5.- Exilio

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Domingo, 19 de junio de 1453, Constantinopla

Desembarcamos en las afueras de la ciudad, debido a las aglomeraciones de barcos comerciales que se juntaban en la urbe. Recorrimos un kilómetro hacia la entrada de la ciudad y seis hasta la acrópolis, donde acordé reunirme con el Patriarca. Las gentes de Constantinopla ya conocían el logro obtenido en la isla de Naxos y alzaban mi nombre al cielo. Cuando arribé a la acrópolis, observé la tez pálida del líder religioso: ''¿Qué haces aquí? ¡deberías estar muerto!, -chilló Genadio II. ''Conozco tus intenciones, Patriarca: sé que intentas hacerte con el poder e implantar así una dictadura religiosa'', -le dije con voz grave. ''¡Ciudadanos de Constantinopla, mirad a este traidor! ¿Por qué lo considerais un héroe si no es más que un hereje?, Theodoro Conmeno, te condeno al exilio, tienes doce horas para dejar Tracia*.''

Se hizo un silencio en la ciudad. Mientras volvía a mi casa todas las gentes de la capital observaban cómo dejaba la metrópolis. Marché antes a mi casa a recoger mis bienes más preciados: un mandoble heredado de mi familia y una gema que encontré en una misión años atrás en Acaya*. Carecía de provisiones, sabía que no tenía posiblidades de sobrevivir.

Cuando salí del gran portón de Adrianópolis, una partida de doscientos soldados me esperaba. Así pues yo reí y dije: ''Adelante, matadme. Sabía que ese hombre corrupto al que llamais Patriarca me traicionaría''. ''No, mi señor'', -contestó un soldado alto y fuerte, ''te acompañamos en tu exilio. Queremos contar tu gesta a la población de las ciudades cercanas''.

Partimos sin rumbo a algún sitio. Por la senda se unieron más y más hombres hasta llegar finalmente al estrecho del Bósforo, al mando de quinientos leales hombres.

En aquel estrecho había dos puertos. Preferimos dirigirnos al del norte, ya que el del sur estaba gobernado por Constantinopla. Cuando arribamos, todo parecía silencioso. Había carencia de barcas, y las que había, sus maderas estaban podridas y rotas.

''Venid por aquí'', -dijo un hombre anciano y tenebroso, ''Este navío es una carraca. Traída por los españoles hace cinco días''. ''¿A dónde se dirige, anciano?'', -le interrogué. ''Ah, amigo mío, esperaba que alguien lo preguntara. Quiero embarcarme a Smyrna, que ahora es una ciudad otomana.''

Una hora después izamos velas y partimos a la antigua Jonia. Necesitaba descansar después de dos noches sin poder dormir. Pero antes le pregunté al barquero: ''¿Cómo te llamas, anciano?. ''Caronte'', -me respondió con una sonrisa macabra.

*Región de Constantinopla.

*Peloponeso, Grecia.






Marcha BizantinaWhere stories live. Discover now