Sin darle demasiadas vueltas, Vegetta, Willy y sus mascotas emprendieron el camino que los llevaría hasta el Rey Guerrero. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, dicen; habían invertido suficiente tiempo en Pueblo como para que valiera la pena intentar recuperarlo. Era un camino largo y en el que no sabían con qué podrían encontrarse; según lo que les había dicho Vakypandy, para llegar hasta la isla flotante en la que vivía el Rey Guerrero tenían que atravesar todo el mapa.
- Espera, espera... ¿Qué mapa? -preguntó Vegetta.
- Este, amigo -dijo Willy señalando al mapa que había desplegado en el suelo.
Era un mapa antiguo y lleno de borrones, con los dobleces del papel marcados y suficientemente deteriorado como para que solo pudieran fiarse de él a medias.
El objetivo estaba claro, sin embargo: para llegar hasta la nube tenían que viajar hacia el sur, rodeando las montañas que había más allá del desierto, y encontrar por el camino alguna forma de volar hasta la isla del Rey Guerrero, que flotaba en las nubes encima de un gran lago formado en el terreno del que se había desprendido la tierra en la que ahora vivía el legendario Sabio Creador. Iba a ser un viaje muy largo.
El grupo siguió el camino que les marcaba el mapa hasta salir del bosque. Delante de ellos se extendía una gran llanura; el horizonte, al fondo, prometía todo lo que su imaginación, que en ese momento estaba disparada por su posibilidad de tener un poco de acción a la vista, pudiera ofrecerles. Caminaron en silencio hasta que perdieron la cuenta del tiempo; todo lo que tenía de prometedor el horizonte en un principio acabó convirtiéndose en aburrimiento mientras la vegetación se hacía más débil y la hierba dejaba paso a la tierra, cada vez más presente en el suelo que pisaban. Había que hacer algo.
- Lo único que hemos hecho durante horas ha sido caminar -dijo Willy rompiendo el silencio del grupo-. No nos hemos cruzado ni con un animal. ¿Por qué nos has traído a un lugar tan aburrido?
- ¿Pero quieren salvar Pueblo o no? -preguntó Vakypandy.
- A ver, sí, pero esto es un aburrimiento. Si fuera un libro, sería un aburrimiento -dijo Willy -. Es como El señor de los anillos, pero sin orcos.
- Es como Spartacus, pero sin gente desnuda -dijo Vegetta.
- A mí me alcanza con gente vestida -dijo Willy. Echaron a reír.
- Es como Star Wars si todas las películas fueran en el planeta en el que Luje Skywalker era un granjero.
- Es como...
- ¡Un momento! -interrumpió Vakypandy.
Habían llegado a un desnivel en el terreno; a sus pies, un camino sinuoso comunicaba con un desierto: la tierra agrietada y la vegetación muerta contrastaban con el frondoso bosque que habían dejado atrás hacía un rato. Vakypandy señalaba al fondo: en medio del desierto había un pueblo que llegaba a ser tan solo por los pelos. Unas pocas casas de madera en medio de la nada. Semejaba uno de esos pueblos del Salvaje Oeste que salían en las películas, pero a su alrededor no parecía haber ninguna fuente de alimento. Desde luego, no había ninguna fuente de diversión. ¿Quién demonios querría vivir ahí?
- Vamos hacia allí -dijo Vakypandy-. Llevamos caminando un buen rato. Es la primera señal de vida que encontramos en horas y está atardeciendo, quizá tengan provisiones y podamos pasar la noche allí.
- Es como Volver al futuro III, sí... sí... -dijo Vakypandy-. Es más o menos así, en realidad.
{***}
Ni un alma en el pueblo cuando llegaron a él. El único sonido que se escuchaba era el silencio del desierto, ese silencio de arena mecida por el aire: ni un alma en la calle principal, la única, parecía, que había en todo el pueblo. Las marcas del suelo dejaban en evidencia la presencia de alguien, sin embargo; cuando se acercaron al bar del pueblo (un edificio más grande que el resto y con un letrero que no dejaba lugar a dudas: saloon), vieron a un caballo atado a un poste frente a la puerta. Del interior llegaba un murmullo apagado.
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WIGETTA | Un Viaje Mágico
FanfictionEl libro de Vegetta777 y Willyrex. WIGETTA Un viaje mágico.