14.- Catacumbas

76 6 6
                                    

Lunes, 4 de septiembre de 1453, 11:00 p.m.Theodosia.

''Entiendo'', -respondió Alejo después de haberle contado mi elaborado plan, ''aunque sigo creyendo que es un poco arriesgado que marches solo.'' "Descuida, todo saldrá bien, conozco bien la personalidad de Filipo'', -le tranquilicé mientrás me armaba para marchar a la enigmática parte trasera del ayuntamiento: ''Hasta luego amigo, recuerda bien el plan'', -me despedí.

Me apresuré lo más rápido que pude por las despejadas calles de Theodosia, pero sin llamar la atención de los peligros de la noche: asesinos, ladrones, borrachos...

En el momento en el que llegué al ayuntamiento, dos guardias con los misteriosos uniformes negros me guiaron a la incógnita puerta trasera: ''Baja'', -me ordenó uno de los misteriosos guardías con un extraño acento. Cuando descendimos al interior de la entrada observé los alrededores del edificio. Se trataba de una antigua catacumba romana; rebosaba de cráneos extraños que tenían numerosos orificios por toda su estructura y otros huesos gigantes y deformes. Había un olor extraño, una mezcla de incienso y podredumbre. Finalmente llegamos a la sala principal.Allí se encontraba Filipo vestido con la armadura negra: ''Bienvenido hermano, dejame que te explique lo que ocurre, sé que no me decepcionarás y te unirás al plan'', -dijo esbozando una sonrisa: ''Sé breve, a los traidores no se le suele escuchar'', -contesté enfadado, a lo que él respondió riendo a carcajadas: ''Jajaja, ¡me agrada tu actitud, será útil para nuestra gesta! Lo primero, quiero que mates a tus amiguitos, ellos nos son tan fuertes como tú. Segundo, haces bien en reclamar el trono de Bizancio, me será útil para manejarte'': ¿Para manejarme? ¡Parece ser que el que no está en sus cabales eres tú!, -respondí airado mientras desenvainaba mi largo mandoble.

Justo después de sacarlo, sus guardias me amarraron y Filipo respondió ya en tono serio: ''Escúchame gañán, trabajo para los Hijos de Argos. En un pasado eran cincuenta y entre todos ellos sumaban cien ojos, que son los que tenía Argos*. Su objetivo era revivir al gigante y con sus cien ojos vigilar el planeta entero y así imponer nuestro gobierno. Estos audaces guerreros lucharon contra dioses y grandes naciones, pero desgraciadamente perdieron la guerra. La gran mayoría pereció quedando solo los siete más poderosos, que hoy se les conoce como los enemigos de la religión o como el cristianismo los llama: ''los siete pecados capitales''. Cada uno representa un mal encarnado. Y me prometieron convertirme en uno de ellos si te atrapaba. Te tienen miedo, dicen que tú y tus descendientes los erradicaréis. Por tanto,te haré mi marioneta hasta que mueras''.

Cuando terminó la explicación me llevó a una estancia poco iluminada: ''Ahora te extraeré un poco de sangre. Bueno, quien dice un poco, se puede referir a amputarte un brazo, jajajaja'', -dijo sacándo una hoz oxidada: ''¡Estás loco! ¡Suéltame maldito lunático!, -le grité: ''¿Algún deseo antes de perder un brazo?'', -dijo con una sonrisa macabra: ''Déjame cinco minutos a solas'', -le respondí también esbozando una sonrisa. Todo estaba saliendo tal y como planeaba. Examiné la habitación: no parecía haber salida, aunque descubrí unas escaleras que llevaban a la superficie. Pensé en el recorrido transcurrido desde que entré a la catacumba y supuse que estaba debajo del ayuntamiento.

''¡Los enemigos atentan contra el Islam!, -grité hacia las escaleras, sabiendo que la gente que habitaba en esta ciudad y que manejaba el ayuntamiento eran musulmanes. Lo que grité en parte era cierto,ya que los Hijos de Argos querían suprimir las religiones. De repente accedieron al cuarto Filipo y los pocos hombres que tenía: ¡Desgraciado, no dejaré que destruyas mi sueños!, -dijo apuntándome con su mosquete.

En ese preciso momento, bajaron a toda prisa los musulmanes del ayuntamiento: ''¡A por los enemigos de Mahoma!, -gritó su lider, ''¡Matad a Filipo, el usurpador de Crimea!''. Filipo dejó de apuntarme y se enfretaron sus hombres a los musulmanes. Escapé de la habitación buscándo la salida, aunque estaba desorientado. Tras de mí, me seguían Filipo con algunos hombres que no estaban enfrentándose a los hombres del ayuntamiento: ''¡No huyas Theodoro, deja que te ampute el brazo!, -dijo el psicópata de Filipo. Traté de no mirar atrás; todo lo que había planeado había salido bien. Por fin vi la luz lunar de los exteriores y grité: ¡Bizantinos, disparad los sifones!

Mis hombres y Justino, que esperaban fuera de las catacumbas, les tendieron una emboscada, quemándolos con el fuego griego: ¡No escaparás de tu destino, Theodoro. Los hijos de Argos, los sangrientos pecados capitales te encontarán, jajaja'', -reía Filipo mientras moría quemado.



Miércoles, 6 de septiembre de 1453. Mar Negro.

''Theodoro, despierta'', -dijo Justino. Abrí los ojos y vi a mis dos amigos alrededor de mí: ''¿Dónde estoy?'', -vociferé mientras me levantaba de un salto de la cama, ''¿Dónde están los enemigos?'' ''Cálmate camarada. Lo cierto es que te inyectaron un veneno los vasallos Hijos de Argos . Tu hermano mayor murió y el nuevo alcalde de Theodosia te ha recompensado con la parte sur de la isla de Crimea por haber atrapado a los subordinados de Filipo'', -contestó Alejo. Justino,que me ofreció un papel, me comentó: ''Recibí una carta de tu hermano Nikolais. Desea que vayas a Creta''.

''Está bien, apresurémonos a mi hogar'', -respondí.


Marcha BizantinaWhere stories live. Discover now