16.- Progreso

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Viernes, 15 de septiembre de 1453. Batalla de Patras, Acaya.

''Ya vienen. ¡Levantad las picas!'', -ordené. Los otomanos nos atacaban por orden de Mehmed; no se trataba de una traición cualquiera...

Cuando arribamos al Peleponeso seis días atrás,todo estaba en calma.Muchos hombres se unieron a nuestro gran ejército. Ya lo formaban alrededor de ochenta mil hombres, por esa razón lo dividimos en cuatro partes iguales: una para mí, otra para el ya recuperado Justino, otra para Alejo y la última para un soldado notable cuyo nombre no recordaba. Un recluta que había dejado con el sultán otomano regresó a mi lado ,tuerto: ''La princesa otomana Meryem, con la que vuestra merced estaba prometido, fue asesinada. Mehmed creía que fui yo por mandato vuestro, y exige venganza.Os perseguirá hasta los confines del mundo. Su ejército en Grecia iguala al nuestro, pero al otro lado del Egeo posee más de quinientos mil guerreros.Estamos acabados."-Me explicó el joven tuerto. Sin embargo, no me preocupé por las cifras enemigas, sino por la causa de la muerte de la chica: ''¿Quién la asesinó?, -exigí respuesta: ''Mi señor, vi cómo su verdugo huía tranquilamente. También me encargó un mensaje para vuestra merced. No reveló su nombre, sólo sé que él era uno de los siete pecados capitales: la soberbía- dijo mientras marchaba riéndose limpiando la sangre de su sable. Cuando la guardia del sultán llegó me encontraron socorriendo el cuerpo de la muchacha, y obviamente, creyeron que yo la maté'', -respondió.

Le ordené que se retirara. Mi ira creció súbitamente... ¡ Malditos pecados capitales o hijos de Argos! ¡Deseaban hacerme la vida imposible! Ya estaba conociendo su manera de luchar indirectamente, aunque temía que la directa fuera más temible aún.

Mientras observaba cómo bajaban los otomanos de la colina, replegué a los hombres. Nuestro ejército estaba demasiado anticuado ya que no teníamos armas de fuego, esos nuevos artefactos llamados arcabuzas, sólo arqueros.

Fue humillante ver cómo sus cañones nos destruían: de veinte mil pasamos en seguida a tres mil. Nos dimos a la fuga después de la masacre. Nos apresuramos hacia Atenas donde estaban mis otros tres ejércitos. Los turcos nos seguían feroces pisando los cadáveres que habían bombardeado anteriormente, pero finalmente los despistamos.

''Descansemos aquí'', -ordené a los escasos tres mil valientes con voz cansada. Se trataba de la clásica ciudad de Corinto, dañada por el paso del tiempo. Supe que era una oportunidad para intentar comunicarme con los dioses. Así pues, comencé a buscar un templo hasta que encontré lo que parecía ser uno. Accedí al interior de las ruinas y en un minuto un dios apareció: ''Te estaba esperando, señor Conmeno. Soy el dios Poesidón, o Neptuno, como desees llamarme. Parece que ya has conocido a los enemigos de los dioses y hombres: los Hijos de Argos'', -comentó la deidad: ''Tengo muchas preguntas'', -dije pensativo: ''Todo a su momento, los humanos sois impacientes. Los Siete Pecados Capitales son ahora tus enemigos; cada uno de ellos tiene una gran cualidad pero a su vez un gran defecto,.Vengo a avisarte de que el más hostil en este momento es Soberbia'', -explicó Poseidón: ''¡Ese malnacido!, -interrumpí: ''¡Guarda silencio ante un Dios! Sólo vengo a decirte sus puntos fuertes, pues tú tendrás que averigüar los débiles. En primer lugar, puedo revelarte que es un personaje importante, su orgullo nace de su riqueza y fuerza. Y en segundo, le gusta aumentar su ''prestigio'' asesinando a enemigos de los Hijo de Argos; tú eres uno de ellos'', -comentó.

En ese momento estaba muy enfadado, no podía pensar con claridad, y le respondí: ''¿Cómo puedo aniquilar a ese cretino?'': ''Los Pecados capitales son inmunes a las heridas, sólo hay una forma específica de matarles y nadie la sabe. Los dioses queremos que des con ella. Dirígete a Atenas para reunir tu ejército y posteriormente consolida la región de Epiro y visita el Olimpo'', -concluyó mientras se desvanecía.

Estaba realmente confuso. Me sentía como una marioneta de esos dioses. Yo sólo quería ser libre y encontrar a mi querida Artemisa, que se encontraba en Valaquia .No sabía si se acordaría de mí tras quince años sin vernos. Pero encontarla no era mi futuro cercano en ese momento.

Marcha BizantinaWhere stories live. Discover now