Manipulados || SkyDuff©

III

Sky recomienda: Afrojack - Born To Run - ft. Tyler Glenn

Disfruten la lectura :) 

2 AÑOS DESPUÉS

Un niño pateó el costado de mi cuerpo dejándome sin aire. Jodidamente tomada fuera de guardia. ¿Cómo es que un niñito de apenas unos... le calculaba unos diez, podía alzar su pierna como lo hizo para golpearme directo en las costillas? Ni siquiera vi ni sentí cuando se acercó a mí y luego —sin decir hola, qué mal educado— su pie se había clavado en mi cuerpo.

Intentó quitarme el bolso de mis hombros mientras yo intentaba controlar mi respiración. En eso, me empujó usando todo su peso para dejarme de espaldas a él y poder tener mayor accesibilidad para robarme el bolso. ¿Quién demonios era su madre? Tenía ganas de partirle la cara por no enseñarle modales a su pequeño retoño. En el jaleo golpeó mis brazos y lo que quería era reírme de él.

—Tengo una pregunta para ti, pequeño...

—Cállate, pendeja —respondió pateando mis muslos. El acento mexicano demasiado fuerte saliendo de su boca.

Me quejé pero mi diversión nunca se fue. —¿Crees que las leyes se deben respetar en estos días?

Creo que lo confundí con mi pregunta, seguramente él pensaba que no llegaba al caso de lo que estaba pasando pero si pudiera leer mi mente ese niñito entendería y estuviera corriendo desde hace tiempo. Su respuesta llegó con risitas infantiles. Justo lo que esperaba.

—No mames, ahorita nadie está viendo a quién se lleva por el medio, werita.

Volteé mi cabeza hacia él y lo miré con la sonrisa más sádica que pude tener en mi vida. Mis piernas golpearon las suyas y de un momento a otro estaba encima de él, una mano presionando las suyas contra la tierra y la otra presionando su pecho. Un poco de psicoterror a un niño es lo único que necesitas para no verlo nunca más. Tenía una navaja en el interior de mi bota pero eso ya sería demasiado.

—¿No te enseñaron a no meterte con extraños?

—¡Oye, suéltame!, ¡Lo siento! ¡Lo siento, mucho! —su cara era la personificación de miedo.

—Tengo días sin comer y... —miré sus brazos y examiné sus cachetes—, aquí hay mucha carne como para una semana, quizás...

Sus ojos se ampliaron y lágrimas comenzaron a salir de ellos como si nunca hubieran salido de allí. Qué divertido era esto.

—¡Órale, wey! ¡No quería hacerlo, wey! —su piel morena estaba tan pálida que daba risa la imagen frente de mí. Estas cosas no las hago a menudo pero... coño, ese niño intentó robarme el bolso. No es que tenga algo bueno allí, solo que es mi bolso.

—Comenzaría a picar aquí —pasé la uña por su regordete estómago. Luego miré a sus ojos—. A mi perro le encantan los ojos, puedo sacártelos con una cuchara, o tal vez...

Lloró más fuerte esta vez y rezó a una virgen, a tres y a cuatro más. Al niño se le salían los mocos y los sorbía con la nariz una y otra vez y supe que debía parar. La diversión tiene un límite, y créanme que sabía que lo siguiente que no aguantaría el niño sería a su vejiga.

Me puse de pie, tomándolo de las axilas para que se levantara también. Su mirada estaba confusa hacia mí y no sabía si correr o quedarse a que le explicara qué pasaba.

—Digamos que las vírgenes a las que rezaste escucharon —sus ojos se iluminaron tanto que me dio pena de lo que acaba de hacer—. Me limpiaron el alma ¡Todo un milagro!