El entierro

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Capítulo 8

-Julián, hemos llegado. -Dijo Hades, con un tono sombrío. -Este será tu último contacto con el mundo terrenal. después de cruzar esta puerta, será la última vez que visites el mundo terrenal y será probable que yo no siga tu camino contigo.

¿Ya no te veré? ¿Por qué?

Estaba un tanto desesperado porque en este mundo no sabía qué hacer sin la guía de Hades.

No puedo responderte esas preguntas, son las leyes de la muerte, así de frías y así de contundentes.

Una puerta llameante apareció al final del pasillo, la puerta era de madera y no parecía que el fuego tuviera efecto en esta, el fuego era de color azul, un azul completamente intenso, el cual desprendía un calor de lo más abrazador y acogedor.

El fuego no te quemará chico, puedes abrir la puerta ahora.

Dijo sus últimas palabras el segador, antes de desaparecer en un mar de luces. Tan radiante que no pude mantener mis ojos abiertos. Al abrir los ojos, me encontré en el cementerio de la ciudad donde nací, la ciudad nocturna, llena de leyendas misterios y secretos. Pero ahora que soy un espíritu, puedo ver qué tantos cuentos de fantasmas eran ciertos.

Pude ver a más de veinte almas como yo, que resaltaban de entre los vivos por un aura rojiza que los rodeaban, algunos de estos, desesperados intentaban hablar con algún vivo sin ningún éxito, otros, se dedicaban a mover objetos pequeños con sus pies, tales como latas de refresco o papeles, estas mismas almas son aquellas que causan escalofríos por el " frío viento" de manera repentina. Y puedo apostar a que estas mismas son aquellas que les encanta asustar a los vivos, en especial a los niños.

Mis pasos me condujeron al interior de la funeraria, al entrar, todos mis amigos y conocidos estaban dentro, todos los presentes usando atuendos negros y con un semblantes tristes.

Tobías era el más cercano al féretro, al lado de él estaba Cory Nicholson,con un traje negro que le ajustaba mucho los músculos,abrazada a este estaba Rebeca, la hermana de Jessica, sin parar de llorar, sentadas estaban las hermanas Alexandra y Cristina, Alexandra con un semblante melancólico sin parar de mirar al piso de madera, mientras que Cristina estaba sollozando, enjugándose las lágrimas.

El silencio sepulcral fue interrumpido por las puertas de la capilla que se abrían, era Richi y su prima y una amiga mía desde hace años, Susana, ella siempre fue muy callada, y no me sorprendió ver su mirada perdida en el horizonte de mi ataúd, inmersa en sus pensamientos.

Me acerqué a ella intentando hablar con ella de alguna forma, pero era inútil. La abracé traspasando mis brazos en su torso, provocando en ella un enorme escalofrío. Al regresar a mi pose inicial, pude notar que de ella emanaba un aura azul, impactado, toqué esa aura y pude ver cómo ésta se desprendió de su cuerpo, formando una figura fantasmal como yo pero más transparente, era como un clon de ella.

Fuiste el mejor amigo que tuve, y ahora tengo miedo, me duele tu partida. -Dijo el aura de susana, ahora lo entendía, era como leerle la mente, finalmente saber qué enigmáticos pensamientos guardaba. - Espero que tengas un buen recorrido en el más allá siempre te quise como un hermano.

Al terminar de oír estos pensamientos, un par de lágrimas salieron de mí.

Estoy bien Susana, nunca olvides lo mucho que te quiero.

Le dije con un tono calmo como si alguien me pudiese escuchar, pero en su mirada encontré una expresión de terror genuino. Sus ojos se abrieron con una expresión de miedo y de asombro.

¿Julián?

Dijo dando un paso para atrás, tropezando con sus tacones, apoyándose con la pared para evitar caer.

¡Sí, así es, estoy aquí!

Le dije gritando, sin dar crédito de que alguien me viera, pero tan pronto como terminé de hablar ella parpadeó un número incontable de veces y la expresión de miedo desapareció, ahora solo parecía perpleja, era un hecho, me había visto, Richi fue a ver si todo estaba bien, la ayudó a sentarse en un viejo sillón negro, le dió una botella con agua y se quedó con ella.

Pasó alrededor de treinta minutos de silencio, salvo por sollozos ocasionales, hasta que, Rebeca puso mi sudadera y mi gorro negro favorito, así fue como me dí cuenta que nunca había visto mi cadáver.

tenía los ojos cerrados y usaba un traje negro, con camisa blanca y una corbata negra, como los presentes, nunca me gustó usar traje, pero debo admitir que me veía presentable para Hades. Pude apreciar costuras en mi cuello, debajo de maquillaje y químicos embalsamadores como arreglo estéticos. Era la hora, Tobías cerro mi ataúd con un pesar en su semblante, él y los demás chicos junto con Rizo el ahora rector de la universidad local de Nocturna, llevaron mi ataúd a mi lápida. Esta no tenía nada de especial, sólo un epitafio que decía. ¨Aquí descansa en paz Julián Torres, ahora tu dilema se ha resuelto.¨

Esa palabra me dejó marcado ¨dilema¨ Era tan cierto, toda mi vida he tenido dilemas existenciales que ahora muerto estoy descubriendo. Dilemas cómo: ¿Qué hay después de la muerte? ¿Qué se siente morir? y el más complejo de mi vida. ¿Vale la pena vivir, o tal vez morir? Pero todo dilema siempre tiene una respuesta al final.

El sepulturero empezó a cavar, mi tumba estaba entre la tumba de mi madre, Ana y la de Jessica. De pronto un sueño mortal me invadió, instintivamente me recosté en mi ataúd. traspasando la tapa de este, todo era oscuro, solo se escuchaba caer la tierra sobre mí hasta que existió solo oscuridad y silencio.

Fin de la primera parte

El Dilema De JuliánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora