3. Sangre y Nieve (Parte 1)

1.2K 178 8
                                    

Los días pasaron luego de aquel evento, no volvieron a ver otra de esas cosas, ni tampoco le contaron a nadie lo sucedido, el resto de los niños y las madres que lo presenciaron tampoco hablaron, quizá por miedo o por la misma razón por la cual Sam guardó silencio. La gente estaba en paz, pues la noche buen había llegado, luego de tanto tiempo transcurrido y tantos cambios en el mundo, aquellas costumbres seguían presentes en los corazones de los sobrevivientes, tal vez como una muestra de humanidad que aún restaba en el mundo.

Todo Fort Hope, se llenó de luces navideñas y buenos deseos. Casi por un segundo era como si todo el mal desapareciera.
Cada miembro de la comundidad disfrutaba de una hermosa noche en compañía de sus seres queridos, la familia de Sam, estaba reunida en la sala, disfrutando de una grata conversación y un placentero calor que emanaba una chimenea.

—¿Puedo abrir mi regalo, papá? —preguntó Adam, con esa mirada que volvía a Sam tan vulnerable.

—Espera a que estemos todos —reprochó su madre con una sonrisa.

—¿Quien más va a venir? —la ansiedad del niño era casi palpable. Justo en ese momento se escuchó que alguien tocaba la puerta.

—Ve a abrir —sonrió. Adam caminó rapidamente y abrió la puerta.

—¡Feliz Navidad! —se escuchó una voz alegre desde la entrada.

—¡Tío Noah, Tía Mariana! —saludó lleno de alegría, Noah se agachó y cargó al niño entre risas, ambos entraron y saludaron a la familia.
Después de un rato, todos reían y hablaban sin ninguna preocupación, era como si el tiempo hubiese regresado justo para recordarle a todos cuando la vida era hermosa. Sam sonrió con nostalgia, miró a su alrededor, estaba con sus amigos y familia, pero aún así sentía que algo faltaba, una pieza muy importante que dejaba un vacío en su corazón.

Noah y Mariana se levantaron, tomados de la mano miraron a todos ahí.

—Chicos, tenemos grandes noticias —comenzó a decir Noah. Al instante captaron la atención de todos. Ambos se dedicaron una última mirada de emoción.

—Vamos a ser padres —avisó Mariana con una sonrisa de oreja a oreja, se acarició el vientre.

—¡¿Qué?! ¡¿En serio?! —Sam se levantó de su asiento e inmediatamente se acercó a ellos con una gran alegría su ser.

—Muchas felicidades —Ann se levantó y abrazó a su amiga mientras aguantaba las ganas de llorar.

—Felicidades, hermano —abrazó firmemente a su amigo.

—Gracias, hermano —le palmeó los hombros y siguió con su sonrisa.

—¿Significa, que podré jugar con su hijo? —preguntó Adam sonriendo.

—¡Así es, amigo!—respondió Noah mientras lo cargaba sobre sus hombros.
El momento y el lugar eran perfectos, todo era paz y amor, nada marchaba mal, la esperanza volvía, o al menos eso pensaron. De repente ocurrió un apagón. Todo Fort Hope se hundió en la oscuridad, Adam se levantó y abrazó a su mamá fuertemente. Entonces un alarido de horror y sufrimiento resonó en cada rincón de la comunidad, inundando de miedo a todos.

—¿Qué sucede? —preguntó Mariana bastante agitada. Noah se acercó a ella y la tranquilizó.

—No hagan ruido —pidió Sam, se acercó lentamente a la ventana, retiró la cortina, en la blanca calle solo había silencio y oscuridad, hasta que una mujer bañada en sangre corrió desenfrenada en la calle, todos miraron con terror, la mujer divisó a la familia dentro de la casa.

—¡Auxi...! —su llamado de  ayuda se vio frenado cuando una figura blanca se abalanzó encima y hundió sus dientes en su cuello. La criatura tiró con fuerza y arrancó un gran pedazo de piel, al instante Sam sintió ganas de vomitar.
Rápidamente todo Fort Hope fue invadido por aquellas mounstrosidades blancas. El caos llegó entre gritos y disparos.

—Mierda, no se acerquen a las ventanas —farfulló mientras su mano comenzaba a temblar involuntariamente.

—Debemos ayudar —exclamó Noah mirando con horror la carnicería. Durante unos instantes Sam se quedó pensando, caminó hasta llegar a un armario que antecedía a la cocina y de éste sacó un par de escopetas, una para él y una para Noah.

—Quédense aquí.

—¿No estarás pensando en salir, o si? —no necesitó una respuesta, lo conocía a la perfección— Debes estar loco.
Adam corrió y sujetó la mano de su padre con todas sus fuerzas.

—No salgas papi, no quiero que
mueras —imploró el pequeño, mientras lloraba sin control.

—No lo haré Adam, créeme —el ver a su hijo de esa forma le partía el corazón.

—¡Por favor!

—Volveré, lo prometo —besó su frente y después abrió la puerta.
Una serie de aromas antiguos, pero familiares, saturaron las narices de ambos al salir, aromas como la sangre y la polvora, en ese instante volvieron a adquirir un antiguo sentimiento que creyeron estaba olvidado, el miedo.
Una criatura blanca llegó hasta su posición, los tres se miraron, la criatura asechaba cómo si fuera un depredador, los analizaba con esos ojos grises, a la vez que mostraba sus dientes bañados de carmesí, con un potente rugido, se encarreró para atacar.












_________________________________________

Si te gustó por favor deja un voto y un comentario.

En verdad te lo agradecería.
Y si te gustan mis historias por favor sígueme.

Gracias por leer.

LA CEPA: DEGENERACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora