Desperté con los primeros signos del alba; años atrás hubiera amado el amanecer, rodeada de árboles y tierra y naturaleza, ese día lo odiaba más que nunca. La semana había pasado demasiado rápido y yo despertaba cada día de mal humor y con el dolor en el brazo cada vez más agudo. El vendaje estaba limpio esta vez, Alexandra se ocupó de poner uno nuevo luego de dos días enteros con el mismo vendaje cubierto de sangre y maloliente, el olor de la sangre con los días que llevábamos sin bañarnos no era una buena combinación.
La bala del otro día solo había rozado la piel de mi brazo derecho, sí, solo eso. A veces suelo ser un poco amarillista cuando explico las cosas pero ¡Oh, vamos! Sentí esa maldita cosa atravesándome el alma, las entrañas y hasta el corazón —y eso que fue un roce en el brazo—. ¡De igual forma la sangre fue muy escandalosa y chorreó todo mi brazo como una manguera de agua fuera de control!
Cuando nos alejamos lo suficiente para que los manipulados no nos localizaran fue cuando el dolor se desató como el infierno. Se puede decir que la adrenalina había detenido toda oportunidad de hacerme quedar atrás con mi dolor en todo el cuerpo y mi infeliz manguera-brazo chorreante. En el grupo me decían que solo fue un roce, que no me quejara tanto.
Pero, joder, sentí ese balazo y todos los golpes hasta en la lengua, que nadie me venga a decir que no es para exagerar tanto el asunto porque los mando a comer mierda a toditos.
Bostecé y me arrepentí de inmediato, tenía el aliento de los mil demonios, definitivamente hablaré a millones de metros de distancia del que se me trate de acercar. Me alejé de la nube de mierda que dejé en el aire y observé el panorama. Steve dormía como una ballena muerta entre las hojas sueltas de los árboles. La chica sin/con nombre lucía igual a la roca a su lado, quieta, sin movimiento alguno para diferenciar si estaba viva, muerta o si era en realidad una roca. Alexandra me sonrió desde donde estaba tomando agua de su cantimplora al lado de Matt, interviniendo cada vez que el imbécil soltaba un ronquido, le sonreí de vuelta. Jon no estaba, Sandra tampoco, cumpliendo la guardia, supongo.
Me quedé mirando a la nada. Sandra me estaba enseñando a usar una pistola. Sí, ella, nada más y nada menos que Sandra Rodríguez. Al parecer gané un poquitito de su respeto cuando me dispararon, salté de la ventana y de todas formas corrí como una loca para vivir. Solo un poquito; ella seguía siendo una total ladilla sobre mis inseguridades y mis errores. Cuando Jon dijo que si alguien más podía ayudarme a practicar con el arma de fuego, porque él iba a dar una vuelta por los alrededores, ella fue la primera que se postuló para hacerlo. Impresionante, sí, la miré con cara de shock y me dijo: "—No te sorprendas tanto, esta es la mejor forma de demostrarles a todos que necesitan dejarte atrás."
No todo es color rosa.
No era tan difícil tener un arma en la mano, lo más difícil era apuntar y tener la capacidad psicológica de acabar con una vida.
Al menos para mí.
Sandra me enseñó a manejar esas estúpidas cosas, apuntar sin que me temblara la mano. A disparar a objetos lejanos, quizás un par de botellas, o un tronco señalado lo más lejos de mí. Pero no llegaba el momento en el que ella me dijera que era hora de dispararle a unos cuantos traseros manipulados. Y ojalá que no llegara.
Hablando con honestidad, no tengo las agallas de matar a una persona. No la tengo. Así de simple. Cuando hago una cosa mala lo que me pasa a continuación es por fases: primero, pensaré en ello unas quince mil veces al día. Segundo: me culparé por el resto de mi vida. Tercero: le diré a mamá la verdad.
Oh, joder, como si la situación tuviera que ver con una travesura de niños pequeños, joder, no.
Y como si mamá estuviera aquí para escuchar las cosas que he hecho. Si la veo de nuevo, le diré todo lo que he hecho. Solo si la veo.

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Manipulados || SkyDuff©
Fiksi Remaja¿Cómo te quedas si te digo que todavía existen personas con ese tipo de mentalidad de querer poseer cosas como si fueran un juguete? Así es el presidente de la República Americana. ¿Cómo te quedas si te digo que inventó un artefacto maligno, que te...