La nueva Katia

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Después de lo que le paso a la menor de las hermanas, toda la familia se separó. Lina se fue a vivir a America, no mantenía contacto con sus padres, y menos con su hermana. Los padres se separaron, seguían teniendo mucho dinero, pero cada uno por su cuenta, la única que los mantenía unidos era Katia, la que más había cambiado, dejo de un lado la ropa de color rosa, tan solo se vestía de negro, entro en una depresión muy grande, apenas comía y se quedaba en vela todas las noches. Durante un tiempo, el mayordomo y la ama de casa intentaron ayudar a la niña por su cuenta, pero les fue imposible, así que con permiso de sus jefes, la llevaron a la ciudad, separándola del pueblo, y de Los Cocodrilos. En esa ciudad, la chica fue a varios psicólogos, con meses de tratamiento, consiguieron la Katia de antes, más o menos, ya no se reía tanto como antes, se tiño el pelo de negro, se lo corto y alisó permanentemente, su vestimenta era una de las cosas que más había cambiado, medias rotas, faldas de cuadros, corsés, etc. Juntándose con gente que no debía, volviendo muy tarde a casa, una de esas veces, trajo consigo un piercing en el labio. Olga puso el grito en el cielo, pero aunque ella y Alejandro insistieron mucho, la chica no se lo quitó.

Después de que la nueva Katia cumpliera dieciséis años, tuvieron que volver al pueblo donde Sina murió. Había pasado un año, y aunque a Katia le dolía tener que ver otra vez las paredes de su habitación en donde se lo había pasado tan bien, estando toda la familia junta, lo disimulaba muy bien, genial para ser exactos.

En el coche, en la parte de atrás, no se acordaba de Los Cocodrilos, lo pasaron bien cuando era un poco más pequeña, pero en esos tiempos no era tan inocente, la mayor parte del tiempo era insoportable y borde, odiaba a la gente, al mundo entero, lo odiaba todo.

Bajo del vehículo cuando este paró.

-Vamos Kat, no te pongas así- le replicó Alejandro.

La chica puso los ojos en blanco. Ella y Olga habían mantenido una acalorada discusión en el trayecto.

Hizo caso omiso a lo que el mayordomo le decía y entro en la casa, cuanto antes acaben de hacer lo que tenía que hacer, antes se irían a casa. Entró en su habitación y puso cara de asco todas las paredes estaban pintadas de rosa, y los muebles no eran suyos, ¿qué le había pasado a todo?.

-¡Niña!, no puedes entrar así a las casa ajenas- Olga subió con paso pesado las escaleras hasta llegar a donde estaba Katia.

¿Casa ajena?, ¿qué estaba pasando?.

-Tu no lo sabes, pero vendimos esta casa, hemos venido aquí unos cuantos días para terminar de hacer el contrato.

Katia pestañeó varias veces, ¿vender la casa? ¿acaso estábamos loco?, allí era donde ellos había vivido, esa casa era lo último que pisó su hermana, no pueden venderla como si nada. No dijo nada. Mantuvo la boca cerrada, y como siempre hacía, se guardo todos esos sentimientos para ella.

-Esta bien, ya bajo.

Olga soltó ese aire que se había quedado encerrado en sus pulmones, temía que la chica fuera a montar un pollo.

Ambas bajaron las escaleras, primero Katia, y luego Olga. Escucharon una voz chillona, continuada de unos pasos. Después de eso, se encontraron con una mujer de unos cuarenta años, rubia teñida, y con cara de ser irritante.

-¡OH POR DIOS!, pero que chica más guapa- se acercó a Katia, la cogió de los mofletes, y los pellizco mientras tiraba del la cabeza de un lado para otro. En ese momento a Katia, de liaron ganas de darle un bofetón, pero no lo hizo, aunque ganas no le faltaron- me alegro muchiiiiiiisiiiiisiiiimo de veros otra vez por el pueblo. Mi hija ahora esta con unas amigas, pero más tarde podéis salir juntas y hacer unas compras por el pueblo ¿si?.

Katia puso su mejor sonrisa forzada y asintió. Se iba ha ir al coche a encerrarse con llave y a malcedir de todas las maneras posibles su actual situación.

-Espera Kati- ¡¿Kati?!, le dio una especie de tic mientras que se giraba- Tengo algunas cosas para ti, cuando os fuisteis, se te olvidaron algunos CD's y cosas así.- le tendió una caja de cartón la chica la cogió y se marchó antes de que la volviera ha llamar de esa manera tan repugnante para sus oídos.

Toco el contenido de la caja con un palo que había encontrado por allí ¿cómo es que la dejaban salir con ese tipo de ropa?. Siguió hurgando en ella, y no se creía lo que había encontrado; cuando se marcharon de la casa, tiró la pulsera por detrás de uno de los muebles de su habitación, no sabía por que lo hizo, pero lo hizo y punto. Abrió el maletero del coche y cogí o su skate, tenía que saber que fue de María, Hannes, Jorjo, Frank, Kai, Petter y...Oliv.

Se montó en el monopatín y se dirigió ha donde solo Los Cocodrilos podían estar: La Guarida.

no sabía lo que se iba a encontrar, pero separaba que no fuera demasiado doloroso, por que entonces no podría soportarlo. Pero os lo digo yo, lo iba a ser, si iba ha ser doloroso.




Bien, pues aqui esta el capitulo, espero que os guste, no olvidar comentarlo, quiero saber que os parece la nueva Katia, su nuevo look, etc. Decírmelo todo. Por cierto, me encantaría saber cómo son mis lectores, mi insta es manu_lafriki si alguien quiere seguirme adelante.

Los Cocodrilos: el asesinato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora