Aquel

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Pisada tras pisada Marco miraba el pavimento, tentado a ver las huellas que dejaba tras de sí, se encontraba rebosante de felicidad y se sentía tan bien que por primera vez en su vida estaba dispuesto a pisar las líneas en la acera, he incluso a no contar los peldaños de la escalera en su ascenso hacia el salón de clases, cada rostro que se cruzó en su camino aquel día le pareció gentil y sonriente, estas sonrisas además de gentiles eran también gratificantes, ya que le ofrecían una meritoria, merecida y esperada felicitación por su valentía y victoria en el campo de batalla, la enfermería. Marco caminaba muy ligero y con más ritmo que de costumbre, en su cabeza sonaba una canción de dulce y alegre melodía, que le recordaba a momentos lo vacía y triste que había sido su vida antes de conocer a Sofía. Marco cambio de ruta ese día, doblo por esquinas donde nunca antes lo había hecho y vio cosas a las que jamás le había prestado atención, aquellas le causaron tanta gracias que hasta se sintió culpable por no haberlas notado antes y se disculpó por su grave falta muy apenado, así fue con una cerca azul a mediado de cuadra, una grieta en forma de rayo en la acera, una flor que crecía apretada y torcida entre el fallo de construcción en una vieja casa, entre muchas más. Marco miró el cielo al pasar bajo un árbol y sonrió al sentir los rayos del sol brillar intermitentes entre las hojas, el movimiento de estas con la brisa le recordó a Sofía, al igual que el olor de una panadería calles atrás, y antes de eso un gato estirándose perezoso, una niña riendo felizmente, el movimiento de una bolsa al viento, una moneda en el piso y la gotera de una llave en su casa justo al despertar.
Marco se preguntaba que debía hacer al ver a Sofía, ¿debía tal vez saludarla con un beso? , esta idea hacia morir de vergüenza y ansiedad a Marco y de no ser así, de todas formas alguien lo mataría al no poder soportar la tonta forma en la que sonreía y ruborizaba cada que pensaba en esto. Marco se hallaba muy confundido, no tenía experiencia alguna en relaciones, ni en mujeres, no sabía que era lo que se esperaba de él en una situación como esta , esta incertidumbre crecía más y más conforme se acercaba al colegio y provocaba que este apurara el paso. Marco pensó que tal vez incomodaría a Sofía, al provocar que esta se sintiera presionada si el demostraba mucho su interés, pero también existía la posibilidad de que Sofía se enojara al pensarlo indiferente con lo ocurrido, en el caso de que decidiera actuar como si nada hubiera pasado, ¿cómo saber si ellos estaban en una "relación " ? , Marco habría dado un órgano vital a cambio de que alguien en ese momento lo hubiera ayudado un poco , la imagen de su padre cruzo por su mente unos segundos, luego de eso miro el suelo con tristeza y prosiguió con sus preocupaciones y camino. La idea de una relación a Marco le encantaba, imaginar tomar la mano de Sofía cada vez que él quisiera, besarla, tocarla, olerla, sentir su sabor... era algo que él deseaba profundamente, se sentía feliz y menos solitario de tan solo pensarlo y este deseo había recorrido su imaginación, acompañado en sus noches y abrigado sus fantasías nocturnas en incontables ocasiones. Los pensamientos de Marco giraban a toda velocidad y estos últimos lo hacían caminar más despacio y de forma torpe. A vista y paciencia de alguien que lo observaba sin conocer lo que pasaba por su cabeza, Marco parecía un niño tonto con desórdenes mentales, entre ellos la bipolaridad, alternando entre la marcha rápida y pasos lentos, una gran sonrisa tonta y cejas curvadas por la preocupación, o la esquizofrenia al verlo hablar con objetos rogándoles perdón.
