Un extraño tunel

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Capítulo 4
Hades movió su bastón haciendo que se convirtiera en una hoz larga, con un filo de acero negro, Realizó un corte diagonal en mi cadáver, en ese momento, un relámpago cayó justo sobre mi cuerpo mortal, entonces, apareció frente de nosotros una puerta que irradiaba una luz blanca muy potente.

Moira me miró y sin esperar a Hades, atravesó el umbral, desapareciendo.

-Sigues tú chico. Dijo Hades acariciando a Perséfone.

Caminé hasta tener el portal frente a mí.

- Es tiempo

Dije mientras daba un paso a lo desconocido. Cerré los ojos y dejé que mis pies me condujeran a mi destino.

El viento frío se había acabado y en su lugar se escuchaba un silencio mortal. Con dificultad abrí los ojos.

Me encontré en un túnel gigantesco, que parecía no tener fin.

No estaba solo, había cientos de personas tras de mí y una larga fila delante de mío. Miré a los lados y caminando en las paredes se encontraba una larga fila de personas, lo mismo en el techo y en la otra pared.

- Atención. - Dijo la voz de Hades resonando en mi cabeza. – Atención toda alma que hoy ha abandonado el mundo de los vivos, aquella alma que añora una mejor oportunidad. ¡Todos de un paso firme con su pie derecho!

Sin titubear lo di muy seguro. El sonido al unísono de la pisada resonó en todo el túnel

Hades continuó hablando.

-Muy bien mis queridas almas, en este momento aparecerá una vela frente a ustedes. – En efecto la vela flotaba enfrente mío. – Cuando la vela se mueva ustedes también se moverán, Cuando la vela pare ustedes podrán descansar, mas no moverse de su lugar. Solo podrán voltear atrás cuando la vela pare. Si la vela se apaga por sí sola, deberán salir de la fila. ¿Queda Claro?

- ¡Sí!

Dijimos todos al mismo tiempo.

-Estas son las dos únicas advertencias que haré, Si ustedes caminando voltean atrás, tendrán un juicio rápido de Moira. donde se decidirá qué pasará con su destino final. Vagar en este túnel por toda la eternidad, regresar al mundo de los vivos como un fantasma, ser devorados por Moira o, algo mucho peor. Lo mismo si ustedes apagan su vela. ¡Ahora en marcha! Empezamos a caminar en cuanto las velas avanzaron.

- ¿Te está gustando aquí?

Dijo hades que se encontraba a un lado mío. Pero esta vez no se veía igual a las anteriores veces. La muerte tomó la figura de un esqueleto humano. Me sobresalté un poco sin dejar de caminar

- ¿Nadie más te ve?

Pregunté extrañado viendo arriba y a los lados, pero nunca hacia atrás.

- Descuida nadie nos escucha.

- ¿Por qué no podemos mirar atrás mientras caminamos?

- Por fe, ¿Has oído el mito de Orfeo? - Negué con la cabeza. – Bien, te lo contaré con gusto. Hace años yo era el único ser que dominaba el inframundo.

Y un buen día, a mi puerta llegó un joven enamorado, el cual la pena lo carcomía.

El mortal con el arpa más bella que he escuchado me convenció de regresarle a su amada. Pero los dioses antiguos como yo siempre pedíamos un pequeño favor o condición y cómo yo estaba enamorado perdidamente, mi condición fue muy sencilla. ¨Adelante pues. ¨ Le dije., ¨Puedes llevarte a tu amada, más confía en mí y no voltearás hasta salir por completo del inframundo.

- ¿Y qué sucedió?

- El joven estando a pocos pasos de la salida, dudó de mí y volteó. En ese momento Moira se abalanzó sobre el alma de Eurídice y la devoró. Los vientos expulsaron a Orfeo al mundo mortal sellando la puerta de forma definitiva. Y así ni muerto ni vivo volvió a ver a su amada.

- Entonces no voltearé a menos que me lo pidas, confío en ti, he hecho esto para reunirme con mi amada y pienso cumplir la promesa. La vela se detuvo.

-Si quieres puedes voltear ahora.

La curiosidad me ganó y no pude evitar mirar atrás a pesar de la anécdota de Hades.

Gente completamente gris, usando únicamente una túnica larga de color negro, sin ningún distintivo, siendo hombre o mujer, todos eran iguales a mi vista.

- ¿Quiénes son ellos?

-Almas, almas que hoy dejaron el mundo de los vivos.

- Hola

Dijo otra voz.

- Me debo ir.

Dijo Hades cuando sonó la desconocida voz.

- Oh, hola.

Dije con el tono más cordial que tenía a un señor que aún parecía mayor, pues a pesar de su tez gris, se podían observar sus ojeras y ligeras arrugas.

-Soy Tom, dijo con voz grave.

-Soy Julián.

- ¿Cómo llegaste aquí?

-Suicidio., ¿Y usted?

-Mi mujer me enveneno. - Dijo muy despreocupado. - Y dime ¿cómo pasó?

Le conté mi historia detalladamente, mientras mi vela se ponía frente a mí indicando que debía seguir caminando.

- Lamento tu historia, pero la vida sigue.

-Y por lo que veo también la muerte. Dije sin mirar atrás.

- Jeje, eso parece

Dijo el viejo Tomás

-Tomás, llegamos.

Dijo Hades apareciendo justo atrás de mí, podía sentirlo.

Mi vela paró.

-Bueno chico debo irme, suerte en el más allá.
Dijo Tom dándome una última sonrisa.

-Sigue hijo, aún no llegamos a tu destino.

Seguíamos por el pasillo, lo último que supe de Tom fue que cuando se separó de nosotros, la piel que quedaba se había ido casi en su totalidad. Tom ahora sólo era huesos y en la zona donde estaba su estómago había una gran mancha verde. El veneno de seguro

-Segador... ¿Qué pasó con Tom?

- El peso de vida es la piel al descansar en paz tu piel te abandona.

Miré mis manos. Mi piel se hacía cenizas, y luego solo huesos.

La fila se redujo a una persona, solo éramos el segador y yo.

- ¿Y los otros?

-Hallaron la paz

-Hay algo que me inquieta ... ¿Puedo ver mi muerte?

El segador asintió, puso sus manos en mis ojos y los destapó rápidamente.

De la nada nos encontramos en el parque donde decidí acabar con todo de una vez, sólo que todo parecía ser a través de un vidrio.

Un joven trepaba un gran árbol enorme, sabía que era él. Y vi cómo colocó el cuchillo en aquella rama, como la lluvia fue la responsable de aquel desliz, miré como su cuerpo agonizaba aún vivo en el suelo, y cómo el cuchillo caía en su cuello y rematandolo una rama cayendo en el ojo matándolo al fin, un rayo cayó en plena escena, Y así de La nada regresamos a aquel túnel.

-Así fue como moriste

-Hades ... ¿Qué hay de ella? Quiero saber, como murió Jess.

-Chico yo...

-Quiero saber qué fue lo que sintió ella.

El Dilema De JuliánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora