IX.

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El Domingo pasó volando entre mensajes con Greenie y comidas con la familia. Sin darme cuenta llegó el Lunes y tenía que ir a trabajar. 

Al entrar a la cafetería vi a Nick algo ajetreado con las órdenes, ya que el otro chico no había venido, y yo apenas iba llegando. 

—¿Qué haces ahí parado?—me gritó Nick—Ven a ayudarme. 

Caminé rápidamente hacia la barra, me puse el delantal y cogí los platos que pude para llevarlos a las mesas indicadas. ¡Vaya que había mucha gente! 

*** 

—¿Es que las personas no se quisieron quedar en sus propias casas?—preguntó Nick limpiando la barra negando con la cabeza—Por cierto, ¿qué pasó con tu cita, chico cursi?

—Fue... genial.—sonreí mientras limpiaba algunas mesas.

—¿La chica de cabello verde no salió corriendo mientras lloraba?—se burló.

—No, no lo hice.—escuché decir detrás de mi—En verdad fue la mejor cita que he tenido. 

Nick subió la cabeza y yo me volteé para encontrarla con una hermosa sonrisa en la cara. Volteé rápidamente a ver a Nick y le saqué el dedo del medio haciéndolo reír. Caminé hacia ella y tomé su mano cuando estuve a centímetros de su rostro, me acerqué y la besé en la mejilla. 

—¿Cómo estás?—le pregunté suavemente mientras acariciaba sus nudillos con el pulgar.

—Bien, ¿y tú?—me miró a los ojos.

—Bien, ahora mucho más. 

Ella sonrió y se sonrojó. 

—Quería saber si podíamos ir al cine.—dijo.

—Claro, ya vamos a cerrar. ¿Me esperas un momento?

—Sí.

Fui hacia donde estaba Nick y le pedí que cerrara al terminar. Luego volví hacia donde ella estaba y salimos caminando hasta el cine. Elegimos ver una comedia y en verdad no paramos de reír. 

Al salir Greenie recibió una llamada y se puso algo pálida, sus ojos se llenaron de lágrimas y se tambaleó levemente hacia atrás. 

—Bonita, ¿estás bien?—le pregunté agarrándola por los brazos para que no se cayera pero no respondió—¿Greenie?

Parecía perdida en sus pensamientos, no articulaba ninguna palabra, ni siquiera parecía que respiraba y yo no podía estar más asustado y preocupado. 

—Vamos, bonita, respira.

Y de un momento a otro explotó, empezó a llorar y se abalanzó hacia mí, la abracé contra mi pecho y empecé a consolarla. Le decía cosas al oído para intentar calmarla pero no estaba dando resultado. 

No sabía qué hacer. 



GreenieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora