3.

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Después de eso sólo me quedó llegar a casa.
Entré a casa y me encontré a mi madre allí, y sí, al final llegué tarde.
-Hola Melanie, ¿por qué llevas tan tarde?
-Eh... Uh... estabamos castigados...
-¿Por qué? Pareces muy contenta.
-Oh, ya sabes, los pesados de clase... no sé, me ha ido bien hoy.
-Ah, entonces entiendo, me alegro por ti, ¿has hecho alguna amiga?
-En realidad no, pero me siento mucho más segura de mi misma y sé que este año será diferente.
-Espero que así sea, la comida esta hecha, ayudame a poner la mesa por favor.
Asentí con la cabeza empecé a poner los cubiertos.
Después de comer sin intercambiar palabra con mi madre subí a mi habitación, tenía una sensación bastante rara, entre feliz y atemorizada.
«¿Debería confesarle que soy yo?» «Realmente el sospecha algo, pero no es lo mismo que si yo se lo digo...»
«Esta bien, cuando lleve un mes en clase decidiré si decirselo o no.»
Giré un momento la vista y miré una foto que estaba enmarcada encima de mi mesilla.
Realmente no parecía la misma que antes.
En un año había crecido bastante y claro esta que mi peinado y maquillaje habían cambiado radicalmente.
Empecé a sentirme somnolienta, quizás no debí quedarme despierta hasta las cuatro de la madrugada, pero realmente me ponía nerviosa el pensar en ir a un nuevo instituto.
Sin mucho que hacer caí rendida a la cama y me dormí.
Unas horas más tarde oí como llamaban a mi puerta.
-Mel, hay alguien abajo, dice que se te ha caído una cosa volviendo del instituto.
-¿Uh?
Dije aún medio dormida. Me puse mis pantuflas y bajé a toda velocidad.
-¿¡Lysandro?! ¿¡Qué haces aquí?!
Lo único en lo que podía pensar era en lo ridícula que me vería en pijama y zapatillas de estar por casa.
Noté como me sonreía y me dió una pequeña libreta.
-Mmm... se te había "caído" esto.
No recordaba haber visto esa libreta en mi vida, pero igualmente la cogí y le dí las gracias.
-Creo que deberías irte... no quiero que mi madre piense cosas raras, perdón por recibirte con esta pinta y gracias de nuevo.
-Si, tienes razón, y no te preocupes.
Me sonrió de nuevo y se despidió alzando la mano.
Hice el mismo gesto que el, cerré la puerta y me dirigí de nuevo a mi habitación.
-¿Quién era ese chico Mel?
-Sólo un compañero de clase, íbamos juntos en mi antiguo instituto y resulta que también va a mi clase en este.
-¿Es tu novio?
-¿Q-qué? ¡No, claro que no!
Negué rápidamente.
-Ha sido muy amable de su parte devolverte la libreta.
-Sí, aunque supongo que cualquiera lo hubiese hecho.
-Es muy guapo, pero parece algo raro.
-Bueno, eso realmente no tiene por qué importarme.
-¿Te gusta verdad?
-No, sabes que nunca me ha gustado nadie.
-Esta bien, ya me lo dirás.
Puse los ojos en blanco y esta vez subí a mi habitación.
«¿Cómo ha sabido que vivía aquí?»
Me pregunté extrañada, aunque decidí no darle muchas vueltas.
Agarré la libreta que me había dado y la abrí.

Para mi sorpresa, en la libreta habían tres dibujos de mi hechos a lápiz.
«No puede ser... ¿Realmente el me dibujaba en clase?»
Sonreí pensando en lo idiota que fuí por no acercarme a él antes.
Llegué al final de la libreta y me encontré una pequeña frase.
«No estas sola, sólo deja que me acerque a ti.»
Pequeñas lágrimas salieron de mis ojos al recordar aquellos momentos de dolor en los que sino hubiese sido tan idiota habría podido contar con él.
Pero una parte de mi me decía que no era posible, haciendo que dudase aún de si decirselo o no.
Las horas pasaron como si fuesen minutos y llegó la hora de dormir.
Al día siguiente me desperté muy positiva y motivada, aunque, como de costumbre tuve que acelerar el paso ya que se me pegaron las sabanas.
-Uff... aún llego diez minutos antes, menos mal.
Me recompuse unos segundos de alzar de nuevo la vista al frente.
Cuando al fin conseguí enderezar mi cuerpo sin hiperventilar ví como Lysandro me saludaba unos metros más adelante, a su lado parecía haber un chico con el pelo rojo.
Le saludé y me acerqué a donde estaban los dos chicos.
-¡Hola! Soy Melanie.
-¿Tengo cara de que me import...
Dijo el chico de pelo rojo, aunque no terminó de decir la frase, ya que Lysandro le dió un codazo.
-No le hagas caso Melanie, es algo irritante, pero en realidad no es tan brusco.
La verdad es que el otro chico era muy guapo, pero me sentía intimidada.
-Pf, nunca pierdes oportunidad para ligar... Me llamo Castiel, novata.
-Chst, ¿novata? Apuesto lo que quieras a que se más que tu en todo.
Noté como me sonrió desafiante.
-Vaya, vaya, parece ser que la niñita tiene genio.
-No te haces una idea.
Le respondí yo también desafiante.
-Ey, Melanie, deberíamos irnos a clase, no creo que sea buena idea que nos castiguen.
No sé por qué, pero me dió la sensación de que estaba celoso, igualmente asentí y me despedí de Castiel sacándole la lengua y guiñando un ojo.
Ví como se río y me miró como si fuese tonta, pero realmente no me importó.
-Oye, ¿por qué lo de la libreta...?
Le pregunté mientras nos dirigiamos a clase.
-Sé que eres tu. Jamás olvidaría una cara.
Sin embargo, cuando te observaba en clase siempre perdias tu libreta... «¿Sería por esos dibujos que le preocupaba que alguien la viese?» «Que estupidez, eso no tiene ningún sentido.»
-Oye... ¿te puedo pedir un favor?
-Claro, te escucho.
-¿Podrías no decírselo a nadie? Ya sabes... lo que yo era antes...
-Por supuesto, pero, ¿por qué?
-Bueno... es difícil de explicar.
-Comprendo, no te sientas apurada. Deberíamos entrar a clase.
Puso una de sus manos en mi hombro haciendo que me pusiese nerviosa.
-Eh yo, c-creo que deberíamos sentarnos antes de que viniese el profesor.
-Llevas razón, jajaja.
Retiró su mano de mi hombro y se dirigió a su asiento, y yo hice exactamente lo mismo.

Don't Remember Me. (CDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora