Octavo Día

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*******Nota********

hey estamos de vuelta, bueno lo prometido es deuda y dado que inicio el nuevo año, por cierto feliz inicio de año y fiestas pasadas, bueno continuaremos con la publicación de la historia, recuerden que aunque esta terminada se estará corrigiendo en días próximos, así que igual espero la disfruten, les agradezco sus lecturas y votos y esperamos puedan hacernos llegar sus criticas para así poder mejorar, gracias .

XoXo.

JC.





"si no te tardas mucho te espero toda la vida"

-óscar Wilde



El día comenzó lleno se felicidad, esa felicidad que me inundaba desde el día anterior, me arreglé con esmero, sonreía a cada momento, nada me importaba, ningún suceso podría opacar ese sentimiento que me desbordada, me dirigí como tantas veces en busca del autobús para llegar a mi destino, el autobús llegó y subí en él, sonreía a pesar de ir embarrado en la puerta, era feliz, le hablaría, no podría no hacerlo,necesitaba saber su nombre, hacerlo mío, envolverlo y paladearlo a mi gusto con cada pronunciación.

Llegué al trabajo y me concentre en terminar de analizar los documentos, los números, cifras que me rodeaban, adelanté trabajo que se rezagaba desde días anteriores, esos archivos que nadie quería tocar, tanto por la importancia del cliente como por la dificultad de las cifras, tenía energía de más, necesitaba ocuparme, gastar toda esa energía, sino explotaría, me exigía seguir, avanzar explotar mi rendimiento al máximo, poner a prueba mi capacidad.

Dando la hora de la comida busque a mi jefe, debía comunicarle mi decisión, estaba en una junta y no me podría atender, le informaron que le quería dar mi resolución, su secretaria le aviso, la junta que precedía era de suma importancia así que acusó que me atenderá en dos días.

volví al comedor, mis compañeros comían y charlaban de su vida, de la familia y las horas laborales, me acerqué y escuché atento las anécdotas cargadas de risas que contaba Alejandro, historias sobre las esposas, las novias, los hijos, hermanos o aquellos que compartían sus días, les envidiaba sin duda, ellos tenían la dicha de estar rodeados por personas importantes, tenían la fortuna de contar con el amor de sus padres o llegar al hogar y disfrutar de una velada rodeado de sus esposas y sus pequeños, la hora de la comida termino, todos volvimos al trabajo.

Los documentos se apilaban, no importaba cuánto me esforzara, siempre había algo que hacer, las horas pasaban, los minutos no pesaban, avanzaban sutiles marcando su andar, mi mente reproducía su recuerdo, ese beso que me marcaba desde el día anterior, ese beso que con su simple recuerdo encendía esa llama que me recorría completamente, marcando con su nombre cada pulgada de mi piel.

La salida llegó refrescante, mis compañeros salían gustosos de la oficina uno a uno, bromeando sobre lo que les esperaba en casa, sobre a donde se irían el siguiente fin de semana.

Salí tras cambiarme el uniforme, deseaba verme natural, algo aceptable para ella, me enfile hacia las calles del centro de la cuidad, caminaba hacia ella, me atraía, veía a mi alrededor disfrutando de mi transitar, degustando el paisaje, amando cada recóndito mendrugo de mi tierra natal, aspirando la dulzura de su aroma, besando la felicidad de ser tapatío, andando por mi bella perla, recorriéndola poco a poco, admirándola, aproximándome a la estación del tren, ese que me había vuelto una nueva persona, un hombre, quien diría que me volvería un usuario asiduo de este.

Entre a la estación, el vigilante se hallaba ocupado, pague y entre al andén, le busque con la mirada, no le encontré, me paré en el lugar de siempre, le esperaría, llegó un tren y partió con una cantidad de personas, otras tantas salían a la superficie, esperé, revisaba de apoco el andén, sus ocupantes, les inspeccione, volvía la vista y recordaba con detenimiento el día anterior, nada había salido mal, tal vez partió antes, mientras estaba en mis cavilaciones llegó un segundo tren y ella no llegaba, el sonido anunciaba que el tren estaba por partir, tras meditarlo un momento subí en él, las puertas se cerraron, el tren avanzó, siguió, adentrándose en las profundidades de la tierra, ese día no la vi.

Observaba todo a mi alrededor, las personas enajenadas no veían más allá de si mismos, ¿en qué mundo egoísta vivíamos?, perdidos en el yo, dejando de lado la unidad, pensando solamente en nuestros deseos olvidando al de a lado, mientras más nos encerrábamos en nuestra persona, más nos alejábamos de ese contacto necesario con la sociedad, ese contacto que mueve masas y crea revoluciones, si seguíamos por ese camino de separación, sin lugar a dudas la sociedad caería a pique y seria sometida con facilidad.

Las estaciones pasaban, unas tras otras como tantas veces, mi estación era la próxima, amenazaba con llegar, llegó y baje, baje sintiendo un gran vacío, baje porque sin ella no tenía sentido seguir en el tren hasta la siguiente estación y volver caminando a casa.

Salí sintiendo el aire golpeándome el rostro, me encamine a mi hogar, le extrañaba, me faltaba algo y eso era ella, no me desanime, le vería mañana, sin duda lo haría, y esta vez le hablaría, no lo dejaría pasar, escucharía su voz, dulce y suave, tersa, aterciopelada y sonreirá para mí, desplegando brillos color nácar de esas perlas valiosas que poseía cautivas tras sus labios de durazno, esas que alumbraban mi alma atrayéndome a la esperanza, le vería sin dudas, lo anhelaba.

La esperanza dio calidez a mi hogar y mi pecho acompaso mi latir arrullándolo con la promesa de su presencia al día siguiente, cené algo ligero y me acosté, pensé en ella, el cansancio del día poco a poco se apoderó de mí, sumergiéndome, me halaba poco a poco hacia las garras de Morfeo, llevándome a la ciudad de los sueños donde ella me esperaba, radiante como el día anterior.

Le vi en sueños, le toque como tanto deseaba, le estreche en mis brazos con el valor que me falto el día anterior, ese que se encuentra en sueños y así entrelazados permanecimos unidos una eternidad.




A través de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora