo observé como se giró hacia mi, al igual que medio instituto.

- Si quieres ir a por un helado... Te acompaño.

Corrí hacia él, y le sonreí.

Ignoré todas las miradas de los alumnos posarse ante mi. Mett era como una especie de tío que espantaba a las mujeres con solo mirarlas. Tenía una táctica de ligar bastante, bastante mala.

Fuimos al Froyo Loco, mi restaurante favorito de yogures helado.

- Te pido uno de vainilla con conguitos y sirope de chocolate, ¿verdad?

Me quedé asombrada, ¿como sabía la receta secreta de mi Phoice cream?

- ¿De dónde...?

- No te he estado espiando ni nada... - dijo disimuladamente interrumpiéndome. Ya nos habían entregado los helados, y para camuflar mejor sus nervios se comió una cucharada de su delicioso contenido de menta.

Nos reímos. Aunque me hubiera estado espiando, como otros que no voy a nombrar, sabía que era para conocer las cosas que me gustaban, así que le perdonaba.

- Oye Mett, ¿es cierto que tu hermano me va a gastar una broma?

Volvió a utilizar el camuflaje de nervios, pero esta vez no funcionó.

- Vale. - dijo convencido. - Mason pretende hacerte una broma más gorda que la de... dejarte desnuda.

- ¡¿Que?! ¡¿Y tú como sabes eso?! - grité histérica. Me levanté de golpe de la silla pero no me moví de allí, mis brazos se agitaron lentamente de arriba a abajo un par de veces, y las vistas de toda la gente que comía su apetitoso yogur helado se volvieron hacia nosotros. De nuevo me miraban detenidamente.

- Mejor vayamos a otro sitio y te lo explico mejor.

Dejé mi vaso de cartón encima de la mesa, ya había terminado. Salimos afuera y en menos de cinco minutos llegamos al parque que se situaba al lado.

- Explica cada detalle de lo que te ha contado Mason. - añadí.

El suspiró, esa conversación le iba a causar unas risas.

Me contó cada detalle que le contó su hermano, que exactamente eran los detalles de la realidad, incluida mi sesión de besos con Harry. Parece que no sintió tristeza ni celos, eso se le llamaba ser muy buen amigo.

Guerra De IdiotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora