12. Día Oscuro

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—Ciervo, árbol, roca, arbustos, ardilla, nieve, hielo, nieve, más nieve, muerte... —pronunció mientras miraba a través de los binoculares.
Lily observaba los alrededores de la comunidad desde el techo de su casa, lo hacía cada vez que estaba aburrida, o no tenía qué hacer, o cuando tenía cosas en que pensar, analizó un poco y fue cuando se dio cuenta que aquel techo se había convertido en un amigo desde hacía tiempo.

—¿Qué haces? —preguntó una voz a sus espaldas, volteó y miró a Peter, quien subió hasta llegar con ella.

—Nombro las cosas que veo —respondió colocándose los binoculares de vuelta—. ¿Y tú qué haces aquí? —su tono de voz carecía de toda emoción.

—Pues, vigilo la zona, me paseo por las calles, busco a quien abrió la puerta la noche que nos atacaron —se sentó a su lado luego de quitar el exceso de nieve. Luego de descubrir aquello, Sam le dijo que no bajara la guardia, y que siempre estuviera pendiente de lo que pasara, hasta que él llegara.

—¿Vigilas la zona? ¿No te incomoda el... tu sabes? —preguntó cubriéndose un ojo a modo de ilustración, Peter dejó salir una risita.

—¿Te refieres a esto? —retiró el parche de su ojo izquierdo. Mostrando un orificio ya cicatrizado— Sabes, estaré tuerto, pero aún así puedo ver perfectamente.

—Lo siento.

—No pasa nada —miró hacia afuera—. Ey... ¿qué es eso? —Lily se colocó los binoculares y observó detenidamente

—Es el auto de Sam —anunció alegremente.
Sin esperar un segundo, todos los habitantes salieron a recibir a los exploradores. Lizz y Ann no podían más con la ansiedad de saber qué había pasado, entonces, las grandes puertas se abrieron. Luego de salir del auto; todos vieron entrar a seis sobrevivientes, golpeados, acabados, molestos, heridos, y totalmente deprimidos por la gran derrota que habían sufrido. Mariana avanzó entre la gente para poder ver a su prometido, hasta que al final lo encontró, y no pudo evitar llorar.

Sam caminaba lentamente cargando el frío cuerpo de Noah en sus brazos, Mariana, al igual que todos, simplemente quería pensar que él yacía solamente inconsciente, pero no era así.

—No, no, no, no... dime que está bien, dime que está respirando —preguntó acercándose a Sam, a lo que él respondió con una simple mirada.
Una mirada que lo decía todo.
Cayó sobre sus rodillas en la nieve y emitió un enorme grito de sufrimiento, que desgarró los oídos de todos. Estalló en el llanto más desconsolado que ninguno jamás hubiera visto.

Ann quiso caminar hacia él, abrazarlo con fuerza y no soltarlo otra vez, pero sintió un calor en su pierna qur lo detuvo. Adam, estaba aferrado a ella, y miraba con detenimiento como su padre lloraba.

—¡Déjenme pasar, muevánse! —Diana atravesó la multitud hasta llegar frente al reducido y derrotado grupo de sobrevivientes— ¿Qué sucedió allá? —dudó alarmada y llena de miedo.

—Encontramos el nido —habló Tyler—. Y a las criaturas. Nos atacaron, casi todos murieron ahí —su mirada era sombría e inexpresiva.

—¿Casi? —las piernas de Diana temblaban sin control.

—Algunos escapamos, pero... fuimos emboscados por un grupo.

—¿Quiénes?

—Eran los Cráneos, pero ahora se hacen llamar Los Cazadores, ellos mataron a Noah —respondió con un nudo en la garganta y ojos llorosos.

—Díos mío... —pronunció sentándose mientras se sujetaba la frente.

—Diana —habló Sam, instantáneamente la atención pasó a él—. Hay algo más que debo decirte... la noche que atacaron los nocturnos, descubrimos algo, descubrimos que la puerta principal fue abierta para permitirles entrar esa noche. Creemos que hay un infiltrado o infiltrados en Fort Hope.

LA CEPA: DEGENERACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora