Noveno Día

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"no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento, pero te quise y te quiero. Aunque estemos destinados a no ser"

-Julio Cortázar



El día comenzó como tantos otros, la rutina estaba al orden del día y la jornada laboral comenzó sin ningún suceso trascendental, el jefe seguía ocupado y no había podido atenderme, tenía la impresión de que deseaba que considerara la oferta y estuviera completamente seguro de mi decisión.

Me enfrasque en los quehaceres del día, apenas y preste atención en la hora de la comida, estaba inmerso en la esperanza y la espera, había tomado la decisión de hablarle y el momento se acercaba.

Seguí trabajando, quería ocuparme o la espera me volvería loco, termine mis pendientes y le ayude a óscar con los suyo, el me observaba de a rato y parecía meditar mi actitud, no decía nada, era como si tratara de comprender que era lo que pasaba en mi mente, que era lo que me motivaba, o de que me ocultaba.

Antes de la hora de salida, la presencia de algunos inversionistas y socios activos llamo la atención de todos los empleados, no era común observar esas reuniones en una sede de la empresa, generalmente estas se llevaban a cabo en la matriz en Quintana Roo, el desfile de personas importantes dio paso a los murmullos mal disimulados de mis compañeros, sobre los motivos de la reunión, aunque de esta no se sabia nada, todo fue un misterio.

El nerviosismo se notaba en el ambiente, todos estaban pendientes de lo que sucedía en la sala de reuniones, temían por si mismos, por la empresa, otros más positivos trataban de creer que era para bien, que se hablaría de nuestro salario y la búsqueda de dignificarlo, en realidad nadie lo sabía, no quedaba más que esperar y continuar con las labores del día, lo que se hablar atrás esa puerta no se daría a conocer salvo que ellos quisieran.

La hora de salida llego y todos salimos cada uno en dirección a sus destinos, me dirigí a la estación de tren, pasando por las calles del centro, observando pero sin observar ciertamente.

La excitación me embargaba, la adrenalina inundaba mi sistema sanguíneo, el momento se acercaba, le hablaría y esos me causaba emociones diversas, temía el rechazo, pero sin dudas temía aún mas no hacerlo, el pensar que deje pasar la oportunidad de hablarle, de acercarme lentamente hacia ella, de entrar en su vida, siendo más que el chico del andén, eso era lo que me acosaría todas las noches de no hacerlo.

Llegue a la estación y baje las escaleras, observe que el vigilante se encontraba con una joven, me pareció familiar, trate de hacer memoria y descubrí que le había visto un par de veces, si, sin duda era ella, la amiga de mi Ángel, pague y entre al andén, ella se despidió del vigilante y partió, mi mirada vago por el lugar buscando el encuentro de sus ojos, no los encontré, aún era temprano, le esperaría, si ahí estaba su amiga sin duda ella no tardaría en llegar.

Llego un tren y la multitud se abalanzó contra él, así como llego partió dejando una cantidad minúscula de usuarios del servicio, esperando un nuevo tren el cual abordar, la gente seguía llegando pero ella no aparecía, un segundo tren llego llevándose a más personas con él.

Seguía esperándole, le hablaría y no me iría hasta verla, el vigilante me llamo, me acerque y le salude, me observo con cautela –dos trenes se han pasado ya, no piensas abordar- pregunto sin curiosidad aparente, le explique por qué no me había subido a ninguno y asintió, me pidió que esperara y se giró hacia su pequeña oficina.

Le espere embargado de curiosidad, el volvió y me observo, sin mediar palabra alguna, saco un sobre de su gabardina y me lo entrego, no entendía que sucedía o a que se debía aquel sobre, estaba por formular la pregunta cuando negó con la cabeza.

--- debes abordar el siguiente tren, anda o tendré que pedirte que te retires--- me miro con paciencia, suspire y asentí.

---gracias eso haré—conteste y me dirigí a la espera del siguiente tren.

El tren llego y aborde, el vigilante me observaba cabizbajo, tome un asiento y deje que el trayecto me llevara a mi hogar, la incertidumbre se apodero de mí, no le había visto y eso me desilusionaba, no le había hablado aun, pero ya tendría tiempo mañana, pues con seguridad volvería a buscarla, lo haría a diario hasta encontrarla de nuevo ahí, como el primer día, llegando al andén perdida en un mar de notas musicales.

Mi estación llego y baje aun contrariado por el comportamiento del vigilante, trate de no darle importancia y seguí mi camino con calma hacia mi hogar, camine esas dos cuadras como si no tuviera nada más importante que hacer salvo recorrerlas, seguía a paso lento mi andar, llegue a mi hogar, me acerqué a la cocina, necesitaba un café, necesitaba el consuelo de su sabor, su aroma, la esperanza seguía ahí solo necesitaba un día más, deje el sobre en el cajón de la cocina y me dirigí a mi habitación.

Observaba el anochecer, veía las estrellas resplandecer en la bóveda celeste, busque la luna en vano se encontraba oculta tras una nube gris, poco a poco paso pero una le seguí tapando nuevamente el satélite de nuestro planeta.

Me aleje de la ventana y termine mi café, me recosté y esperando que Morfeo hiciera su presencia volví a pensar en ella, ansiaba verla, dos días sin verla hacían flaquear mi fe.

Poco a poco me deje llevar por mis pensamientos hasta no diferenciarlos de mis sueños, tanto unos como los otros me llevaban a ella, le buscaba y le encontraba, en el andén, o fuera de su estación, siempre estaba ahí, me dejaba acercarme, me permitía tocarla y solo así sabía con certeza que estaba soñando.

Cada vez los sueños se volvieron más profundos hasta el momento en que ya no supe más, solo sabía que ella me llenaba y eso me basto, le hablaría, esa era la promesa que mantendría cada día hasta cumplirla.


A través de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora