Él

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Subió lentamente las escaleras, cada paso pesaba enormemente, sentía como se hundía poco a poco en el piso, caminaba arrastrando su alma, sus ojos no se despegaban del suelo, aunque no lo estaba mirando en realidad, parecía no importar nada, todo en esta vida se había vuelto insignificante, absurdo, sin sentido. Llegó a una puerta, la abrió lentamente, la odiaba, solo por estar ahí, solo porque sí, entro a la habitación vacía, dejó caer el bolso al suelo y dirigió su pesado y cansado cuerpo a la cama, no se molestó en acostarse, no le importó siquiera tener cuidado alguno, sólo dejó caer su cuerpo, apagó toda motricidad y se entregó a la gravedad, su rostro rebotó contra la cama, pudo oír sus respiración y hasta el pulso de su cuerpo en el silencio de esa casa vacía, se concentró en el sonido de la brisa que entraba por la ventana abierta, la luz de la tarde pegaba suavemente en sus mejilla derecha, no podía apartar la vista del movimiento de la cortina al ritmo ondulante del viento, la brisa se detuvo, la cortina yacía inmóvil, se hizo un silencio doloroso, el mundo pareció detenerse, apagarse, Marco cerró los ojos por un instante, sintió su respiración aumentar de golpe, y su barbilla temblar, abrió lentamente los ojos y vio como una lágrima caía justo frente a su ojo nublado de llanto, no emitió sonido, apenas y se movió, espero con paciencia a que la tormenta pasara y una vez terminada se incorporó lentamente observando la humedad que sus lágrimas habían dejado en la cama.
Se dirigió al baño, necesitaba mojar su rostro, sentía la fiebre arder en sus mejillas.
-me duele la cabeza- dijo para sí mismo, tocándose la frente con las manos.
Lleno sus manos de agua fría y mojo su rostro una y otra vez de forma desesperada, levanto la cabeza y lo golpeó la imagen de sí mismo reflejada en el espejo, la observó por unos segundos, era muy inquietante verse a sí mismo a los ojos, lo impacientaba la idea de poder ver en ellos lo obvio, vio una gota caer desde su mentón y eso lo hizo recordar lo que había sucedido hace apenas unas horas , volvió a mirar su rostro y sintió enfurecidas ganas de golpear a ese estúpido chico que tenía en frente. Salió del baño y bajo a la cocina, debía comer algo, al menos recordó hacerlos esta vez. Atravesó la iluminada sala y vio como siempre los retratos sobre la chimenea, aquellas viejas fotos lo miraban con burla, siempre querían hacerlo sentir miserable, él se los permitía melancólico, solo bajaba la vista y seguía su camino, esta vez fue diferente, camino hacia ellas y se detuvo a observarlas con detenimiento, en esas viejas fotos había cosas que él ya casi no podía reconocer, parecían mentir, tantas sonrisas y caras felices lo confundían, puso su atención en el rostro más hermosos en aquellas fotos, cabello largo y oscuro, ojos grandes y redondos, piel blanca como la leche, la sonrisa en aquella foto Lo hizo sonreír también, deslizó sus dedos por el cristal que protegía el retrato y pensó en lo mucho que se parecía a su madre. Miró por la ventana y comprendió la razón por la que su padre lo despreciaba tanto, volvió a mirar los retratos y fijo su vista en la imagen de su hermano, vio como en su cara se veía el éxito, la grandeza, ese rostro era capaz de tocar lo que fuera y convertirlo en oro, ese rostro no lloraba, no sentía pena de sí mismo, no era débil ni estúpido como el de él.
Se apartó y antes de seguir su camino los miró por última vez, - lo siento - dijo con la voz apretada en su garganta.
Se había ido la luz, la noche había caído y llenado toda la habitación, evidenciando cruelmente la soledad que había hecho de esa casa, su lugar de morada.
Marco no siempre había sido así, tenía el rastro de sonrisas viejas grabadas aún en su rostro, pero no sabía el momento preciso en el que estas se habían vueltos sólo sombras, ¿ habrá sido el día en que su madre y hermano habían abandonado la casa?, ¿ el día que vio a su padre llorar desnudo en el baño ?, o tal vez ...¿ el día en que beso por última vez la fría frente de quien había sido la última persona en amarlo?, ¿ o tal vez había sido mucho antes? , tan antes que los recuerdos se volvían difusos y al traerlos al presente parecían pesadillas sacadas de la más perturbada de las mentes.
Los días de Marco parecían imágenes repetidas, aburridas de la misma larga historia.

Primer acto:
levantarse en la mañana, tomar una pequeña ducha, caminar hacia su habitación y mirar disimuladamente hacia la habitación de su padre, vestirse, bajar, ver a su padre leyendo el periódico, decir adiós.

Segundo acto:
Llegar al colegio, contar mientras camina las líneas del piso hasta su salón, fingir prestar atención, fingir no sentirse sólo, fingir que no le importa que nadie le hable, ir al jardín tras el edificio, sentarse bajo el árbol, mirar desde su escondite la vida de desconocidos , esperar la tarde, volver a casa.

Tercer acto:
Subir la escalera, recostarse en su cama, dibujar con el dedo figuras en el techo, imaginar emocionantes situaciones y mantener consigo largas conversaciones, sentir una absurda felicidad al escuchar a su padre llegar por la noche, sentir una absurda tristeza al saber que este no iría a saludarlo, meterse entre las cobijas, imaginar una amante, tocarse para sentir algo de placer, sentirse miserable hasta quedar dormido.

Nada interesante había pasado en su vida, o por lo menos nada bueno, deseaba siempre que su vida cambiara, pero no sabía la forma de hacerlo y sobre todo no había tenido la oportunidad de hacerlo.
Marco tenía muchos talentos que a la larga se habían vuelto incómodos para él y motivo de inseguridad al brillar en el anonimato y parecer inútiles en la vida común, estos hace tiempo habían comenzado a hacer ruido en su mente, poco a poco convenciéndolo de que por fin había tocado fondo y caído en la locura, como había temido durante muchos años.
Marco era muy observador y seguido se fijaba en las cosas más triviales y hacía de estas grandes acontecimientos, para él era cine en primera fila. Marco fue el primero en enterarse del amor secreto de Susana, una chica cualquiera del colegio, tal vez no era ese su nombre, pero a Marco le parecía que sí, tenía cara se Susana pensaba él, fue el primero y casi único en darse cuenta de que la profesora Angela se había separado de su marido, un día vio muchos pañuelos desechables en el basurero de su oficina, otro día vio lo mal maquillada que ella estaba y otro la marca que había dejado el anillo en su dedo. Marco conocía muy bien a las personas que lo rodeaban, sus miedos, sus alegrías, sus gustos, partes muy ocultas de sus vidas, a pesar de disfrutar estas historias, a menudo se sentía patético al saber que poseía esta habilidad sólo por la falta de habilidad para sociabilizar o tan siquiera parecer normal.
Marco también tenía mucha imaginación e ingenio , en su cabeza vivían grandes historias y soluciones a muchos problemas, la mayoría del tiempo se sorprendía teniendo largas conversaciones con interlocutores imaginarios , en ese lugar parecía saberlo todo, las ideas fluían muy rápido y a veces se impresionaba de todo lo que lograba concluir, deseaba poder alguna vez contarle a alguien todo lo que tenía guardado dentro de sí y tenía la esperanza de que haciéndolo iba a ser finalmente valorado, mantenía esa secreta esperanza, solo faltaba encontrar a una persona, no asustarla con sus ganas de ser visto y escuchado, romper la barrera de su timidez, hablar sin parecer un idiota, lograr conectar su boca y su cerebro y listo, ese era más o menos el plan, el cual le parecía muy improbable y poco realista.
Marco estaba en la cama, la habitación yacía en completa oscuridad, miraba sus manos moverse extendidas hacia el techo, acariciadas en ocasiones por frágiles toques de luz que se colaban por la ventana, ya era tarde, al parecer su padre no llegaría a casa hoy.
Bajo sus manos hacia su vientre, miró fijamente el techo y cerró los ojos, deslizó suavemente una de sus manos hasta su masculinidad, introdujo la mano en su pantalón, busco concentrarse, se hallaba listo para el placer, cuando abrió los ojos y una imagen vino a su mente... labios, pecas, cabello, clavículas, piel suavemente rosada...ojos rojo furia.
La imagen de Sofía lo atacó sin piedad, su cuerpo se estremeció, sintió una ola abrazar su cuerpo, una electricidad recorrer su alma, esta erizo todos los bellos de su cuerpo, abrió cada poro de su piel, el impacto fue tal que se incorporó rápidamente, su respiración se aceleró y una idea llegó a su cabeza como tornado, saqueando todo a su paso.
¡Había encontrado a alguien!, la oportunidad por la que había pedido tanto tiempo al fin había llegado, esta vez no se equivocaría, esta vez no la dejaría ir, aunque le costara, aunque le tomará la vida entera no iba a desperdiciar la oportunidad de saber que se siente tomar la vida por las riendas y hacer todo a su alcance en la búsqueda de algo brillante, no tendría miedo, no está vez, tenía claro, dolorosamente claro y aceptado de que era un tonto y dejar de serlo no iba a ser tarea fácil de un día para el otro, pero tenía las ganas, tenía un motivo, tenía la ilusión de tal vez por primera vez en su vida dejar de ser un cobarde y abrir su corazón a las experiencias de la juventud, sus errores y el dolor que viene con ellos, estaba listo para sufrir y ser herido, pero esta vez por algo que él quería, por algo que él elegía.
Miró por la ventana, admiro un faro de luz que brillaba a lo lejos y simplemente sonrió.

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Ella, pensamientos , la verdad...

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