Marco caminaba por los pasillos del establecimientos cruzando los dedos y suplicando al cielo en lamentables rezos poder encontrar a Sofía, nunca antes se había dado cuenta de la gran cantidad de gente que a menudo llenaba los pasillo, de un momento a otro estos, el establecimiento entero, pareció llenarse de una gran multitud cómplices en un complot para que él y Sofía no pudieran encontrase jamás, pese a las muchas dudas e inseguridades que lo atormentaban él estaba impaciente por verla, necesitaba saber que todo había sido real, anhelaba el encuentro y por fin librarse de la inquietud causada por la incertidumbre que lo acoso durante toda la noche, quería al fin no especular más sobre el encuentro y de una vez por todas tenerla enfrente.
Marco camino despacio tocando con las puntas de los dedos los cristales de las ventanas a su paso, mientras miraba al frente como en muy pocas ocasiones lo había hecho, se le ocurrió de pronto que tal vez Sofía también lo estaba buscando, era imposible que para ella lo ocurrido le fuera indiferente, a Marco le había dado confianza la sonrisa de Sofía aquel día, su nerviosismo, sus pupilas, el temblor de su cuerpo y sobre todo el dulce y torpe beso que compartieron aquella acalorada tarde, todo esto lo ayudo a tener la esperanza de que Sofía sintiera algo por él, su imaginación con frecuencia le jugaba sucio, pero Marco ahora estaba seguro de que esta vez no había sido así , había analizado con detenimiento cada segundo de lo sucedido y definitivamente no lo había imaginado. El jardín trasero se le vino a la mente de golpe, de forma tan violenta que lo hizo detenerse bruscamente, caminó rápidamente, debía atravesar el edificio a toda velocidad, de otra forma no podría canalizar sanamente la ansiedad que le recorría el cuerpo. Marco se apegó desesperadamente al cristal de la ventana para mirar hacia el jardín, allí estaba Sofía, su corazón comenzó a latir ferozmente, mezcla de la agitación del esfuerzo cardiovascular por su apurada búsqueda y la emoción de al fin encontrarla.
- como alguien podía ser tan hermoso?, se lamentó mientras dejaba caer su frente en el cristal.
Marco no podía creer lo que sus ojos veían, no podía comprender por qué de pronto había caído sobre él tanta buena fortuna, él nunca había sido más de lo era, nunca había mereció nada en este mundo, absoluta nada lo hacía especial o ligeramente particular, no se consideraba bendecido con ninguna gracia o talento, pero aun así y sobre todo, jamás alguien se había sentido tan contento de existir y agradecido de ser él en ese momento. Sofía estaba sentada en la banca en donde frecuentemente Marco pasaba sus tardes solitarias, el viento acariciaba su cabello y lo mecía con rebeldía, la luz del sol la bañaba en brillo, haciendo resplandecer su blanca piel, las hojas del árbol junto a ella se movían en perfecta sincronía con una dulce canción de primavera, los rayos de luz jugaban con la humedad del ambiente, dando celestiales colores que hacia lucir a Sofía despiadada y brutalmente hermosa.
Marco no podía dejar de admirar a Sofía, aquella escena era tan bella, que podía perfectamente convertirse en poesía, trató de despejar su mente de la neblina rosa que anestesiaba sus sentidos sacudiendo la cabeza de un lado a otro, debía ir junto a ella, esta urgencia le golpeaba el pecho furiosamente. Marco se llenó de determinación, toco el cristal de la ventana con la mano extendida reuniendo coraje para mirarla a los ojos, entre sus dedos, a lo lejos, una imagen lo golpeo tan fuerte como una tormenta enfurecida, lo que apretó su corazón, he hizo que su rostro cambiara de expresión de forma brusca. Alguien más miraba a Sofía, alguien más admiraba la perfecta escena celestial que él creía solo para sus ojos, y no era una mirada común y corriente, pudo reconocerla fácilmente, muy rápido y dar juicio certero de las intenciones y sentimientos de esta, ya que esa mirada le era muy familiar, aquel que la observaba tenía esa tonta expresión, la misma que se dibujaba en su rostro al sentir su corazón latir enardecido de sentimiento. Aquel que la observaba también la amaba, la buscaba, la había encontrado y al igual que él, se estaba llenando de valor para caminar hacia ella...

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