22.- Bizantinos

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Domingo, 7 de enero de 1454, 04:00 p.m. Adrianópolis, Tracia.

Como había acordado con Isaac, acudí a su empalizada defensiva a llegar a un acuerdo razonable que beneficiara a ambos: ''Theodoro Conmeno, mi viejo amigo'', -dijo Isaac con una alegría algo forzada, ''seré directo, necesito tu ayuda para derrotar al maldito Ioannes y así poder ascenderme al tr...'', -calló: ''Vaya vaya, y tan directo'', -evité reir, ''eres la rata más ambiciosa que he conocido. Reconócelo Isaac no estás capacitado para dirigir Bizancio. Tu autoridad está por los suelos: tu familia te odia, no ganas batalla alguna y las campesinas más humildes se ríen de tí. Y lo peor de todo, eres demasiado avaricioso''. Él ni siquiera abrió los ojos, e incluso tuve la impresión de que asentía con orgullo: ''¿Qué hay de tí Theodoro? Liberador de Naxos, amigo de los genoveses, conquistador de Sinope, Trebisonda y Theodosia, blablabla...'', -burló Isaac, ''nunca me caíste bien. Tu destreza militar y tu capacidad de convencer y hacer que la gente te adore es impresionante, la envidio... Por eso mismo acabo de llegar a la conclusión de que no haré un pacto contigo. Fuera de mí pequeña fortaleza. Si no me dejan gobernar en Constantinopla no me quedará otra que ser el tocapelotas de la Vía Engnatia*, la saquearé cada dos por tres. Y ahora, ¡fuera de mis posesiones!'', -gritó el ambicioso comandante.

Sus dos guardaespaldas, que parecían ser mercenarios alpinos, me agarraron. En el momento que me tocaron desenvainé mi mandoble: ''Puedo ir yo solo. Valete*''. Se supone que debería de haberme quedado un mal sabor de boca, pero no. Marché del pequeño bastión hacia la colina donde nos asentábamos: ''¡Theodoro, mira! ¡Los otomanos se han instalado detrás de la empalizada de Isaac!'', -exclamó Alejo: ''Tranquilo, no tienen intención de atacar. Prefieren que antes nos degastemos los bizantinos entre nuestras luchas internas para luego obtener una victoria fácil a la hora de atacar, me lo explicó Skanderbeg'', -le expliqué, ''Me duele decir esto pero mañana hablaremos con Ioannes para aliarnos a él. Será una coalición contra el necio de Isaac''. Alejo asentió con dificultad, abrió la boca para decir algo pero se dio cuenta de que mi estratagema era la mejor que podíamos emplear. ''Vayamos a dormir. Mañana será un día intenso'', -dije.


Lunes, 8 de enero de 1454. 09:00 a.m. Campamento de Ioannes, Adrianópolis.

''Pero si son los tres exiliados canallas que se enfrentan a su Magnificencia Genadio II. ¿Qué buscáis en territorio hostil?'', -preguntó Ioannes con su voz ronca y grave: ''Cuanto tiempo Ion. ¡Qué sorpresa! sigues igual de feo que siempre'', -se burló Justino. Ioannes gruñó pero antes de que dijera algo le interrogué: ''Señor Ioannes Phocas, ¿le gustaría forjar una alianza temporal para acabar con el imbecil de Isaac?''. Al sombrío comandante pareció impresionarle esa pregunta y contestó: ''Está bien, él era mi objetivo inicial antes de que aparecierais. Aunque después de asesinar al zoquete de Isaac nuestra microalianza se disolvera. Y una última cuestión: no quiero combatir al lado de ese obeso'', -señaló a Justino, ''lo detesto''.

''Pues te jod...'', ''Está bien'', -interrumpí a Justino. ''Atacaremos a las seis de este día. Mi ejército se encontrará en el ala norte de la empalizada, el tuyo en el sur y el Alejo en el ala oeste esperará ordenes que dispararé con un cañón que poseo, esa sera la señar de ataque masivo'', -dijo Ioannes. Abandonamos el gran pabellón militar del comandante y volvimos a nuestra colina: ''¿Por qué dejas que te de ordenes ese cretino?'', -preguntó Justino enfadado: ''Tranquilo amigo. Te esconderás detrás de su ejército en el ala norte y cuando de la señal de Alejo con el cañón entrarás con algunos arcabuceros y piqueros que pagué hace poco a unos mercenarios catalanes, y así podrás vengarte de Ioannes por esas feas palabras'', -le expliqué. Justino en ocasiones parecía un niño, pero en la hora del combate era más hombre que cualquier otro. Comimos algo de carne, pan y no mucho vino y nos organizamos para la batalla.

Ya eran casi las seis. Todos los ejércitos estaban colocados en sus respectivas posiciones y los centinelas de Isaac por supuesto se habían dado cuenta del ataque sorpresa. Mi ejército asedió la puerta con un primitivo ariete mientras que Ioannes bombardeaba la puerta con su monstruo de pólvora. Mis hombres invadieron en pocos minutos la puerta enemiga sur y nos adentramos poco a poco mientras los de Ioannes retrocedían. De repente Ioannes apunto con la bombarda al cielo y disparó, esa era la señal de Alejo que estampo con su pesada caballería a los campesinos que reguardaban la puerta oeste de madera.

En media hora Alejo y yo casi estabamos en el palacete de Isaac mientras en el ala norte Ioannes se veía empatado con los mejores hombres de Isaac. Ambos bandos luchaban ferozmente y poco a poco Ioannes fue ganando terreno, pero ocurrió algo que no esperaba. Miró hacia atrás y observó el cielo, pero no vio nubes, ni tampoco sol; vio un número tan alto de picas que tapaban la estrella solar. A continuación dirigió su vista al frente y observó una inmensa línea de arcabuceros guiados de un robusto escuadrón de picas y en frente de dicho escuadrón al comandante Justino con su famoso sable ''La Ponzoña Férrica'' alzado al cielo: ''¡Repíteme ahora lo de obeso!'', -gritó guiñándole un ojo: ''¡Traición!'', -gritó Ioannes, que acababa de derrotar a los soldados de Isaac.

Mientras tanto Alejo y yo subimos por las escaleras en caracol que poseía el palacete y cuando llegamos a la cúspide allí estaba Isaac rodeado de veinte hombres vestidos de la armadura negra de los Hijos de Argos: ''No puede ser, ¿eres un pecado capital?'', -le miré aterrorizado: ''Jajaja. ¡Así es estúpido Theodoro . Soy Pente, o como los humanos me llaman Avaricia, el quinto pecado capital. Espero los refuerzos de Hepta, la Soberbia para vosotros o el rey de Bosnia. Theodoro Conmeno, has caído en mi trampa'', -rio con maldad.



Vía Engnatia:fue una vía construida por los roamanos alrededor del 146 a.C. para unir las diferentes colonias romanas desde el mar Adriático hasta Constantinopla.

Vale: despedida romana//Valete: plural, hacia dos o más personas.

Marcha BizantinaWhere stories live. Discover now