19.- Serbia

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Martes, 28 de noviembre de 1453, 02:00 p.m. Smeredevo, Serbia.


''¿Tendremos refuerzos de este reino? ¿Nos habrá traicionado Skanderbeg? ¿Habrá asesinado Vlad a Artemisa?''. Estas preguntas inundaban mi cabeza de pánico y nerviosismo. Acababamos de llegar a Smeredevo apenas dos horas antes y mis dos amigos y yo buscabamos a Skanderbeg y al ejército de noventa y dos mil hombres que le habiamos confiado.

''Theodoro, entremos en esta posada y preguntemos'', -dijo Justino mientras le rugían las tripas. Accedimos a la taberna, tenía un ambiente oscuro y silencioso. Apenas había gente y las personas que estaban eran tétricas: ''Disculpe, ¿puedes decirnos cómo llegar al centro de la ciudad? ¿o si vio a un gran ejército pasando por estas calles hace menos de una semana?'', le pregunté. El camarero negó con la cabeza: ''Yo os atenderé. Mi compañero no sabe griego'', -dijo un segundo camarero que me escuchaba, ''Si, hace cuatro días arribaron unos hombres con uniformes albaneses, bizantinos y de otras varias tierras. Nuestro rey Durad Brankovic al parecer es amigo de su capitán, un hombre que parecía ser albanés. El señor Durad les ha ofrecido ayuda, pero dicen que esperan a alguien antes de partir a Bosnia. Ellos están en el centro de la ciudad como bien preguntabas, a sólo dos calles en frente de aquí'': ''¡Esos somos nosotros. Vámonos Alejo y Justino!''.

Le dejé una propina al posadero y nos apresuramos al centro de la ciudad. Y efectivamente, allí se encontraban mis hombres organizados para dejar paso a los civiles: ''Buenas Theodoro, déjame presentarte al rey Durad'', dijo Skanderbeg mientras me guíaba a un pequeño palacio.

''Vos debeís de ser Theodoro Conmeno. Encantado'', -dijo el alegre rey serbo, ''dejadme deciros mis condiciones. En primer lugar, como somos un reinado poco fuerte, quiero que me hagais vuestro vasallo y que nos protejais de los húngaros y en segundo lugar os pido que tengais cuidado con Bosnia, su rey es un hombre muy orgulloso y raro, y un auténtico pijo balcánico'': ''Tranquilo buen rey. Decidme, ¿cuántos hombres me habéis proporcionado?'', -pregunté: ''Estoy desperado, poderoso Theodoro. Los húngaros acechan por el norte y no puedo dejar mi pequeño reino desprotegido. Así pues sólo os donaré ocho mil'', respondió Durad.

Me despedí de él y reuní a todo los hombres a las afueras de Smeredevo: ''Theo, acaban de llegar una partida de hombres de Zeta, Montenegro. Se unen también a tí''.

Cientoseis, un gran ejército, aunque sabía que en Constantinopla podría haber más y por eso necesitaba más.

Cabalgabamos mientras anochecía hacia Bosnia, nuestro ejército podía descansar en otro momento. Necesitaba llegar a Mostar, la ciudad bosnia donde se encontraba el rey de la zona. Minetras pensaba aquello sentí que alguien me observaba con una sonrisa.


Marcha BizantinaWhere stories live. Discover now