Capítulo 6

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Capítulo 6.

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Mabel.

Al ya estar ambos afuera, cerré la puerta, y subí las escaleras corriendo hacia el ático. Al estar dentro una lágrima corrió por mi mejilla.

—Te odio Pacífica... —susurré en un hilo de voz.

—No reconozco a esta Mabel —habló una voz a mi espalda.

—¿Quién eres? —pregunté sin girarme, con un poco de miedo en mi voz.

—Eso no importa, no te debes enamorar de Dipper —dijo con calma.

—¿Qué? Yo no estoy enamorada de Dipper—respondí secando una lagrima de mi mejilla.

—No es necesario que lo niegues —dijo soltando una risa—, yo lo sé todo. Sí te acercas a él te juro que lo mataré.

—No te atrev...—Me giré y ya no estaba— ¿Por qué?—me acosté en mi cama y no pude evitar soltar el llanto.

Dipper.

Ya estábamos por llegar al lugar donde el libro indicaba como hogar de los trolls; en todo el camino había notado algo muy raro, toda criatura que nos veía se escondía, como si temiesen o asustasen de nosotros.

—Llegamos —dijo Pacífica mirando el libro— ¿Hay alguien aquí? —Luego de unos minutos el abrir de una puerta interrumpió el silencio que se había formado, por ella salió un niño troll que se nos acercó.

—Señor, y señorita —habló con suavidad—. Lo sentimos pero no podemos recibirlos aquí —dijo esto y se retiró por donde había venido. 

Miré a Pacífica y noté que estaba igual de confundida que yo. Fuimos a ver a las hadas, visitamos el lago donde habitan las sirenas, hablamos con el Multi-oso y un sin fin de criaturas más, pero ninguna nos dio hospedaje o algo que comer.

—Ya se va a ocultar el sol —dije mirando el horizonte con cansancio— ¿Dónde dormiremos? —me giré hacia ella.

—No lo sé, todas las veces que hablé con ellos eran muy amables, pero ahora... —dijo y suspiró frustrada.

—Tranquila, encontraremos la forma de pasar esta noche—la calmé acariciando su espalda suavemente.

—Espero así sea...

Pacífica.

Dos horas después.

—Dipper, tengo frío—Ya había oscurecido y aún no podíamos encender la fogata, la leña húmeda tampoco nos favorecía en eso.

—Agh, ésto es inútil —dijo temblando, agarró su mochila y sacó una manta de allí—, acuéstate aquí.

—¿Estás loco? no dormiré contigo —protesté tiritando de frío.

—T-tengo una so-sola, es eso o mo-morir de frío—dijo temblando, sin otra opción más que acostarme a su lado, accedí. Él estaba muy caliente comparado conmigo, nos tapó con la manta y quedé dormida.

Desperté por la luz del sol que acababa de salir, bostecé y recién ahí me di cuenta de donde me encontraba, estaba recostada en el pecho de Dipper.

—Deberás lo lamento, chicos, pero no tengo otra opción—dijo una voz a mi espalda que me sobresaltó, por lo que Dipper despertó.

—¿Qué pasa?—preguntó éste tallando sus ojos. 

—Necesito sus libros. —Al escuchar esto tomé rápidamente mi mochila y busqué mi libro, por suerte aún estaba allí.

—¿Stan? —Dipper hizo una mueca de confusión.

—Solo denme esos libros, no quiero dañarlos.

—¿Por qué lo haríamos?—lo desafié y me respondió sacando una ballesta de atrás de su espalda.

Dipper.   

—¿Por qué quieres estos libros?—pregunté con el ceño fruncido.

—Tema familiar, ahora denme los libros.

—¿Mabel sabe de esto?—Él tan sólo negó.

—Está bien, les entregaremos los libros pero con una condición—habló esta vez Pacífica.

—¿Cuál?—preguntó Stan enarcando una ceja.

—Los libros seguirán siendo nuestros—contestó Pacífica.

—Y también podrías bajar esa ballesta—dije cubriéndome el rostro con mi brazo.

—Está bien.

Narrador. 

Todos caminaron a la cabaña del misterio sin mencionar palabra alguna, los tres tenían una mueca seria en sus caras. Al abrir la puerta se encontraron con Soos, que limpiaba el suelo, y Wendy, que atendía a los clientes.

—¡Dipper!—gritó Soos al verlo, corrió hacia él pero el piso húmedo provocó que cayera al suelo. De igual manera esto no impidió que le diera un fuerte abrazo al menor de los Pines.

—S-Soos, n-no respiro—dijo éste ya sin aire.

—Lo siento —se disculpó— ¡Mabel estaría muy feliz de verte!, ¡ya la llamo!  

—No, no, no lo hagas.  —negó Dipper, lo que sorprendió a Soos.

—Tienen el día libre, pueden irse—dijo y ambos lo miraron raro— ¡Ya! ¿Qué esperan?  

Cuando ya se habían ido, Stan procedió a insertar el código en la maquina expendedora, que se abrió dejando paso a los tres. 

—¿Qué es esto? —preguntó Pacífica mirando a todos lados.

—No lo sé, pero sí sé que esa cosa se llevó a mi hermano y tendrá que traerlo de vuelta.

Dipper.

—Espera... ¿tú hermano es el autor de los libros?—pregunté sorprendido y él asintió—. ¡Esto es genial!  

—¿El qué es genial, Dipper? No sabemos que hace el portal, podría ser peligroso—Puede ser cierto, sentía una mala vibra con ese portal, pero la posibilidad de encontrar al autor me hacía dudar sobre que decisión tomar.

—Sí Dipper estuviera allí, —Señaló al portal— ¿no lo harías? 

—Haría cualquier cosa por él—dijo bajando la cabeza.

—Entonces... ¿me das el libro?—Ella le dio su libro y yo hice lo mismo con el mío, colocó ambos en sus lugares y el portal comenzó a emanar una luz.

—Ahora es solo apretar este botón y todo estará listo.—Y sin más, Stan presionó el mencionado botón. En el centro del portal se comenzó a formar la silueta de una persona que cada vez se fue haciendo más clara, la luz brillo con más intensidad y todo se volvió blanco. Solo escuchaba la voz de Mabel y Pacífica diciendo mi nombre a gritos, de repente todo pasó de ser blanco, a tan sólo oscuridad.

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¡Terminó el capítulo! Perdón por la demora, no tenía inspiración :c

Espero les haya gustado ^^

Un beso y un abrazo. ¡Bye bye! 


Separados por un demonio. «Pinecest»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora